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La bioquímica húngara Katalin Karikó.

Una inyección contra el desaliento

La bioquímica Katalin Karikó, que escapó del bloque soviético y se enfrentó a la comunidad científica, hizo posible la vacuna contra el covid

En 1985, Katalin Karikó salió de Hungría rumbo a los Estados Unidos con sus ahorros escondidos en el osito de peluche de su hija de dos años. Su país de nacimiento permanecía bajo la ocupación soviética y sus ciudadanos tenían prohibido sacar divisas del país. Karikó, con su marido y su niña, emprendió aquel viaje con la determinación de no regresar. Vendió su coche, cogió el dinero y se subió al avión con su familia, sabiendo que aquel iba a ser un trayecto “solo de ida”, según ha contado en el digital “Business Insider”. Katalin Karikó es la mujer que ha hecho posible la vacuna contra el covid. Sus hallazgos y el trabajo que le ha dedicado al ARN mensajero, desarrollando la tecnología que ha permitido contar con ella de forma rápida y segura, fueron ignorados por la comunidad científica durante décadas. El tiempo le ha dado la razón y Moderna y BioNTech han recibido cientos de millones de euros de fondos públicos para desarrollar una vacuna basada en los descubrimientos de la húngara, que permitirá salvar millones de vidas humanas.

Katalin Karikó nació hace 65 años en la ciudad de Szolnok, en el centro de Hungría, y bajo el régimen comunista. Creció en Kisújszállás, otra población a unos cien kilómetros de Budapest, donde su padre trabajaba como carnicero. A los 23 años ingresó en el Centro de Investigaciones Biológicas de la Universidad de Szeged, donde se doctoró. Fue por aquel entonces cuando empezó a dirigir su atención al ARN mensajero, una molécula nueva y en la que ella veía grandes posibilidades.

En 1985, cuando escapó a los Estados Unidos con una invitación de la Universidad de Temple, continuó en esa línea su investigación, que la condujo a la Facultad de Medicina de la Universidad de Pensilvania. Katalin Karikó contó, en una entrevista en el periódico “El País”, que llegó a barajar la posibilidad de ir a Francia y a España, donde tenía la posibilidad de incorporarse al grupo de investigación del virólogo leonés Luis Carrasco.

En 1990, su primera solicitud para una beca de investigación fue rechazada y siguieron denegándosela en sucesivas convocatorias. Diez años después de establecerse en Estados Unidos, con un proyecto entre las manos que nadie quería financiar, convaleciente de un cáncer y con su marido atrapado en Hungría por un problema con el visado, la Universidad de Pensilvania decidió aparcar su investigación sobre el ARN. Le permitía seguir en la facultad, pero cercenaba sus posibilidades de llegar a ser catedrática. Karikó también ha contado que tuvo que sobreponerse a las actitudes sexistas en el ámbito universitario. Solían preguntarle por su supervisor, cuando dirigía su propio laboratorio y evitaban dirigirse a ella con el título docente.

Su carné de estudiante en la Universidad de Szeged.

“Normalmente, en este punto, la gente dice adiós y se va porque es demasiado horrible. Pensé en irme y hacer otra cosa. También me decía que no era lo suficientemente buena o inteligente”, contó la bioquímica en la web de información digital “Stat”. Pero, en 1997, un encuentro fortuito, junto a una fotocopiadora, cambió su destino. Katalin Karikó conoció al inmunólogo Drew Weissman, uno de los investigadores de la vacuna contra el VIH, decidieron trabajar juntos y desarrollar una solución que permita que el sistema inmunológico no reconozca el ARN sintético. Sus hallazgos fueron publicados en 2005 y ambos continuaron con sus investigaciones conjuntas. Gracias a las técnicas que desarrollaron los laboratorios de Moderna y Pfizer/BioNTech han podido diseñar la vacuna contra el nuevo coronavirus que desde ayer se está administrando en toda Europa.

Katalin Karikó es ahora vicepresidenta senior de Pfizer-BioNTech. Después de casi cuarenta años de trabajo, sobreponiéndose al fracaso, al ostracismo y al desinterés de sus propios compañeros, sus investigaciones sobre el ARN mensajero han sido validadas. La investigadora húngara ha manifestado, en declaraciones al periódico británico “The Telegraph”, que está sobrepasada por haberse convertido en “el centro de atención”, después de años de incomprensión. De momento no tiene prevista ninguna celebración. “Cuando termine este sufrimiento humano, cuando terminen las dificultades y todo este tiempo terrible, y, con suerte será en el verano, cuando nos olvidemos de los virus y las vacunas. Entonces sí que lo celebraré”, ha explicado ante las cámaras de la cadena de televisión CNN.

Con las primeras vacunas contra el covid-19 ya en circulación, una gran parte de la comunidad científica postula ahora a Katalin Karikó y Drew Weissman como candidatos al Nobel de Química.

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