El Museo Evaristo Valle sigue ofreciendo agradables sorpresas a los aficionados. Mañana, domingo, se inaugurará "1898-2018. Cuba en la colección del museo", exposición de una cuarentena de piezas que ofrece una muy interesante novedad: ocho obras en tinta y papel de una serie que Antonio Saura, Roberto Matta y José Luis Posada crearon en la isla en enero de 1968, coincidiendo con las sesiones del Congreso Cultural de La Habana.

Una colaboración de los tres grandes artistas, poco conocida pese al notable interés de los resultados, que es una muestra de la riqueza del fondo que Posada depositó en el Evaristo Valle en 1998, tras el regreso a su Asturias natal. El artista maliayo, nacido en 1929, marchó de niño al exilio, junto a su familia, tras la derrota republicana en la Guerra Civil. Muy identificado con la revolución castrista y fundador de la revista "El Caimán Barbudo", fue profesor, uno de los más destacados creadores cubanos de la segunda mitad del siglo XX y un maestro en el arte de la litografía.

En esta exposición cubana del Evaristo Valle, que coincide con el ciento veinte aniversario del llamado "Desastre de 1898" (la guerra hispano-estadounidense y la pérdida de Cuba y Filipinas, las últimas colonias del que fue Imperio español) se incluyen nueve calografías de "La ciudad herida", bellísima serie de Posada.

En esta muestra, que estará abierta al público en las instalaciones de Somió hasta el próximo 29 de julio, no podía faltar obra de Evaristo Valle. El pintor pasó su infancia en Puerto Rico y tuvo siempre una vinculación sentimental con las tierras de ultramar, a cuya administración colonial sirvió su padre. A la vuelta de su viaje a Cuba en 1928, el gran artista gijonés pinta el óleo "Pelea de gallos". Un cuadro excepcional que, como contó ayer la especialista Gretel Piquel, mereció reproches del crítico José Francés por su "indigenismo". Eso es, precisamente, lo que nos interesa hoy y lo que hace de Valle un adelantado. También se cuelga "Las morenas de azul", otro óleo de temática cubana pero firmado en 1949.

Muy interesantes son también las dos series fotográficas del artista cubano Simón Escobar. Imágenes en blanco y negro en las que su autor se interesa por la figura humana y la vida cotidiana. Están tomadas en dos momentos muy distintos del recorrido de la Revolución cubana: a finales de los sesenta, cuando los sucesos políticos de la isla caribeña aún eran vistos con simpatía en muchas partes del mundo, y en los años de crisis y extrema austeridad del denominado "período especial", a principios de los años noventa.

Y no podía faltar en esta grata "1898-2018. Cuba en la colección del museo" el gran "Paquebote" que el recordado Rodolfo Picó pintó en 2009. Es un acrílico sobre lienzo de dos metros por dos metros en los que el pintor asturiano, de cuya prematura muerte se ha cumplido un año, acierta a sintetizar su manera de entender la pintura, una suerte de melancolía y jovialidad expresiva.