El gran collar debe devolverse a la muerte del caballero
Oviedo, P. R.
El gran collar de la Orden del Toisón de Oro, cuyos eslabones están formados por piedras de fuego, de las que emergen llamas, y por pedernales estilizados para formar la letra «B», de Borgoña, debe devolverse al gran maestre a la muerte del caballero.
La familia puede quedarse con los otros dos atributos que se entregan: una miniatura del vellocino de oro que cuelga del collar y una insignia de solapa.
No existe un determinado protocolo para la entrega. Orden de carácter familiar, el Rey decide cuándo y cómo. A Simeón de Bulgaria se la entregó en el palacio de la Zarzuela, en el transcurso de una comida en la que se reunieron las dos familias. A Adolfo Suárez se la impuso en el domicilio del ex presidente, ya entonces enfermo.
En los casos de Víctor García de la Concha y Javier Solana, todavía no se conoce ni el cuándo ni el cómo; tampoco se sabe si será un acto conjunto o el Monarca decidirá entregar los collares por separado.
Considerada una orden cristiana, el duque de Wellington fue el primer protestante en ostentar la distinción. Además de la reina Margarita de Dinamarca, las otras dos monarcas distinguidas como «caballeros» son Beatriz de Holanda (1985) e Isabel II de Inglaterra (1988).
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