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OVIDIO PARADES | Escritor

"Quiero que acabe 2016 antes de que pase algo más porque fue un año duro"

"Lo positivo de estar en paro es que pude hacerme cargo de la enfermedad de mi madre y estoy disfrutando de ella"

El escritor Ovidio Parades, en la Facultad de Ciencias de Oviedo. IRMA COLLÍN

-Estoy bien, pero 2016 fue duro y quiero que acabe pronto, antes de que pase algo más.

-Vicisitudes de 2016.

-Sigo sin trabajo desde que cerró la librería Trabe hace 5 años. Escribo constantemente, pero no vivo de ello. Había cambiado de casa. A finales de 2015 mi gata enfermó y a mi madre, que tiene espondilitis anquilosante, una enfermedad degenerativa, dejó de funcionarle el tratamiento. Sentí la necesidad de escribir un diario puro y duro que durase 6 meses.

Ovidio Parades (Oviedo, 1971) publicará en marzo ese diario con el título "Los días raros". Se suma a "El extraño viaje" (2010), "Ventanas compartidas" y a su novela "El tiempo que vendrá" (2012), entre otros.

-La gata.

-"Francesca", persa, 8 años -los gatos suelen vivir 18- sufría una enfermedad del estómago. Tardaron tres meses en dar con ello, la operaron, fue largo... Es mi primer animal doméstico y me sorprendió la lealtad. Mi amigo el poeta José Luis Piquero dice que es una gata-perra porque es muy cariñosa. Conoce mis estados de ánimo y mis movimientos.

-Hable de su madre.

-Se llama Nuria. Tiene 67 años y un carácter sosegado, diferente al mío, que soy acelerado. Esperó hasta agosto, con dolores y sin poder adelantar la cita por las esperas de la sanidad.

-Agosto cae fuera de lo que contará el diario. ¿Cómo está?

-Ahí siguen las vicisitudes. Le dieron un tratamiento experimental que funcionó divinamente, pero a los dos meses sufrió un infarto. Las 48 horas siguientes eran decisivas y en ellas relativicé los problemas de la gata y el paro. Ha tenido una buena recuperación, sin secuelas. Es muy protagonista de mi diario y de mi vida.

-El paro le ha permitido algo que no logran todos los hijos: cuidar a su madre enferma.

-Lo positivo es que puedo hacerme cargo de lo de mi madre y estimularla a que salga más llevándola de paseo. Ella piensa que le hago un favor, pero me lo hace ella a mí... estoy disfrutando de ella. Cuando los padres llegan a una edad uno aspira a disfrutar de ellos lo máximo posible.

-Su padre.

-Se llama Ovidio. Trabajó en Telefónica y nos parecemos en el carácter. También me llevo muy bien con él, pero no le gusta salir mucho en lo que escribo. Tengo una hermana, María.

Licenciado en Filología Española (le decepcionó, pese al buen recuerdo de Magdalena Cueto con el aula llena a primera hora) quería ser periodista pero.

-Me daba pereza ir a estudiar a Madrid. Soy muy familiar. Sabía que había más posibilidades allí, pero Oviedo no era lo que es.

-¿Cómo era?

-Más cultural y participativo, con la Santa Sebe, donde muchos nos refugiábamos del resto del mundo.

-¿Cuándo se jodió?

-A partir de esta crisis o de que nos hicimos mayores. Algún día se verá el alcance del desastre. Las primeras 70 páginas del último libro de Margaret Atwood, "Por último, el corazón" definen la crisis de un modo que me ponía la carne de gallina leerlas.

Empezó a escribir a los 8 años, en la cocina de casa, los sábados por la mañana inventándoles historias a "Zipi y Zape" y "Los Cinco". Tiene un armario lleno de escritos de todas las edades.

-El paro le ha hecho escritor a tiempo completo.

-Puedo escribir porque mi marido, Íñigo, tiene su trabajo en ediciones Nobel. Escribir es duro y no ves resultados. Hay mucha gente escribiendo y la cultura no está pagada ni valorada ni respetada. Intento hacerme hueco y ser positivo porque tengo apoyo. Conozco gente que perdió el trabajo, acabó los subsidios, no tenía apoyo familiar y está pidiendo. Dicen que está acabando esta crisis demoledora, pero no sé para quién.

-¿Es el escritor que quería?

-Lo intento. Soy muy exigente y con los años, más.

-Sus temas -el amor y las relaciones humanas-, ¿se agotan?

-Hay miles de parejas e historias que puedes imaginar. Me interesa el mundo femenino, la manera en que las mujeres se comportan y cómo se enfrentan a los problemas. Puedo ver películas y obras de teatro de mujeres y no me canso... películas interpretadas por Bette Davis o dirigidas por John Casavettes. También me interesa el paso del tiempo.

-¿Cómo lleva el suyo?

-Como puedo. No es que me encuentre más gordo o con más arrugas, es que te das cuenta de que "Mujeres al borde de un ataque de nervios", que tanto me gustó, se rodó hace 30 años. Me pregunto dónde se han ido a pesar de que he intentado vivir de la mejor manera, divirtiéndome y empapándome de lo que me gusta: la literatura, el cine y el teatro.

-En abril hará 7 años que se casó, ¿nota la normalización?

-Totalmente. Hay gente a la que hay que hacérselo ver y lo acaba viendo porque es muy sencillo. Pero cuando miro atrás...

-Mire.

-Descubrí que era homosexual con 9 años y no tuve un problema de aceptación personal. A finales de los setenta el entorno era cruel y el niño diferente lo pagaba.

-Sufrió acoso escolar.

-Durante años, ante la indiferencia de curas y profesores. Eso machaca, pero en la primera juventud descubres a Almodóvar, John Waters, Fassbinder, Capote y que no estás solo en el mundo.

-La sociedad va mejorando.

-Y cuando sales de noche descubres que gente cercana también puede ser homosexual. Cuando Zapatero aprobó la ley de matrimonio homosexual nos puso a todos en el mismo escenario. Para mí es un momento fundamental de la historia de España. Siempre dije que no me iba a casar, pero conocí a la persona que creía adecuada y me casé, también para visibilizar esa ley. Hay gente con miedo y siguen los ataques homófobos, pero hay que tirar para adelante y vivir sin que importe si le parece mal a una vecina.

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