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JORGE CAMINO | Arqueólogo, acaba de leer su tesis sobre la vía romana de La Mesa

"En Oviedo hubo presencia romana, pero hay pocos datos para saber cómo fue"

"La investigación arqueológica en Asturias está bajo mínimos, en 30 años apenas se leyeron tesis: entre todos la mataron y ella sola se murió"

Jorge Camino, en la catedral de Oviedo. MIKI LÓPEZ

Atraído por la imponente obra de ingeniería que los romanos dejaron en la vía de La Mesa durante la conquista de los territorios del Norte, el arqueólogo Jorge Camino Mayor decidió posponer sus investigaciones castreñas y dedicar los últimos dos años a conocer en profundidad una calzada que, junto con la vía de La Carisa, fue hasta el siglo XIX la principal ruta de comunicación de Asturias con la Meseta. El resultado es la tesis doctoral presentada, con sobresaliente cum laude, en la Universidad de Alcalá de Henares bajo la dirección del catedrático de Prehistoria, el también asturiano Rodrigo de Balbín. Camino, buen conocedor del mundo castreño y de la conquista romana, fue arqueólogo de la Consejería de Cultura y del Museo Arqueológico de Asturias. En la actualidad, ubicado laboralmente en el Instituto de la Juventud del Principado, descarta volver al mundo de la arqueología de campo, pero tiene intención de concluir y publicar el estudio que dejó apartado sobre los castros de la ría de Villaviciosa.

-Fue codirector de las excavaciones de La Carisa, ¿por qué elige la vía de La Mesa para su tesis doctoral?

-Me sorprendió. Entré en contacto con La Mesa a raíz de las investigaciones en la vía de La Carisa, con la que se asemeja mucho. Cuando llegué no percibí la entidad que podía tener la infraestructura viaria porque lo que hoy está señalizado como vía romana es la manifestación más tardía de la evolución de ese camino.

-¿Con qué se encuentra allí?

-Me encuentro con una carretera de casi 200 kilómetros, con anchuras de seis metros en la plataforma de la calzada -eso me llamó la atención- y con mucho poblamiento prehistórico y medieval en su entorno. Un corredor que reúne todo un mundo a lo largo de dos milenios. Estamos hablando de una de las vías más altas del Imperio romano, quitando las de los Alpes, que no estaba explicada y que nunca se había abordado.

-¿Cuál era el recorrido de la calzada?

-Sánchez Albornoz había dicho que es una de las vías romanas mejor conocidas de Europa, pero fuera de Asturias es desconocida. Hacía falta saber desde dónde hasta dónde iba. Se decía que nacía en Astorga, pero arranca de Puente de Órbigo, un cruce de caminos por el que pasan las vías que van a Aquitania y a Tarraco, también la militar que va a León, que es la de la conquista del Norte, y otras que permiten a cualquier viajero moverse en poco tiempo por la Península. En Asturias, el recorrido llega a la desembocadura del Nalón, en las inmediaciones de Flavionavia, cerca de Pravia, pero intercepta cerca de Cabruñana con la vía que viene de Lucus Asturum (Lugo de Llanera) a Lucus Augusti (Lugo). En Asturias deja de ser una calzada pegada al valle, como era en León, para encaramarse en las sierras y encadenar todo cordales durante más de 60 kilómetros.

-¿A quién atribuye su trazado y construcción?

-Al Ejército romano. Es una vía de la conquista análoga a La Carisa en su proyecto constructivo, se puede decir que son vías gemelas. En La Mesa se han localizado tres campamentos similares a los de La Carisa. El Ejército romano compartimentó el territorio con trazados perpendiculares a la costa por los que entran las tropas y sirven de control y de dominación ante cualquier revuelta.

-¿Qué supone para aquella sociedad indígena del siglo I?

-Son los caminos de la romanización, los medios por los que el Ejército penetra en unas tierras indómitas. Las carreteras abren un territorio a las comunicaciones y a la interrelación con un mercado, con una sociedad más amplia. Hasta entonces no hay calzadas que permitan la circulación de carros.

-¿Cuál era el interés de la ruta elegida?

-La cercanía del mar. Flavionavia está próxima a la desembocadura del Nalón y es uno de los centros más romanizados, una de las civitas que cita Ptolomeo, posible centro administrativo de los pésicos, con una densidad de ocupación romana relevante, casi equiparable a Lucus Asturum y al entorno de Gijón. La vía abre una ruta que pone en contacto los centros administrativos de Astorga y León con el mar. Además, La Mesa está más al Oeste que La Carisa y permite la comunicación directa con gran parte de la minería del oro del occidente asturiano.

-Sin embargo, La Carisa tiene mayor protagonismo en el centro.

-Sí. Cerca del 70 o el 80 por ciento del poblamiento romano que conocemos en Asturias está en torno a La Carisa. En ese sentido tuvo más protagonismo, pasa al lado de Oviedo y atraviesa lo que luego sería Lugo de Llanera, de la que se ha dicho que era la capital de los astures trasmontanos, pero de la que sabemos muy poco. Es una pena que no se llegara a excavar en extensión porque se han encontrado materiales de interés.

-¿Cuál era la situación de Oviedo en ese momento?

-No estamos en condiciones de afirmarlo. Que podamos decir que hay vestigios romanos ya es un gran avance porque hace 30 años no se conocían. Está claro que hubo presencia romana, pero no sabemos de qué naturaleza. No tenemos restos de construcciones residenciales y eso nos deja sin base para hablar de un enclave poblacional. Es curioso que todos los vestigios, pocos pero significativos, estén asociados a fuentes (Rúa, Foncalada y los restos del Arqueológico bajo el aljibe medieval). Podemos estar hablando de ninfeos, fuentes con un carácter salutífero, mágico, religioso. Es sólo un indicio, pero es curioso que los principales hallazgos aparezcan en torno a fuentes. Invita a pensar.

-¿La presencia de fuentes puede indicar la existencia de núcleos más o menos habitado?

-Está claro que Oviedo no era un monte, era un sitio elevado, próximo a la principal vía de comunicación. Están la villa de Paraxuga, los restos del Naranco... un conjunto de datos a tener en cuenta, al lado de la zona más romanizada de Asturias, es decir, aquí hubo presencia romana, pero no sabemos qué carácter tenía. Desde luego no estamos ante una población destacada, más bien formaría parte de esa dispersión de la presencia romana que se aprecia en otros enclaves. El mismo Lucus Asturum no está claro que fuese un núcleo cerrado sino un conjunto de villas señoriales.

-¿Son diferentes las cosas en Gijón?

-Indudablemente.

-Hay quien sostiene que no se puede hablar de núcleo urbano sino de un asentamiento privado de carácter doméstico.

-Es incuestionable que es más que doméstico. Ahí sí podemos hablar de un núcleo de poblamiento residencial, también fragmentariamente conocido, por desgracia. Hay muchos aspectos que no están bien documentados o fueron destruidos por la ocupación de la ciudad medieval, pero la entidad de las obras y de las funciones económicas que representaron no se pueden negar. Entonces ya era uno de los principales puertos del Cantábrico, contaba con una fábrica de salazones y una etnia, los cilúrnigos. No podemos hablar de una ciudad equiparable a algunas mediterráneas, pero estamos hablando de un núcleo de población de cierta relevancia.

-¿Pudo ser un centro señorial que acaparó la población en su entorno?

-Su naturaleza no está resuelta, pero es indudable que fue un importante núcleo de población. Plinio ya se refiere a la antigua Noega. Esa población abandonó la Campa Torres en un momento de la romanización y posiblemente se asentó en todo el entorno de Cimadevilla y los aledaños de las villas romanas que hay en las proximidades. Negar el carácter poblacional de Gijón en época romana no tiene sentido. Además, ¿dónde está demostrado que eso era solamente una posesión señorial? Hay muchos más datos que dicen lo contrario, por ejemplo una muralla de casi un kilómetro equiparable en su construcción a la de cualquier ciudad bajo imperial. No se puede pensar que eso lo paga un señor y que dentro únicamente se encontraba la residencia señorial. Dónde está esa residencia.

-¿Qué queda por hacer en Asturias en el terreno de la arqueología?

-Queda mucho por hacer y por investigar. El mundo castreño se conoce poco y está muy abandonado; la transición del mundo romano a la Edad Media, la presencia visigoda siempre es muy interesante. También el final del Neolítico y los poblados de la Edad del Bronce son grandes desconocidos. El Paleolítico se estudió mucho más, pero faltan obras de síntesis. La investigación arqueológica está bajo mínimos. En los últimos treinta años apenas se leyeron seis tesis y las cosas van a tardar en mejorar.

-¿Qué parte de responsabilidad le toca a la Universidad?

-Entre todos la mataron y ella sola se murió. La arqueología hay que hacerla en equipo, en Asturias eso fracasó y cada arqueólogo tiró por su lado. Perdida la oportunidad de la Universidad, quien asumió la capacidad de la investigación fue la Administración autonómica, a la que no le interesa nada este tema. Luego, un conflicto entre la Administración y la Universidad por la asunción de competencias.

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