Emoción, agradecimiento y un poco de alegría entre tanta devastación. Es lo que se está encontrando la Orquesta Sinfónica de Siero (OCAS) en su recorrido por varias ciudades de Polonia poniendo un fondo musical en los escenarios más variados, muchos de los cuales son centros de refugiados de población ucraniana que ha huído de la guerra. Que son, precisamente, el objetivo de el viaje musical-solidario que desde el 11 de julio está haciendo la formación asturiana por el este de Europa.

La iniciativa en la que están involucrados una veintena de músicos de la OCAS, se denomina "Vínculos" y han querido que sirva para dar apoyo a través de la música a toda esa población que ha tenido que dejar su país por el enfrentamiento bélico con Rusia.

Un niño trata de hacer sonar un instrumento con ayuda de uno de los músicos asturianos. | OCAS

Además, el proyecto incluye la colaboración con músicos ucranianos que, por unos días, vuelven a la normalidad del que tendría que ser su día a día. Los rigores de la guerra han hecho que, aunque inicialmente se pensaba contar con interpretes de ambos sexos en la formación, "el bloqueo burocrático y el hecho de que los músicos varones se encontrasen en edad de posible reclutamiento, nos ha dejado contando solo con la inestimable colaboración de tres virtuosas violinistas: Lisa Maliarchyk, de Bila Tserkva cerca de Kiev, Giulia Warochotziok, de Vynnytsia, y Olga Pyshchyta, de Járkov, cuyo conservatorio fue destruido a causa de un bombardeo", cuenta desde Polonia el asturiano Iván Fernández Prieto.

Para Fernández Prieto, lo que están viviendo en Polonia es muy especial. "El concierto más emotivo de esta etapa ocurrió en el centro de refugiados ucranianos de Varsovia. Alojado en un poligono industrial a las afueras de la ciudad, en la orilla Este del río Vistula, este centro, cuya entrada impone, hace las veces de albergue temporal para varios miles de personas. El grueso del publico asistente al concierto fueron niños y mayores que rieron y se emocionaron con la música interpretada".

Una niña hace sonar la trompa de una de las instrumentistas de Siero. | OCAS

La OCAS inició el recorrido por Polonia en Varsovia, donde actuaron a lo largo de varios días en diferentes lugares de la ciudad. Dejaron que su música se oyera en un centro cultural, en el conservatorio Chopin y en el museo Praha y hasta formaron parte de un festival –Ogrodny, en la sede central de la Orquesta Sinfónica de Varsovia–. "Tras unas breves paradas en Łódź y Oświęcim (donde además de tocar en sus plazas, visitamos el tristemente célebre campo de exterminio de Auschwitz), recalamos en Wielu, un pequeño y apacible pueblo que tiene la triste significancia de haber sido el primer pueblo bombardeado por la aviacion alemana en la II Guerra Mundial. La siguiente parada fue Cracovia, donde dimos un concierto en otro albergue de refugiados muy diferente al anterior. Organizado por una congregación religiosa, el tamaño era muchísimo mas pequeño con unas 70 familias, aunque la carga emocional del concierto fue enorme igualmente, con todos los niños formando un coro improvisado y espontaneo en el escenario al final del concierto, cantando dos temas ucranianos interpretados por la orquesta", relata.

Los miembros de la OCAS, durante un recital en el que contaron con la participación de varios niños ucranianos en un centro de refugiados. | OCAS

Antes de cruzar la frontera ucraniana, la OCAS realizó un concierto significativo en Zamosc, en la unica sinagoga sefardí de toda Polonia, y donde se interpretó con un tema sefardí. Ahora esperan que su última escala pueda ser Leópolis, ya en tierra ucraniana.