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CRÍTICA

El gran combate

Cálida, emotiva y veraz historia de tres personajes en busca de su destino, con un reparto formidable

La familia que tú eliges es el absurdo título español del original The Peanut Butter Falcon: entiendes su significado cuando ves la película. Cine independiente que ha recaudado mucho dinero, entre otras cosas porque su planteamiento básico es de los que suelen encandilar a Hollywood: una historia sencilla de amor y amistad en la que la lucha libre por alcanzar los sueños da pie a un intercambio de golpes emotivos entre tres personas que parecen muy distintas, pero no tanto como para ser distantes al encarar la vida. Pero no estamos ante una producción de arnés convencional, y eso se nota no solo en la aversión hacia soluciones lloronas, también en la voluntad férrea de estilo realista que rebaja la gravedad y pone por las nubes cierto humor que sangra por la herida sin empapar la pantalla. Baste como ejemplo una sencilla y efectiva escena en la que la confesión de un episodio dramático se resuelve con sonrisas tristes y voz baja, fuera victimismos y corazones en cabestrillo.

No hay épica ni alboroto sentimental en las imágenes, ni siquiera cuando al final hay que asistir a un combate en el ring de los sueños y se apunta a la posibilidad de una isla de mucho dolor y fiasco. No van por ahí los tiros de esta historia en la que, por encima de todo, brillan las interpretaciones de una Dakota Johnson cada vez más entonada, un Shia LaBeouf que parece haber encontrado el camino adecuado para su hasta ahora desdibujado talento y, sobre todo, el impresionante Zack Gottsagen como el muchacho con con síndrome de Down que huye en busca de su atípico destino y de su ídolo de golpes y abrazos partidos. Si además añades a Bruce Dern y John Hawkes en jugosos papeles secundarios tienes resuelta la veracidad de unos personajes que se mueven entre la aventura, la comedia y el drama con soltura y cierto barniz extravagante, con aromas fluviales de Huckleberry Finn.

Tiene sus defectos, vale, pero sus 97 minutos son tan cálidos, nobles y emotivos que paso de comentarlos.

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