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El sonido de Dios se escucha en Asturias

Un libro editado por la Fundación Cardín documenta más de medio centenar de órganos en la región

El órgano de Covadonga. | Iván Martínez

La mística de una iglesia, la música sonando durante la liturgia. Las celebraciones religiosas siempre han contado con acompañamiento musical y aunque, en muchos casos quedan en segundo plano, nada sería lo mismo. Esa música sale de los órganos que hay en los templos. No son solo instrumentos, son auténticas obras de arte que forman parte de la historia. Todo ello queda plasmado en libro “El órgano en el Principado de Asturias”, un volumen editado por la Fundación José Cardín, que hoy se presenta. Este libro, de edición muy cuidada, ha llevado cinco años de trabajo a la organista Susana García Lastra, la musicóloga María Sanhuesa y el historiador Enrique Campuzano. Cinco años sin respaldo económico de las administraciones. “Por amor al arte”, resume García Lastra.

Todo empezó con un concierto de que esta organista asturiana ofreció en Cantabria. Allí estaban Sanhuesa y Campuzano y en la conversación salió la necesidad de inventariar los órganos que había en Asturias. García Lastra había participado en varios inventarios en otras regiones, el primero en Sevilla hace dos décadas. En Asturias no existía esa catalogación y se pusieron a ello. El primer objetivo lo tenían claro, “lograr que algunos de esos órganos fuesen declarados BIC (Bien de Interés Cultural) para garantizar su protección”, explica García Lastra. En 2017 lograron esa aprobación para los órganos del Monasterio de Corias, Covadonga, Llanes, Luarca, la Catedral de Oviedo, las iglesias de San Isidoro y La Corte, también en Oviedo, la colegiata de Pravia, la iglesia de Puerto de Vega y el monasterio de Valdediós. “Fue un primer hito que no fue poco”. Entre todos esos órganos abarcan unos 250 años de la historia de la evolución del órgano en Asturias, entre los siglos XVII y XX.

Ógano de Valdediós.

El proyecto parecía que había llegado a buen puerto, pero lo que empezó como una catalogación acabó siendo un trabajo mucho más amplio. Los investigadores quisieron ir más allá, se propusieron “plasmar el conocimiento documentado del pasado y el presente del órgano en Asturias porque si no lo plasmas, se pierde”. Así que el trabajo se convirtió en una suerte de aventura de Sherlock Holmes. La comparación la hace Susana García Lastra después de recorrer toda Asturias buscando órganos “y seguir algunas pistas falsas”.

La Fundación Cardín se ofreció desde el primer momento a financiar la edición del libro así que el proyecto creció hasta convertirse en un estudio que, en opinión de la organista, tiene mucho interés para los profesionales como ella, “para saber dónde vamos a tocar”, pero también para los musicólogos, los historiadores del arte o para el público en general, que descubrirá auténticas obras de arte.

En el libro se incluye una detallada descripción de esos órganos que ya son BIC. Se hace un estudio histórico y artístico del instrumento, pero también del edificio en el que está. También se incluyen detalles técnicos sobre la construcción del órgano.

El del Sagrado Corazón, en Gijón.

La segunda parte del estudio incluye otros 44 órganos, entre los que hay un poco de todo, desde los que están en un estado lamentable a los de construcción reciente. En este punto los investigadores quieren denunciar el mal estado que se encuentran algunos de los órganos que han encontrado en templos asturianos.

Volviendo a esas pistas falsas, el libro tiene un tercer capítulo que revela la existencia de otros 20 órganos que hoy están desaparecidos. “Con ello se pretende reflejar que hubo una etapa gloriosa en Asturias hemos llegado a documentar una treintena de organeros, de constructores”, dice García Lastra. Esa lustrosidad no coincide con el momento actual.

La organista asturiana, afincada en Sevilla, no alcanza a entender el abandono en que se encuentran parte de estos instrumentos por parte de la administración. Reconoce que gracias a un programa de restauración puesto en marcha por la consejería de Cultura en los años 80, “tenemos órganos que se pueden tocar y enseñanzas de órgano en el Conservatorio”. Pero eso fue hace cuatro décadas. De aquella se restauraron los órganos de Valdediós, Puerto de Vega, la Catedral de Oviedo, Covadonga o Llanes.

El órgano de La Corte, en Oviedo.

Lastra, Sanhuesa y Campuzano ven en su trabajo un punto de partida para garantizar no solo la conservación sino el uso de los órganos y la difusión de todo lo que tiene que ver con ellos, que se fomenten ciclos de conciertos, grabaciones o actividades didácticas. “Nosotros hemos cumplido nuestra función como investigadores y como ciudadanos”, resume Lastra, que pone la pelota en el tejado de las administración “que debe volcarse en ello”. La organista expone que organizar un ciclo de conciertos “no es nada caro, es solo un músico, es barato y permite mantener vivo el instrumento” y pone como ejemplo el órgano de Valdediós, que se mantiene gracias a un ciclo de conciertos organizado por la Fundación Cardín. Ella misma participa en Sevilla en actividades didácticas “y todos los estudiantes que ven un órgano salen asombrados”.

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