Cosas de la vida

Ricardo Junquera

Ricardo Junquera

Esto que voy a contar hoy va de una conversación que tuve el pasado sábado por la mañana con un buen hombre que estaba pidiendo en la puerta de un supermercado. Al ir a entrar, no sé qué me dijo él del buen tiempo que hacía para estas fechas, y como yo le contesté y se ve que él tenía ganas de hablar y yo no tenía mucha prisa, pues nos salió esta conversación, que os resumo, en la certeza de que siempre tenemos mucho que aprender.

Me empezó a contar algo de su vida, de cómo había llegado hasta allí; era una persona con buena formación y debió de tener también su buena posición; pero la vida le dio un par de golpes seguidos que no quiso o no pudo superar. Le pregunté si vivir la vida como si fuera una aventura diaria le valía la pena.

–Mira – me contestó–, hay muchos que pensáis que la mayor aventura de la vida es poder cobrar y pagar con puntualidad; y todo lo que hacéis en vuestra vida es solo por eso, o quizá también por un poco de amor, o por algo de azar, o porque casi todo el mundo lo hace, y nada más. Y acabáis viviendo una monotonía definitiva que habéis hecho necesaria.

–Puede ser, le respondí. Supongo que esa rutina y esa seguridad serán parte de esa felicidad prometida que todos vamos buscando…

–Vale, pero buscar la felicidad es como buscar las gafas que llevas puestas. La felicidad está dentro y si entráramos dentro de nosotros nos daríamos cuenta antes. Lo que pasa es que somos muy torpes. La felicidad no es algo que se pueda comprar, como un piso o como un coche.

–Sí, pero ya me dirás dónde buscas tú la felicidad.

–Pues te digo, como una vez oí decir a Antonio Gala, yo ya hace mucho que no la busco. Me pasa con ella lo que hace años me pasó también con el amor. Supongo que si alguno de los dos tiene que volver otra vez a mi vida, llamarán antes a mi puerta. Pero no se puede andar por las esquinas buscando el amor o la felicidad. Eso no conduce más que al insomnio o a la resaca. Si tienen que venir que vengan; y, si no, que les den.

–Sí, amigo, pero vaya calidad de vida que me pintas con tu forma de vivir…

-–Claro, por todos lados os venden eso de la calidad de vida, algo que no creo que nadie sepa bien lo qué es. Y posiblemente sea una idiotez. O un invento de todos esos enemigos de la vida que os están intentando convencer permanentemente de que son del todo imprescindibles. Y no lo son. Primero hay que vivir y luego ya hablaremos de la calidad de vida.

–Bueno hombre, todo eso que dices está muy bien y casi vas y me convences, pero ¿qué dejas para el futuro?

–Mira, hay unos versos de Manuel Machado que dicen: "Que las olas me traigan y las olas me lleven, y que jamás me obliguen el camino a elegir". Eso es lo único que le pido al futuro; y en todo caso que la vida se tome la pena de matarme si cree que yo no me tomo la pena de vivir.

Y así lo dejé; volvió a sentarse a la puerta del supermercado, y yo volví a lo mío. Puede ser que tenga razón en eso de que la mayor aventura de nuestras actuales vidas sea la de poder cobrar y pagar con puntualidad a principio o a fin de cada mes. Qué se le va a hacer; creo que ya es tarde para intentar cambiar. Y ahora voy a trabajar, que, sí, hay que llegar a fin de mes. Hala, hasta la próxima.

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