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¿Pero qué hemos hecho?

Algo va mal: Asturias bajará del millón de habitantes y la cifra de mascotas ya supera a la de jóvenes menores de 20 años

Estos días hemos visto en estas mismas páginas dos noticias relativas a nuestra comunidad autónoma, distintas pero complementarias, y creo que ambas representativas de que algo marcha mal aquí.

La primera es que el número de habitantes de Asturias pronto descenderá del millón: los fallecimientos triplican a los nacimientos. Así de fácil. La segunda, que el número de mascotas censadas en Asturias, y hablamos solo de las censadas, es ya superior al de habitantes menores de veinte años. Y con esto último no es que esté haciendo un alegato contra los animales de compañía, que evidentemente no tienen culpa de nada, es simplemente una constatación estadística de una situación de hecho.

La consecuencia de ambos datos creo que es sencilla: en Asturias, y salvo oasis como Siero, nos estamos quedando sin juventud. Y algunas zonas, literalmente, despoblándose.

El propio presidente Adrián Barbón, al anunciar hace unos días que este año 2022 bajaremos del millón de habitantes, ya lo expuso como un dato que hay que dar sin paños calientes y sin rodeos. Buen sastre el que reconoce el paño, dicen, pero pienso que tampoco hay que ir muy allá para darse cuenta de lo que hay. Y con un añadido más: la causa principal sí que podrá ser que el número de muertes triplique al de nacimientos, que eso son matemáticas simples, pero los que somos padres con hijos en edad de salir al mercado laboral sabemos que muchos de ellos tienen que buscarse el futuro fuera de Asturias. Es lo que hay. Y con ello, su integración y su futuro desarrollo laboral, personal y familiar en otros lugares fuera de nuestra comunidad.

Y si hablamos del origen de esta situación, creo que evidentemente hay que buscarlo en una mala política económica que solo trató de resolver problemas puntuales con soluciones también puntuales sin querer o sin saber mirar al futuro de una forma global. Las prejubilaciones, y es un ejemplo por casi todos conocido, fueron el pan de hoy para algunos y el ocaso del mañana, hoy ya del presente, para muchos otros asturianos, sobre todo para los que viven en las zonas afectadas, que ven día a día como sus calles se quedan vacías y sus parques sin niños. No se han sabido plantear alternativas capaces de crear un tejido industrial y laboral que pudieran reemplazar al menos parcialmente los antiguos modelos económicos en extinción. Y ahora vienen estos lodos. Un buen marrón para las generaciones futuras.

Y creo que tampoco hay que buscar la culpa solo en quien en ese momento dispuso del poder fáctico y práctico en Asturias y al que ya han negado sus propios correligionarios, que al parecer todos desconocían sus andanzas e intenciones, sino también en la falta de una oposición eficaz y competente y que cada vez que llegó al poder se dedicó a tirarse los trastos a la cabeza dejando el interés de Asturias al margen de sus ocupaciones.

Ahora se nos anuncian políticas demográficas intensivas para intentar corregir la situación. Bonito nombre y bienvenidas sean, que nunca es tarde si la dicha es buena. Pero por favor, a quienes corresponda, pónganse de acuerdo para hacerlo todos a una, por el bien de todos, que esto no es cuestión de colores sino de que Asturias pueda salir adelante, que todavía quedamos padres a los que nos gustaría estar en el futuro rodeados de nuestros nietos, si llegamos a tenerlos, antes que de animales de compañía, con todo el cariño que se quiera hacia estos últimos.

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