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"Veo por fin la posibilidad de un cine asturiano"

"Nacho Vegas y yo tenemos un espacio creativo y político en el que estamos cómodos; a la hora de contar esta historia con música tenía que estar él"

Ramón Lluís Bande, ayer, en Gijón. ÁNGELA PÉREZ CAMBLOR

Al fin un asturiano con película en la sección oficial del FICX. Es Ramón Lluís Bande (Gijón, 1972), que llenó ayer el teatro Jovellanos para la presentación de "Cantares de una revolución". Una obra en la que participa el cantautor Nacho Vegas y en la que Bande prosigue su personal y premiada indagación fílmica. "Lo que yo reivindico es la utopía", afirma.

-¿Por qué se planteó hacer una película sobre la Revolución del 34 y su cancionero?

-Surgió de dos proyectos. Nacho Vegas y yo trabajábamos en una serie sobre momentos de la historia de Asturias en el siglo XX. Vimos que la música popular daba muchas pistas para ciertas reconstrucciones. Yo trabajaba, además, en la figura de Belarmino Tomás. Se produjo una confluencia. En el 34 hubo mucha música popular. Es interesante, además, que bastantes canciones estaban escritas por los revolucionarios. Captaron la esencia y emoción de aquella Revolución.

-Por qué Belarmino Tomás?

-Es la figura política más importante del siglo XX en Asturias. Participa en las huelgas del 17, cuando era un guaje; tiene un papel fundamental en la UHP; se convierte en la persona de la República en Asturias y acaba convertido en el presidente del Consejo Soberano (de Asturias y León). Companys es un chiste al lado de Belarmino Tomás. Y hay que ver cómo se trata a Companys en Cataluña y cómo a Belarmino en Asturias. El pasado condiciona el presente: ¿por qué no se recuperó esa figura en la Transición? Entre los que enterraron su memoria está el delincuente Villa. Cuando la izquierda traiciona su pasado, se equivoca.

-Está ese hilo de Belarmino Tomás, pero las canciones tienen gran protagonismo...

-El reto era cómo contar la historia, la Revolución del 34, a través de canciones y con la complicidad de Nacho. Éste toma una música popular y la trae a nuestros días. La película reivindica el 34 y es también una celebración.

-Hay una historiografía que ha reinterpretado el 34, pero lo cierto es que mucha gente mayor ha conservado el recuerdo de las canciones.

-La música popular fija los acontecimientos. En las Cuencas siguen vivas, te las cantan como parte de su memoria emocional.

-Para mí la película es un musical, aunque distinto.

-Sí, sí, yo defino su identidad como la de un musical. La película avanza por lo que cuentan las canciones. Hay ocho canciones contextualizadas en espacios determinados.

-¿Usted quería hacer un musical?

-Sí, una vez que decidimos que la base serían las canciones. Y también me apetecía hacer una película leída. Se puede filmar la palabra porque el oído es más inteligente que la vista. La película como si se escuchara un disco y, a la vez, se leyera un libro. De ahí la cita inicial de Albert Camus.

-Canciones y, también, los espacios de la Revolución...

-Son espacios de la memoria política y emocional colectiva. El cine es un arte capaz de sumar en un plano visual varias capas de tiempo. Se ve en la secuencia rodada en el parque Dorado, en Sama, donde juntamos a militantes socialistas y comunistas mayores delante del quiosco que fue un polvorín: Maricuela, Quilino el de Polio, Vicente Gutiérrez Solís... Volvimos a la UHP.

-¿"Cantares..." cómo enlaza con otras películas suyas?

-Bueno, en que dejamos hablar a los espacios: adquieren una resignificación. Fue importante, por ejemplo, incluir una secuencia de la Mina San Vicente. Y en que generamos relatos contrahegemónicos. Por ejemplo: el 34 no fue, como dicen algunos, el inicio de la Guerra Civil; no fue un levantamiento contra la República, sino contra quienes querían acabar con la misma y después dieron un golpe militar; y otro más: la gente sigue creyendo que fueron los revolucionarios quienes destruyeron todo Oviedo, cuando Benjamín Gutiérrez explica muy bien que la Universidad fue destruida como consecuencia de un ataque de la aviación. La película combate esas falsas ideas.

-Con Nacho Vegas hizo en su día la aplaudida "El fulgor". Repite ahora con el cantautor, pero ¿qué ha ido cambiando entre ambos?

-Nacho ha hecho ese disco clave que es "Resituación", donde aparcaba su lado más confesional. Ha politizado más su discurso, pero a mí no me ha sorprendido: Nacho estuvo siempre ahí. Hemos hecho un espacio creativo y político en el que estamos los dos cómodos. A la hora de contar esta historia con música no podía ser con otro que no fuera él. Y me gustaba que la idea aquella de "El fulgor", fuera evolucionando. La película documenta, en ese sentido, cómo es un músico popular en el siglo XXI.

-Una película que supone un hito del último cine asturiano: compite en la sección oficial del Festival de Cine de Gijón.

-Repito una idea: esa selección podía haber llegado antes y pudo ser otro el elegido. En Asturias se han hecho películas en los últimos años que podían haber estado en sección oficial: "ReMine" (de Marcos M. Merino) o, incluso antes, "L'escaezu", de Juan Luis Ruiz. Ahora hay otro contexto: se empieza a ver más clara la posibilidad de un cine de no ficción asturiano, que intente traducir desde un compromiso riguroso con el lenguaje cinematográfico ciertas realidades. Y que la dirección del FICX está pendiente y apuesta por ello. Al contrario de lo que ocurre con los poderes públicos, que aún no se han enterado de que existe este cine.

- Su obra ha marcado quizás la línea a una serie de realizadores asturianos. ¿Hay un nuevo cine asturiano?

-Creo que sí. Lo que ha pasado con mi cine es que ha demostrado a la gente que se pueden hacer cosas. Y que podemos hacer cine de no ficción desde Asturias que tenga una cierta repercusión. Algo que enlaza con lo que está ocurriendo en el mundo, donde se está haciendo un gran cine de no ficción o en la frontera con la ficción. Los asturianos tenemos necesidad de contarnos muchas cosas, de volver a pensarlas. El cine es una herramienta. Este año hay una película como "El pasado presente", de Tito Montero, que es una propuesta excelente; está el "In memoriam" de Marcos (Merino) o "Entrialgo", de Diego Llorente. Veo por fin la posibilidad de un cine asturiano. La legitimidad se ha conseguido. Con un mínimo apoyo público podríamos tener una cinematografía propia e importante. Asturias nunca podrá mantener un cine de ficción, porque es muy caro. En cambio, sí puedes tener un cine de no ficción.

-Usted no para. Me dicen que está rodando en el Festival...

-Como hay tanto cine asturiano, he querido hacer un homenaje a una película del Wim Wenders de los setenta, cuando pidió una habitación en Cannes e hizo pasar por allí a Godard, Antonioni... Cito a varios directores asturianos para que hablen de cine. Un experimento que se titulará "Hotel Asturias", que es donde estoy filmando.

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