Opinión | El Paragües

Bendición

Escuché la bendición de los Güevos Pintos. Compartí con el párroco don Fermín Riaño la preocupación por los agricultores y ganaderos que hacen que nuestras mesas tengan los ingredientes necesarios para sustento y que también hacen posible el soporte decorativo que celebrábamos ese día. Teníamos invitadas en nuestra casa personas de otra comunidad de España, que cuando llegaron tras la bendición nos dijeron que qué pasaba con este ayuntamiento, que nunca habían oído un pregón donde hubiese tanta crítica a su hacer. Les dije que no era un pregón, si no que debiera ser un saluda a los asistentes a las fiestas y que la gestión en nuestro Ayuntamiento, como seguro en el suyo, es mejorable, pero no nefasta como se planteaba, que se trataba más de un episodio de las filias o fobias que genera la percepción de la personalidad del Alcalde.

Personalmente considero que el apoyo institucional a la Sociedad de Festejos debe ser algo importante en el concejo y desde estas líneas abogo por ello, pero no era ese el espacio ni el momento para unas reivindicaciones y percepciones personales que pueden ser o no compartidas por el auditorio. Me fijé en las palmas y eran menos las que aplaudieron sus palabras que las que estaban caídas. La representación de una entidad, según mi criterio, tras cuarenta años representando a instituciones, exige más de la prudencia y el sentido de la eficiencia de nuestras palabras que de la visceral manifestación de emociones y sentimientos. Además ser presidenta de la Sociedad de Festejos de Pola de Siero, con la importancia que tienen nuestras fiestas, exige más altura de miras, aunque ya harán su trabajo los años. Si la calidad de nuestra representación institucional fuese tan mala como se manifestó, lo más probable es que se apunte lo dicho y "para la próxima te espero". No creo que así sea, porque nunca debe ser ese el estilo y es perjuicio para todos. Considero, y lo comparten conmigo muchas personas, que la presidenta debiera mantener entrevistas personales con el regidor, las necesarias, y decirle, mirándole a los ojos, haciendo ambos ejercicio de empatía, lo que deba decirle y no utilizar un ámbito celebrativo para ello. Eso para muchos es hacer política. Y ya saben, la política…

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