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Wilhelm Gail, puerta del Sol de Toledo (1834).

Cuando los artistas eran geógrafos

La exposición "Imago Urbis" reunirá en el Bellas Artes un centenar de vistas urbanas hechas por viajeros antes de la aparición de la fotografía

"De la primitiva fábrica levantada por el 'rey casto', si algo queda, es ciertamente la capilla que contiene el arca y las reliquias, larga de diez y ocho pies y ancha de diez y seis, de baja y maciza bóveda con restos de pinturas, y alumbrada por una pequeña ventana en el testero, flanqueada de columnas. En cuanto a la cámara principal, más alta y larga pero no más ancha que la capilla, no admite duda a nuestros ojos, diga la tradición lo que quiera, que tardó tres siglos por lo menos en verse adornadas con sus actuales labores y esculturas, y que labrados acaso al mismo tiempo que el arca, pudieron ser debidas a la munificencia de Alfonso VI o al piadoso celo del obispo Pelayo y su contemporáneo". Así describe José María Quadrado la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo en el volumen dedicado a Asturias y León de la magna "Recuerdos y bellezas de España", de 1855. Un relato que, unido a las láminas de Francisco Javier Parcerisa, permite imaginar cómo era el país y cómo lucían sus enclaves más singulares en aquel tiempo.

Los relatos y las estampas realizados por los viajeros que recorrieron España entre los siglos XVI y XIX se reunirán en la exposición "Imago urbis. Las ciudades españolas vistas por los viajeros", que se inaugura en el Museo de Bellas Artes de Asturias el próximo 25 de abril. Una muestra comisariada por los catedráticos de Historia del Arte Vidal de la Madrid (Universidad de Oviedo) y Luis Sazatornil (Universidad de Cantabria) y que está compuesta por más de un centenar de obras, entre libros ilustrados, estampas, acuarelas, dibujos y óleos. Una selección que, a decir de los comisarios, permite analizar "la evolución de la imagen artística de las ciudades españolas, desde los primeros Atlas del siglo XVI hasta la aparición de la fotografía".

La muestra, que se instalará en la planta baja del Palacio de Velarde, propondrá a los visitantes un recorrido en tres etapas cronológicas y un epílogo. La primera se centra en la Edad Moderna, y reúne las vistas de ciudades en los siglos XVI y XVII. "Es en ese momento cuando los primeros experimentos renacentistas con la perspectiva visual permiten el nacimiento del retrato de ciudades como género artístico, impulsado por el desarrollo de la imprenta, la curiosidad geográfica y la difusión de los 'libros de ciudades'", precisan los comisarios. El recorrido se inicia con la "Cosmographia" de Pedro Apiano, matemático del emperador Carlos V y que se refiere al arte de pintar un lugar particular. Entre las obras expuestas de esta época, destaca el "Civitates orbis terrarium", hermosa colección de panorámicas y planos de ciudades coordinada por Georg Braun.

La segunda etapa del recorrido se centra en la época de la Ilustración, un tiempo en el que legaron a España numerosos viajeros europeos, lo que propicia la aparición de diversos libros de viajes que suministran "descripciones e informaciones precisas sobre las ciudades y sus monumentos y que, con frecuencia, aparecen ilustrados con estampas que renuevan los repertorios tradicionales", detallan los comisarios. Henri Swinburne, Joseph Townsend, Alexander Laborde, William Bradford o James Cavanah Murphy son algunos de los autores cuyos trabajos se reúnen en la muestra, que también permitirá al visitante contemplar un ejemplar del monumental "Viaje de España" realizado por Antonio Ponz entre 1772 y 1794.

Los paisajes urbanos tal y como se mostraban en el romanticismo componen la tercera etapa de la muestra. Los grabados de Doré para el "Voyage en Espagne" del barón Davillier y las vistas panorámicas de ciudades realizadas por Karl Peter Burnitz, David Roberts, Adrien Dauzats, Francisco Javier Parcerisa o Jenaro Pérez Villaamil (del que se expondrán varias estampas y el lienzo "La catedral de Oviedo") ilustrarán como se fue fijando "la imagen romántica de España como un escenario emocional, condensando la irrepetible experiencia del viaje por un país que Davillier considera 'el último refugio del pintoresquismo en Europa'", sostienen los comisarios.

El epílogo a este viaje visual por la iconografía urbana concluye con el nacimiento de la fotografía, que transformó los métodos de reproducción y difusión de la imagen de las ciudades.

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