Quince personas, de los más diversos colectivos, personificarán mañana en la gala de entrega de los premios "Princesa de Asturias" a los sanitarios que han sido merecedores del premio a la Concordia por su entrega en la lucha contra el coronavirus. Todas acumulan en estos meses testimonios enormes de trabajo incansable, a contrarreloj y contra el miedo. Pero tres de esos invitados tienen además la carga de la pérdida detrás. Nieves y Carmen Mijimolle Cuadrado perdieron a sus padres, boticarios en activo, durante la pandemia. El matrimonio se contagió en su farmacia, trabajando para dar servicio a los enfermos. Lo mismo le pasó a la hija de Teresa López Pernia, médico de familia de 28 años, fallecida en marzo.

Y sus historias merecen, si acaso, una pieza informativa propia. Tanto como merece recordarse que según el Ministerio de Sanidad, hasta el pasado 7 de octubre estaban registrados 64.847 profesionales sanitarios contagiados; y 63 fallecidos hasta el 5 de junio.

La vocación y el asma de Sara Bravo

Esa es la historia de Sara Bravo López, natural de Ciudad Real, que ejercía de médico de familia y fallecía en el Hospital La Mancha Centro de Alcázar de San Juan (Ciudad Real), donde estuvo ingresada varios días. Acababa de empezar a ejercer la profesión con la que siempre soñó como médica de familia en el centro de salud de Mota del Cuervo, en Cuenca. Falleció con sólo 28 años al contagiarse en un servicio de urgencias en el que atendió, en primera línea, a pacientes infectados por el covid-19.

El relato de su familia es que Sara, que padecía asma, hizo la guardia de un compañero y atendió a dos pacientes de Madrid que presentaban síntomas de coronavirus. Pero ella carecía de medios para protegerse. Ahí se infectó.

La enfermedad empezó a afectar a la salud de la médica, que acabó acudiendo en su coche al servicio de urgencias del Hospital La Mancha Centro. Creyó que le ordenarían el confinamiento y le darían un tratamiento, pero se quedó ingresada. Semanas después fallecía en el mismo centro hospitalario. Y lo haría sola, después de despedirse por teléfono, antes de que la intubaran, de su madre, Teresa López Pernia, que será quien mañana esté en el hotel de la Reconquista.

En el caso de Sara Bravo, fue uno de sus profesores de la Universidad, Ignacio Rosell, quien comenzó a mover su homenaje, buscando adhesiones en toda España que le llovieron de inmediato. Pedía que fuera la madre de Sara o alguien de su familia quien pudiera participar en el homenaje a los sanitarios en los premios "Princesa de Asturias". No conocía a la familia de Sara ni le movía un interés personal. Afirmó entonces que lo que le había impactado era que una joven que sólo hacía unos años había estado en la universidad, formándose para ser médico, hubiera fallecido en la pandemia.

Tras saber que su petición había sido tenida en cuenta se expresaba así:" Muchas lágrimas de emoción al conocer el primer nombre de esta lista -refiriéndose a la de los presentes en el homenaje a los sanitarios-. Siempre en nuestro recuerdo #SaraBravo. Gracias a la Fundación Princesa de Asturias y a todos los que apoyaron esta iniciativa".

De entre los muchos testimonios que han servido en estos meses para recordar a la jovencísima médica fallecida, siempre se entresacan sus virtudes como sanitaria: "Actitud y aptitud unida en una excelente profesional y compañera. Que esas ganas tuyas de ayudar siempre nos dejen las fuerzas para seguir adelante en estos días tan complicados para nuestra profesión y vida. Ambas te echarán de menos siempre", le decía una amiga; "Nunca olvidare tu humanidad y como eras de sencilla y gran profesional, siempre escuchabas hasta la ultima palabra, siempre estaras en mi recuerdo". Otros testimonios más cercanos hablan del recuerdo imborrable que deja una joven risueña, graciosa, amable, amante de la cocina y los postres pero, sobre todo, con una gran vocación.

Hasta el final en sus boticas, Tomás Mijimolle y Carmen Cuadrado

Muchos farmacéuticos de España van a recordar mañana, en la ceremonia en Oviedo, a dos compañeros entrañables. Tomás Mijimolle y María del Carmen Cuadrado, un matrimonio que llevaba ejerciendo cinco décadas en Leganés (Madrid), una de las zonas más afectadas por el virus. Él tenía 79 años, y ella, 82. Hacía más de 50 años que se habían conocido, mientras estudiaban Farmacia, y fallecieron con tres días de diferencia el pasado mes de marzo.

"La farmacia era su vida; no tenían pensado jubilarse, querían seguir atendiendo a sus clientes de siempre. Y así fue como se contagiaron", relata una de sus hijas, Nieves Mijimolle, que acudirá a la entrega de los Premios acompañada de su hermana Carmen, ambas farmacéuticas como sus progenitores. Las hijas han contado que sus padres vieron el peligro que se avecinaba, pero no la intensidad que iba a adquirir. "Les insistíamos que quedasen en casa. Pero querían ayudar. No tenían patología previa pero sí tenían años. Decidieron estar en la farmacia hasta el final porque creían que la gente les necesitaba", enlazan.

"Esta es una profesión muy vocacional y a ellos les encantaba. Mi padre no concebía que en un momento tan duro, de tanta dificultad y con tantas personas enfermas, no estuviera para atender a quienes necesitaban ayuda", asegura Nieves Mijimolle. De hecho, en el caso de Tomás Mijimolle la botica le iba en las venas, ya que había crecido en el ambiente de este negocio, siendo como era hijo del boticario rural de Vega de Pas (Cantabria).

Antes de ser marido y mujer abrieron ambos su oficina de farmacia en Leganés -llegaron a entregarles la medalla de colegiado de honor de Farmacia por ese medio siglo de actividad- y demostraron que de su negocio les interesaba todo: la ortopedia, la óptica y cualquier novedad que supusiera un alivio para algún vecino. Tomás Mijimolle adquirió protagonismo también entre el colectivo de boticarios al ser vocal nacional de ortopedia en el Colegio Oficial de Farmacéuticos durante más de 20 años.

Tras conocerse el fallecimiento de ambos la familia recibió numerosas muestras de condolencia a través de sus perfiles sociales, de gente que las hermanas Nieves y Carmen ni conocían, pero que sí conocían la entrega a la profesión que el matrimonio había tenido durante tantas décadas. En muchos ámbitos se recordaba que hablar de José Tomás Mijimolle y de Carmen Cuadrado "era hablar de la ortopedia en España", siendo ambos profesores e impulsores del curso de Ortopedia para farmacéuticos de la Universidad de Alcalá.

Las hermanas Mijimollle -las Mijis, las llamaban a ellas y a su madre entre el sector- han hablado estos días del orgullo de representar a toda la profesión en la recogida del premio "Princesa de Asturias". "Mis padres trabajaron con la misma dedicación que hubo en las 22.000 farmacias de España. Todo el mundo ha tenido en estos meses de pandemia acceso a los medicamentos gracias a los farmacéuticos y siempre que atendíamos a enfermos en los que reconocíamos los primeros síntomas del covid intentábamos ayudar y orientar en lo que había que hacer, casi sin saberlo", cuentan hijas, al tiempo que se muestran muy agradecidas de formar parte de unos premios "en los que hay un homenaje para ellos, pero ojalá no tuviéramos que ir a recogerlo".