Oviedo, Javier NEIRA

Efectivamente, fueron 61 minutos de innovación israelí en estado puro, como había anunciado el día anterior Ahuva Spieler, consejera de Cultura de la Embajada de Israel en Madrid, así que el Kibbutz Contemporary Dance Company sumergió al público del Campoamor en una meditación profundísima, con constantes cambios y sacudidas emocionales. Una excelente apertura del festival de danza de Oviedo, que ofrecerá hasta junio otros seis espectáculos. El festival cuenta con el patrocinio de LA NUEVA ESPAÑA. Mañana se ofrecerá en la Laboral.

Buena entrada en el coliseo, y en el palco presidencial, el alcalde, Agustín Iglesias, con el embajador de Israel, Alon Bar. El espectáculo «Infrared», del coreógrafo Rami Be'er, arrancó con un nacimiento, una crisálida, aunque nada hubo de narrativo a lo largo de toda la hora, si bien, como había indicado el propio Be'er, cada cual fue libre de hacer sus interpretaciones, así que desde «El Jardín de las Delicias» de El Bosco hasta el tránsito de las escenas majas a las pinturas negras de Goya pudieron, si no adivinarse, al menos suponerse en el espectáculo. Las diez chicas y seis chicos del ballet desarrollaron agilidad, energía, buen hacer y con la creatividad de Be'er ofrecieron escenas fragmentadas en las que sucedían simultáneamente cosas muy distintas, con una música desde un Bach modificado hasta el tecno concreto y textos en hebreo y esas jotas tan marcadas. Un trilobites figurado y un extraño insecto sugerido hicieron de hilo conductor hasta convertir a los integrantes del cuerpo de baile en criaturas de una noche -sueños de la razón- que fue amaneciendo en colorido y luminosidad hasta regresar a una honda meditación de cierre que más que al aplauso -y hubo muchísimos- invitaba a la introspección. Enorme éxito del ballet de Kibbutz y su rayo de innovación, que sedujo a un público que demostró estar al tanto de la vanguardia de la danza.

Tras el espectáculo, el embajador, Alon Bar -especializado en asuntos estratégicos y también en el área de la cultura- declaró a LA NUEVA ESPAÑA que le parecía muy importante «la capacidad que tienen los artistas israelíes de expresar el conflicto humano, ya que a fin de cuentas la vida no es distinta del arte en sus muestras de dolor y en los sentimientos en general. Be'er tiene espectáculos con escenas más complejas, pero en éste ha regresado a lo sencillo. Hace la escena, el vestuario y escoge la música, es un artista total». Por su parte, el alcalde ovetense, Agustín Iglesias, indicó que «Oviedo tiene una intensa relación con Israel a través de la red de juderías y hoy, tras el encuentro con el embajador Bar, vamos a estrechar más esa relación estratégica, que se centrará en los lazos culturales pero también en todo lo relativo a la innovación tecnológica».