"Para una generación que ha crecido con dispositivos digitales desde la cuna, ¿serán muy importantes los vestigios materiales del pasado?". Esta pregunta se la hacía en 2010 Maxwell Anderson, entonces director del Indianapolis Museum y ahora al frente de la New Cities Fundation de Nueva York, en un artículo publicado por el Museo del Prado titulado "El Museo y las nuevas tecnologías". Es un texto que Alfonso Palacio, director del Bellas Artes de Asturias, tiene presente al hablar de la actualización tecnológica de los museos. Aunque el texto de Anderson ha sido adelantado por los vertiginosos cambios tecnológicos, su advertencia pervive: los museos tienen que abrirse al mundo digital para captar nuevos públicos y de nuevas maneras para mantener su puesto de relevancia social. Este experto reflexiona sobre la posibilidad que la web para de atraer visitantes que, de otra manera, no irían jamás al museo. "El acceso remoto a obras de arte originales se está convirtiendo en una necesidad.(...) La llegada de la música grabada no redujo ni el valor ni la demanda de música en directo, coexisten sin problemas y se benefician recíprocamente. El verdadero asunto ya no es lo que el ojo ve cuando está delante de un original; como escribí hace muchos años, 'La Mona Lisa' se ve mucho mejor en una pantalla en Iowa que de pie delante del original, con una luz tenue, detrás de un cristal antibala y ultravioleta y tras la catenaria. (...) La mayoría de las personas que visitan un museo pasan unos tres segundos delante de una obra de arte".