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Un camino entre pucheros

El Busgosu come en Pen

Salomé Díaz abre en el pueblo de Amieva el bar-tienda Casa Tin en un local donde antaño estaban las escuelas, de las que aún conserva algún pupitre

Algunas casas del pueblo de Villaverde vistas desde Pen.

En muy pocos lugares se puede ver al rey de los bosques asturianos según nuestra mitología, el Busgosu, y uno de ellos está concretamente en Amieva, habitando uno de los rincones de la ruta del Beyu Pen, que se inicia en Santillán y que finaliza en el pueblo de Pen, en un recorrido de siete kilómetros por la naturaleza. Y es que hasta Pen se puede ir caminando por el bosque pero también por carretera, en este caso cogiendo una desviación a la izquierda que pone "Cirieño, Pen, Villaverde" una vez nos desviamos antes en la vía principal, para entrar en dirección a San Juan de Beleño.

Ya al poco de empezar a subir se puede disfrutar de la inmensidad de un paisaje que se cuela por la ventanilla y se engancha en el espíritu. Una vez dejado atrás Cirieño, otro pueblo no menos guapo, unos kilómetros más arriba encontramos Pen. Allí está la panera más grande de Asturias, con catorce pegollos, y también el primer bar-tienda, que desde hace tres meses abrió Salomé Díaz Arduengo, nacida en Pen y que tras vivir unos años en Gijón volvió a su pueblo natal para poner en marcha este local entrañable, pequeñín y afayadizu, que se ubica donde estaban las antiguas escuelas del pueblo, y que abrió tras unas obras de restauración. "Yo tengo una casina frente al lugar donde acaba la ruta y mucha gente me preguntaba si había un bar en el pueblo para beber y comer algo. No lo hay, pero igual el año que viene lo pongo yo", dice que bromeaba. Y, al final, lo puso. Y con éxito.

Ilusión, amor por su pueblo, ganas de trabajar y el apoyo incondicional de sus vecinos, de quienes, dice, siempre le han animado a ello, no le faltan. Con el nombre de Casa Tin en honor a su padre, Vicente, hombre muy querido en el concejo y que fue concejal durante varios años, este bar-tienda ofrece tapas y platos elaborados por Salomé, que siempre tuvo muy buena mano con la cocina, y servidos por una mujer afable y atenta como es Amor Zaragoza González, quien se encarga del comedor y la barra.

Así, entre las especialidades de Salomé están el hígado encebollado o al ajillo, croquetas caseras, carne guisada con patatinos o un buen plato de patatas, huevos y chorizo frito. Dependiendo del día, pues va variando, también puede haber sopa de hígado, pitu caleya con patatas, pote o fabada. Se sirven también boronchu, tablas de embutidos y, por encargo, boroña preñada, cordero al horno y cachopo con jamón y queso de los Beyos o de cecina y queso de cabra. En postres, por supuesto, el queso de los Beyos, el dulce casero y tarta de queso. También hay sidra.

En el interior del local, a un lado, conserva algunos viejos pupitres que restaurará su marido, carpintero, y, tras la barra, la tienda, donde hay un poco de todo. Fuera tiene una terraza "mínima", muy disputada con buen tiempo. Cuenta con aparcamiento junto al antiguo lavadero. Al llegar al pueblo hay que entrar a la izquierda por el segundo acceso, más ancho, que está indicado con la palabra "bar" en un cartel de madera sobre el pegollo de un hórreo. El fin de semana es imprescindible reservar en el 645401130. Cierra los lunes. Y si no encuentra al Busgosu por el bosque, no se preocupe, igual es que está comiendo en Pen.

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