"Será un año horrible". Lo dice la empresaria de turismo Montserrat Abad, que regenta un hotel en Cudillero desde hace 21 años. Estos días piensa en el futuro con mucho miedo. "¡Hay tanta incertidumbre!", exclama.

Cudillero es un municipio muy turístico, razón por la que las empresas relacionadas con este sector hacen siempre "un buen verano". Pero ser destino preferente no les sirve ahora de mucho: "Tardaremos muchos años en recuperarnos de esta porque la gente tendrá miedo a viajar y, si tiene miedo a viajar, nuestros ingresos caen en picado sin opción a remontar, porque para ingresar necesitamos el viajero", opina Abad.

En su caso ya está "tirando de ahorros". Su actividad ha frenado en seco por imperativo legal desde mediados de marzo y más allá del mes de junio "nos están cancelando las reservas". "Es decir, casi damos por perdido el verano, y los hoteles lo que no venden hoy no lo recuperarán nunca", añade.

Montserrat Abad es autónoma con trabajadores a cargo. Justo cuando empezó la crisis tenía cuatro contratos en vigor para hacer frente a la temporada alta de visitas, que en Cudillero se extiende desde Semana Santa a septiembre. Tres de sus cuatro empleados se acogieron a un expediente de regulación temporal de empleo. Abad sí mantuvo a una persona de mantenimiento que ahora está en casa, con el contrato en vigor, con el respectivo coste para la empresa en salario y Seguridad Social, y pendiente de recuperar las horas de trabajo cuando se pueda. "Intento ser optimista; después pienso en todos los gastos que tenemos encima sin hacer ningún ingreso y en la que se avecina por la pandemia y me desmotivo un poco", señala.

Ella cree que el turismo se recuperará, "pero muy poco a poco". "¿Quién va a viajar con lo que estamos viendo?", pregunta retóricamente. Con este panorama, su negocio tendrá que enfrentarse a gastos fijos: la cuota de autónomo, el trimestre fiscal, un contrato, el mantenimiento mínimo del hotel... "Si no tienes una economía muy saneada, no sales adelante: en la hotelería habrá cierres porque los créditos hay que devolverlos", destaca Abad, quien cree que tras la pandemia habrá un cambio de mentalidad. "Los que llevamos muchos años trabajando y tenemos un local en propiedad quizás aguantemos el tirón, pero por los ahorros", concreta.

Montserrat Abad recuerda ahora la crisis de 2008. De esa "nunca salimos realmente porque no se volvió a los ingresos de los años anteriores". Cree que esta nueva situación mermará la capacidad económica de muchas familias para invertir en vacaciones, "algo de lo que se puede prescindir", y que cuando se estabilice la situación y haya menos contagios "todo cambiará".

Cada día sigue abriendo la puerta de su hotel, pese a estar cerrado al público, pensando quizás en un verano con gastos y sin ingresos. "Es lo que nos ha tocado vivir y veremos cómo lo pasamos", dice.