La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Un camino entre pucheros

La sidra se sirve en la tortilla

Marta Llavona está al frente del bar El Charcón, en la carretera de Piedrafita (Villaviciosa), un local sencillo donde manda la cocina casera hecha con mimo

Marta Llavona García y su hijo Diego Rotella Llavona, en el exterior de su bar, en Vallés, en la carretera de Piedrafita (Villaviciosa). ANA PAREDES

Villaviciosa es un concejo tan guapo como inabarcable. Aquí y allá, tanto por su costa como por su interior, surgen pequeñas carreteras que llevan a lugares asomados a Asturias de gran belleza y a lo largo de las cuales existen bares amables, de pueblo de toda la vida, donde se sirve comida casera pero también, y ahí está la sorpresa, un tapeo donde se nota cierta originalidad por parte de la cocinera.

Tal es el caso de Marta Llavona García, quien hace dos años se hizo cargo de un chigre clásico en la carretera de Piedrafita, adonde se llega tras coger en Villaviciosa la AS-332 hacia Sietes y, antes de llegar a este pueblo, se gira por la AVV-12 hacia Vallés y Rales. Allí, en Vallés, cocina cada día una gran variedad de tapas, en El Charcón, antaño pensión y hoy un chigrín sencillo y auténtico, de comida rica y buen trato, tras cuya barra está su hijo Diego Rotella Llavona, un chaval encantador que atiende a la clientela con prontitud y amabilidad.

El padre de Marta se enamoró del pueblo de Sietes y a él se trasladaron a vivir hace unos años. "Estando allí me dijeron que el local estaba libre y lo cogí yo. Le dimos un buen lavado de cara, lo arreglé todo, y aquí estamos, ofreciendo lo mejor que sabemos hacer, cocina asturiana pero también con algún toque", dice sonriendo.

El local, pequeñín, con cuatro mesas en el interior y casi el doble en su terraza, parte de ella cubierta, se mantiene fiel a su personalidad de bar de pueblo de toda la vida, y casi parece que está uno sentado a una mesa familiar, tal es lo que se sirve, quien lo sirve y la cantidad que se sirve, más que en cualquier otro establecimiento rural. Marta Llavona lleva cocinando, como ella dice, desde los 15 años, y tuvo como gran maestra a su madre, Ana María Leonor. Trabajó a lo largo de estos años en diferentes locales de hostelería y al tiempo realizó varios cursos de cocina.

Tapas, bocadillos y platos combinados es lo que prepara esta mujer, con ingredientes y combinaciones muy particulares. Así, algunos de sus platos estrella son la tortilla de patata a la sidra, les llámpares, que prepara al estilo clásico, o el arroz con llámpares. La tortilla rellena de jamón y queso también gusta a su clientela, al igual que la degustación de tapas de fabes, que prepara al cabrales, con almejas, con calamares, con conejo, con pitu o con caza.

Llavona elabora guisos de caza y manitas de cerdo, por encargo, además de contar con callos en temporada, escalopines, setas a la crema o pulpo al ajillo. Tiene diversos platos combinados y ofrece la posibilidad de que cada cual pida el que le apetezca, aunque en este último caso deben encargarse previamente. Eso sí, en su carta tiene al menos cuatro combinaciones diferentes donde no faltan huevos, patatas, bacon, atún, ensalada, croquetas, lomo o chorizo.

En su terracina presta mucho comer observando el paisaje que se asoma a nuestra mesa: la sierra del Sueve, el Tiatordos, Vízcares, parte de los Picos de Europa y los pueblos de Anayo y Sietes.

El chigre tiene una capacidad para dieciséis personas y para unas veinticuatro en la terraza principal. Abre todos los días de la semana. Por encargo prepara todo tipo de comidas. Basta llamar al teléfono 676989570.

Compartir el artículo

stats