La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Desde mi encierro

Una terapia como un piano

El cantautor Alfredo González se refugia de la angustia en la música y milita contra el "postureo" y los bulos

Alfredo González, desahogándose con la guitarra. Á. G.

Ya incluso hay días en los que hasta parece que esta distopía no está tan mal. Alfredo González, cantautor, poeta, ha llegado al punto en el que se ha sorprendido mirando con benevolencia al carcelero invisible que le mantiene encerrado en casa y le ha quitado los conciertos y el piano. "Un síndrome de Estocolmo de libro". Se le pasará enseguida. Pronto volverá la angustia de un músico en cuarentena, que es básicamente alguien a quien "han decapitado el trabajo"...

Cuando todavía todos creíamos que esto no iba a ser para tanto, se metió casi con lo puesto, musicalmente hablando, en su casa de Tineo, el lugar adonde le ha llevado el trabajo de su mujer, Silvia Quesada, también cantante además de maestra interina, lo que equivale a un poco nómada. Tampoco se llevó mucha ropa, pero el gran problema fue el piano, que se quedó en Oviedo. Desde que empezó a los 6 años, y han pasado otros 33, "nunca había estado más de cuarenta días sin tocar el piano". "Y yo la guitarra la toco regular"... Por eso, a la vista de que se alargan el encierro y la incertidumbre, "preferí pedir que me lo trajeran por mensajería". Porque "necesito tenerlo en casa. Pierde uno la digitación...".

Ahora Alfredo González y Silvia Quesada dan conciertos virtuales a dúo, él tuvo el último contacto con el público el 8 de marzo y la maldita pandemia ha parado "un año muy bueno, enlazando varias giras...". Para sanar de la nostalgia "curro, toco, ensayo", pero para crear "esta situación me inspira muy poco". La convicción de que los artistas se cuentan, tal vez junto a los hosteleros y "en general los autónomos", entre los primeros del inventario de daños de la pandemia "me genera bastante angustia". Y eso que la cuarentena le pilló empezando a escribir "mi siguiente disco, que será en asturiano", pero está de acuerdo con lo que le ha leído a Rubén Pozo, ex de "Pereza": "Me pongo a imaginar que el 90 por ciento de los músicos están haciendo canciones sobre el coronavirus y se me quitan las ganas".

De pensar, no. Es esta una época, a la vista del cantautor turonés, de "estudio y formación, de ser socráticos y conocerse a uno mismo. De pensar en muchas cosas", en su caso también de "miles de discos pendientes de escuchar", de mucha música que aprender o de tomar contacto con la realidad y darse cuenta de dónde está "la gente que uno quiere de verdad tener cerca".

Es tiempo de reseteo y reflexión alrededor de una pesadilla que de pronto "nos ha igualado a todos". También de alguna invitación al "postureo". Alfredo espera que los que ahora aplauden a las ocho no sean después "los primeros en poner una reclamación porque no les atienden a tiempo en Urgencias", o que las ovaciones "se convirtieran en votos a partidos que no acaban con la sanidad pública". Eso es muy bonito, pero "lo es más un sistema educativo o sanitario que funcione". "Es maravilloso que se amenice todo esto con música en los balcones, pero lo será mucho más si también viene la gente cuando tocamos cobrando entrada".

Lo ha dicho Noam Chomsky. A lo mejor está pasando como en cualquier guerra, aunque haya a quien no le guste la comparación. "Está desapareciendo la verdad".

Compartir el artículo

stats