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Curro Carreres: "Con 'Faust' le hablo a mi generación, es mi compromiso"

El director de escena de la ópera que se estrena el domingo defiende el uso de desnudos para la escena de la orgía: "Es un recurso artístico"

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Ensayos de la ópera "Faust" en el teatro Campoamor.

Curro Carreres, es el director de escena de la ópera "Faust", que el domingo a las 20 horas se estrenará en el Teatro Campoamor. Encabeza un equipo artístico que cuenta, entre otros, con la presencia de Antonio Perea, bailarín y coreógrafo, e Italo Grassi, quien ha diseñado la escenografía de esta nueva producción de la ópera de Gounod que se verá por primera vez en Oviedo.

El proceso para llevar a la escena una ópera como ésta es muy largo. Carreres y su equipo llevan más de un año trabajando en el proyecto. "Incluso con el director musical ha habido mucho que hacer, porque teníamos que decidir las escenas que se eliminarían. Algo que en 'Faust' es especialmente importante por las distintas versiones que existen", detalla Carreres.

Conectar con nuevos públicos es algo que todo el equipo considera fundamental. "Se necesita gente joven que venga, disfrute, y luego vuelva", insiste Antonio Perea. Para Carreres, "el hecho de que la gente venga al teatro y nos regale tres horas de su tiempo es algo maravilloso, por eso tenemos que arriesgar en nuestra propuesta, y mostrar algo nuevo. Me interesa hablarle a mi generación. Es mi compromiso".

Perea explica su trabajo centrándose principalmente en las escenas del Walpurgis y la kermesse. Su función es explicar al coro y la figuración los movimientos que deben realizar. Cuenta desde 2007 con su propia compañía en Madrid, y posee una amplia experiencia en el terreno de la ópera y la zarzuela. Por ello, reconoce que difieren mucho las coreografías que se realizan para bailarines de las que se pueden plantear a los cantantes o a la figuración que, en su mayoría, no están acostumbrados a bailar. "Afortunadamente yo consigo que bailen, y muchas veces ni ellos mismos creían que podían hacer eso. En el caso de la ópera la coreografía es realmente interesante, porque el movimiento también contribuye a desarrollar el perfil del personaje", menciona.

Perea y Carreres ya colaboraron juntos previamente, cuando se programó en Oviedo "Samson et Dalila" en 2015. Reconocen que han sido fieles al libreto, pero eso no quiere decir que esta nueva producción sea heredera de la tradición escénica decimonónica, como apunta Italo Grassi. La escena de la orgía, presente en el texto, se mantiene, y no debería generar conflicto. Para Perea "los desnudos siempre que se traten bien pueden ser bonitos y no tienen que ser vulgares, si sabes complementarlo con las luces y el vestuario", indica el escenógrafo, quien señala nuevamente a "Samson et Dalila" como ejemplo de ello. Para él lo que de verdad importa "es crear algo bonito y bello".

Carreres dice sentirse sorprendido con el hecho de que la orgía que se pondrá en escena "genere en el 2016 tanta expectación en el público y no lo provoque un parricidio, porque la protagonista mata a su hijo". Y añade: "Aunque hayamos hecho una transposición de la ópera para hacerla más contemporánea, lo que en ella se cuenta y también los personajes son mitos clásicos. Por ello, es interesante pensar en los valores del hombre de hoy en día y en esa cosificación que sufre la sociedad actual". Para Carreres "el desnudo es un recurso artístico, que yo defiendo, y me parece fascinante, que se ha incluido desde siempre en la historia del arte. Creo que el cuerpo humano es una obra de arte en sí misma, y no me refiero a unas tallas en concreto. Precisamente la captación del desnudo es la aceptación de la propia fisiología humana, pero sin sexualizarlo. La gente no puede imaginarse la carga sexual que está recibiendo diariamente con la publicidad". En el caso de la versión de "Faust" que veremos en el Campoamor, prosigue Carreres, es Mefistófeles quien conduce al protagonista hasta el Walpurgis, que es su reino, "y allí le ofrece los placeres más carnales y hedonistas, y las bellas de la antigüedad, que en nuestra producción no están encarnadas por dos modelos, sino por dos señoras estupendas de mayor edad. Se da así la paradoja de que Fausto es quien desafía la mortalidad en un mundo en el que se busca una aparente juventud eterna". "Es algo que está a la orden del día", apunta Perea.

Cuando Italo Grassi recibió la propuesta de Carreres, ambos se centraron en recrear metafóricamente el viaje de Fausto. Grassi comenta que si realmente se quiere actualizar la acción de esta ópera, como es el caso, debe romperse con la escenografía tradicional del siglo XIX. "Nos hemos inspirado en el arte contemporáneo, en la publicidad, en la moda, en las performances. El camino que recorren Fausto y Mefistófeles es peligroso e inestable, y hemos querido que la escenografía lo evidenciara, por lo que no hay en ella un equilibrio". Su inspiración para este título proviene del arte contemporáneo, en especial de Michelangelo Pistoletto y la "Venus degli stracci" (Venus de los harapos).

Expone Carreres que la contemporaneidad de "Faust" es tremenda, y puede verse perfectamente en el personaje de Marguerite. Cómo comienza la ópera siendo una gran estrella, y por intervención de Mefistófeles termina embarazada y repudiada, perdiendo todo lo que tenía. "Es muy actual porque hemos visto que gente de tremendo éxito, como Alexander McQueen o Robin Williams que han llegado a suicidarse, y eso es porque a pesar de su fama, su alma estaba herida".

Aunque nos ceñimos al texto, esa búsqueda de actualidad conlleva que algunas escenas tengan connotaciones distintas. Por ejemplo, "en la escena de los soldados quisimos romper con el belicismo propio del siglo XIX, ya que hoy es insostenible", según dice Grassi, para poner en escena, como comenta Carreres, "a soldados que no quieren volver a la batalla. El texto es el mismo, la música también, pero el sentido no". "Nosotros no somos los autores, como lo fue Gounod, somos quienes recreamos esa atmósfera que el compositor quiso mostrar en su obra", afirma Grassi.

A la hora de diferenciar esta producción de "Faust" del resto, Carreres hace hincapié en el trabajo con los personajes secundarios. Siebel, Marthe, o Valentín no están muy definidos en el libro y el hecho de darles más transcendencia de la que a priori cabe esperar, es algo diferenciador. Por su parte, Perea reconoce que lo más atractivo es esa contemporaneidad de la producción, una buena excusa para atraer nuevo público.

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