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Los desafíos de la exhibición cinematográfica en el Principado (3)

Creadores y gestores asturianos avalan que hay público para una oferta de calidad

Profesionales del cine y el arte dan fe de una demanda "fiel y estable" que ya existió en el pasado y que responde bien a las iniciativas públicas

Catherine Deneuve, en "Repulsión".

¿Existe demanda entre el público asturiano de un cine distinto al que circula por los carriles más comerciales y / o convencionales? Al margen del precio de las entradas, de la ausencia de salas en el centro de las ciudades y de la incomodidad de los horarios, ¿hay espectadores suficientes para alentar distribuidores y exhibidores a aumentar su oferta, y que no debe ir necesariamente acompañada de disuasorios subtítulos? El mejor banco de pruebas está en el mundo de la cultura asturiano. Sobre todo, el cinematográfico. Y a él vamos.

El guionista y director Marcos Merino lo tiene muy claro: "No tengo ninguna duda de que hay suficiente demanda en Asturias. Lo más difícil en este tipo de propuestas es la creación de público interesado y, en el caso de Asturias, hay un trabajo de muchos años a través de diferentes instituciones públicas y privadas". Un matiz: "El concepto de rentabilidad en este tipo de propuesta difiere mucho de las salas comerciales. No hablamos de salas de cine para 400 espectadores sino espacios de 60-80 butacas que suelen obtener otros ingresos que complementan la asistencia al cine como una librería, un bar, etcétera. Terminan convirtiéndose en un espacio de referencia cultural en las ciudades. Lo difícil aquí es conseguir la financiación para iniciar el proyecto porque la negociación con los distribuidores es muy distinta a una sala comercial".

Otro cineasta, Samu Fuentes, pone como ejemplo que "tanto el FICX, como Radar, Laboral Cinemateca y la Cinemateca ambulante tienen muy buena aceptación y público. El problema está en los distribuidores y sobre todo los exhibidores. Incluso el cine en versión original está muy reducido a estos eventos o solamente los martes en algunas sesiones".

Alfonso Palacio, director del museo de Bellas Artes de Asturias, es tajante: "Por supuesto que hay público. Recuerdo, siendo más joven, haber visto programado ese tipo de cine en salas hoy desaparecidas como fueron las de los cines Hollywood de Gijón, o las de los Brooklyn y Clarín en Oviedo. Y recuerdo también que había un público para esas películas, y no poco numeroso por cierto, educado a través del Festival de Cine de Gijón o de otras iniciativas de este tipo, aunque fueran modestas, que se hacían en Oviedo".

El escritor, crítico y comisario de exposiciones Miguel A. Delgado (Verne, Tesla, Frankenstein...) apunta que estas iniciativas "tienen su público, y podrían funcionar concentrándolos en períodos concretos. Y siempre que la distribuidoras no piensen en conseguir beneficios estratosféricos. De todas formas, me gustaría saber cuánto recauda el 80% de las películas que se exhiben en los pocos cines de la comunidad. Estoy convencido de que no necesariamente más que muchas de esas películas que se quedan sin llegar, así que no veo por qué no podrían funcionar para al menos tener un público fiel y estable. Ya estarían el puñado de blockbusters para seguir dando los beneficios, que es lo que ocurre hoy en día".

El productor Jaime Gona no lo duda: "Hay margen suficiente. Esa demanda existía en el pasado, ¿por qué no iba a estar presente en la actualidad? Otras ciudades han abierto cines gestionados por vecinos y han encontrado un público que ha creciendo año tras año. Los distribuidores estarían encantados de poder llegar al público que han perdido al abandonar los cines el centro de la ciudades asturianas más representativas. Más complicado es para un exhibidor. La inversión inicial para abrir un cine es muy elevada máxime cuando en Asturias se tendría que invertir en adaptar el propio local".

Tenaz realizador de cortos y videoclips, José Luis Velázquez, es más prudente en sus expectativas: "No creo que haya una demanda masiva, pero sí la suficiente como para llenar una sala semanal en cualquier cine, como las salas de versión original, que afortunadamente llenan casi siempre". Lo corrobora la directora Teresa Marcos: "La prueba es que las sesiones del Filarmónica se llenan y en Gijón hay colas para ver las películas del festival".

El actor y crítico de cine Santi Alverú también ve la sala medio llena, no medio vacía: "Sí que hay público, pero primero hay que despertar su interés por una película que vale la pena. Fíjate en 'Cold war', polaca, en blanco y negro, y ha hecho una taquilla buenísima. Un buen boca a oreja, que los que medios hablen bien... Y la gente se anima a verla". Otro crítico, Edu Galán, lo ve más negro "por muchas condicionantes (económicas, poblacionales?). Y aspiro a estar equivocado".

Juan Manuel Baizán, exgerente de los cines Yelmo en Asturias, opina con conocimiento de causa: "Basándome en mi experiencia profesional en el sector, la respuesta es: rotundamente sí. Siempre que se diseñe una oferta atractiva, se seleccionen los títulos con un sentido y se trabaje con seriedad la promoción a nivel local, con muy poco esfuerzo y trabajo se pueden lograr grandes resultados, pero hay que trabajar". Nos quedamos para la escena final con el entusiasmo del director de escena Emilio Sagi: "¡Claro que hay caldo de cultivo! Pero ahora en Oviedo es muy difícil ir al cine" .

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