Cuando se inauguran estás líneas, la historia de Michael Jackson se encuentra en el punto herencia: castigados, padre y hermanos; premiados, madre e hijos, además de las ONG. Diana Ross, uno de sus referentes morales, queda de tutora de los hijos en caso de que la madre de la estrella no pueda hacerse cargo. Su ex mujer quiere ahora recuperar a los niños? Además, proseguía el asunto narcóticos y los seudónimos utilizados por Jackson para conseguir medicamentos. Cuando salga a la luz este artículo es probable que ya no valga nada de todo lo que aquí se escriba.

Pero eran este tipo de noticias lo que movía la figura de Jackson desde el fin de semana pasado. Su vida estaba en el cotilleo, también en el morbo.

Jackson falleció el jueves 25 de junio, en la madrugada española. Decían que había sido un mal chute de Demerol, un derivado de la morfina que en España se llama Dolantina. Y entonces nos pusimos todos a hablar del Demerol. Es esa capacidad de Michael Jackson para convertir en single superventas todo lo que toca. Es probable que el Demerol sea distinguido en breve con el fármaco de oro, platino, o así. Michael Jackson había entrado de lleno en este punto en la información médica y de las drogas. Eso sí, con algunas pinceladas de sus logros artísticos.

Jackson murió como la gente corriente: inesperadamente. Ocurre que cuando se trata de una estrella lo inesperado se convierte en alta traición de la vida. Una estrella (un estrellón, más bien, en el caso de Michael) da que hablar, da para calumniar y, sobre todo, da para que comiencen a salir especialistas en su vida y su música como si no costara. De pronto todos hacemos sesudos análisis sobre su obra artística y su intimidad: y las vidas son demasiado secretas como para saber con certeza qué se cuece en el interior un hombre, una mujer o en una familia. Por último, están los originales, que son los que, ante un fenómeno de masas como Jackson, suelen decir que a ellos se la bufa.

Aun con todo hubo tiempo para decir que Michael le dio una vuelta de tuerca más a la música popular, ni mejor ni peor que la que en su día le dieron Elvis, los «Stones», los «Beatles», Glenn Miller, Ella Fitzgerald, Bill Haley, Ray Charles, Frank Sinatra, Carl Perkins, Buddy Holly y tantos.

Así es: a estas alturas de la película no hay duda de que Michael puso la banda sonora a muchas generaciones, que su sonido es el sonido de muchos críos, hermanos mayores, padres o cuñados, y que sus danzas pusieron un punto nuevo en el mundo del espectáculo. También remachó con éxito la industria del videoclip con el celebrado «Thriller». En fin, cosas muy contadas, pero no lo suficientemente contadas en estos días cercanos a su muerte.

No se sabía, como es lógico, que Jackson iba a batir en ventas póstumas, es decir, una vez en el extinto limbo (de las estrellas) a nada menos que Elvis y John Lennon. Jacko es el último héroe del disco, del CD, ya lo es de Youtube, y lo será de todo tipo de sistemas de descarga.

Cuando se termina este artículo la situación es la siguiente: la familia comunica que sus restos no irán a «Neverland», su adorado rancho. Y veremos: cuando se cierra esta crónica quedaban días para su publicación, días durante los cuales el mundo privado de Jackson puede haber girado 360º (como el escenario de «U2») y nada valga de todo lo contado.

Lo mismo Michael baja a tomar un algo con Elvis por barrio de copas de Los Ángeles.