Lugones tiene desde hace cinco años un dulce propio, las "lugoninas", creadas y elaboradas con mimo en la cafetería y obrador XcolaT. Desde la semana pasada, estas deliciosas pastas bañadas en chocolate se comercializan con uno de los iconos de la localidad: la iglesia parroquial de San Félix. El templo ha sido el motivo elegido por Paula Manjón y Aitor Rodríguez para vender sus dulces en cajas bien reconocibles, para regalos y de cara al turismo que quiera llevarse un recuerdo.

"En Lugones tampoco hay muchos lugares representativos para identificar la localidad, así que pensamos que la iglesia es lo que más conoce la gente y lo que más puede animar a comprar", indica Paula Manjón, al frente del negocio con Aitor Rodríguez desde hace nueve años.

Los comerciantes recurrieron a uno de sus clientes fieles, Ismael Domínguez, vecino de la localidad que se dedica a la pintura y el dibujo. "Estuvo encantado de colaborar y nos hizo un ilustración muy bonita que queda muy bien en el envoltorio", explica una encantada Manjón con una de las cajas en la mano. En la tapa luce una reproducción al detalle del templo local que ha hecho las delicias de unos vecinos, que, según afirma, "ya han venido a preguntar todos estos días para hacerse con el nuevo diseño". Las primeras cajas para el empaquetado de las "lugoninas" llegaron el pasado miércoles.

Parte del éxito de este nuevo envoltorio ha sido del párroco, Joaquín Serrano. Porque él, en deferencia por llevar la iglesia como motivo, fue el primero en recibir una caja de estos dulces típicos de Lugones en su nueva presentación. El sacerdote no dudó en compartirlo en las redes sociales de la parroquia. "Gracias a ello, hemos tenido mucha gente ya interesándose por ellas", subraya Manjón.

El nuevo formato con la ilustración del templo es la culminación de una idea que nació de la necesidad de "contar con un dulce propio, porque no había nada típico de aquí que se pudieran llevar los visitantes que vienen a Lugones", sostiene Paula Manjón. Así que idearon una pasta que se vende en tres formatos de chocolate: con leche, negro y blanco.

Las piezas están elaboradas, además, con nuez, almendra y naranja. Una delicia que "gustó mucho y se vendió muy bien", pero a la que le faltaba algo más, "algo que invitara a los turistas a llevarlas de regalo y de recuerdo", señala Manjón. De ahí el nuevo diseño, en cajas de medio kilo, que ha conseguido dar la mejor imagen a la versión más dulce de San Félix.