Si de algo pueden presumir Lugones y su gente es de haber sabido mantener la tradición incorporándola a los nuevos tiempos de una localidad que no deja de crecer, a un paso de las grandes urbes y que atesora sin embargo una de las romerías de prao más típicas y concurridas de la región. El Carbayu echó ayer el cierre con el reparto de los bollos a los socios y unas meriendas que dan buena cuenta de la importancia de la folixa en pandilla.

Chus Álvarez, de pie, escancia unos culetes para su pandilla de amigos. | L. Palacios

Porque "esta tradición ya viene desde guajes, y en la fiesta todos los años nos encontramos los que llevamos viniendo desde que éramos pequeños", aseguraba Chus Álvarez mientras escanciaba unos culetes para su numeroso grupo de amigos, quienes "nos juntamos siempre y no perdemos ni una edición" y los que ayer daban buena cuenta de la merendola después de dos años sin poder disfrutar de la juntanza. "Había unas ganas que no te puedes ni imaginar, lo de la pandemia ha sido demasiado tiempo", aseguraban mientras explicaban que ellos guardan todas las medidas de seguridad pertinentes. "Cada vaso de sidra va identificado con una pegatina de un color para no mezclarlos", apuntaban mientras desenvolvían todo tipo de viandas. "Y la sidra es casera, la hacemos nosotros", subrayaban antes de lanzarse a comer.

Por la izquierda, Beatriz Menéndez, Justo Corzo, José Manuel Álvarez y Mónica Ordóñez, antes de sacar sus viandas para merendar. | L. Palacios

Una cena que tenía pinta de durar lo suyo porque, como aseguraba el grupo de Beatriz Menéndez, José Manuel Álvarez, Justo Corzo y Mónica Ordóñez, "esto se alarga hasta las tres o las cuatro de la mañana, no hay fiesta como esta". Lo mejor de todo "es que es una fiesta muy familiar, tradicional, de pandilla y de siempre", resumía Beatriz Menéndez antes de destacar que ellos van a la celebración "todos los días desde que empieza, sin fallar ni uno". Y en su pandilla, de unas diez personas como mínimo, conviven "mayores, guajes y adolescentes, les gusta a todos, y la ventaja para los chavalinos es que pueden traer sus bebidas de fuera".

La música la pusieron las orquestas "Finisterre" y "Nueva Banda", y las ganas, los lugoneses deseosos de que El Carbayu volviera a ser lo que fue siempre: "Una romería de restallu".