El último hallazgo de Atapuerca -el ADN obtenido del fémur de un homínido de la Sima de los Huesos-, lejos de resolver las dudas de los paleontólogos, ha servido para «poner sobre la mesa más de veinte preguntas» y confirmar que la evolución humana es «algo complejísimo, muy difícil de entender».

Así opina el codirector de Atapuerca José María Bermúdez de Castro del reciente hallazgo que permite conocer el genoma mitocondrial casi completo de un hueso humano de hace 400.000 años, que revela que el fósil analizado está más cerca de los denisovanos (una raza cuyos restos fueron descubiertos en la cueva Denisova en Siberia) que de los neandertales.

«Es muy importante para el estudio de la evolución humana porque se ha aislado el ADN más antiguo que se conoce en la historia de la humanidad», explica Bermúdez.

«Ahora queremos entender cómo ha evolucionado el hombre en nuestro continente y en otras partes del mundo y la genética nos está ayudando muchísimo a los paleontólogos a poder entender mejor esta historia evolutiva».

Sin embargo, mas que «hacernos entender», este hallazgo «nos ha generado muchas preguntas nuevas porque desde 1976, cuando aparece el primer fósil humano en la Sima de los Huesos, pensábamos que la relación con los neandertales era bastante próxima y directa».

«Es más, algunos investigadores habían pensado que el yacimiento podía catalogarse como perteneciente a Homo neanderthalensis y, sin embargo, ahora la genética nos dice que la Sima de los Huesos está más cerca de un humano que vivió en Siberia hace 40.000 años que de los neandertales».

«Ahora tenemos un nuevo y extraordinario reto», explica Bermúdez, «tenemos que intentar averiguar cómo se relacionan los neandertales con los humanos de la Sima de los Huesos, cuando en realidad en ellos encontramos muchos rasgos neandertales». También hay que averiguar si «el ancestro que buscaban los investigadores que trabajan en Denisova -buscaban un ancestro de un millón de años- quizá está en Atapuerca, lo cual también es sorprendente e interesante para nuestro yacimiento». En cualquier caso, «lo que está claro», asegura, es que «la relación de la evolución humana no es lineal».