Velada musical histórica en Oviedo con Joyce DiDonato. Había grandes expectativas con el concierto de la mezzosoprano estadounidense en el ciclo “Conciertos del Auditorio” de Oviedo, que cuenta con el patrocinio de LA NUEVA ESPAÑA. Y se cumplieron sobradamente con una actuación de gran riqueza vocal, muy matizada en cada uno de sus registros y de enorme intensidad interpretativa: la conexión con el público fue total y así quedó de manifiesto con la continua y creciente aprobación a cada una de las propuestas musicales de DiDonato, sin duda una de las voces más poderosas y emblemáticas del momento. Hasta cuatro propinas regaló.

El ecléctico programa elegido por la cantante no pudo tener mejor comienzo para meterse a los asistentes en el bolsillo: la hermosa y conmovedora cantata “Arianna a Naxos”, de Haydn. Acompañada al piano con virtuosismo y total complicidad por Craig Terry, DiDonato demostró con creces la amplia experiencia que atesora a la hora de interpretar a las heroínas barrocas. Muy identificada con el papel, consiguió transmitir con veracidad, firmeza y absoluta entrega el dolor y la agitación en estado puro de Arianna tras ser abandonada por Teseo.

DiDonato se dirigió al público para agradecer la posibilidad de seguir haciendo conciertos: “La música es mi vida”. Y estaba emocionada por la gran respuesta de los melómanos asturianos.

Luego pasó a los “Rückert-Lieder” de Mahler, la primera vez que lo interpretaba en concierto. Música muy actual porque “hace referencia a las miedos de la gente”.

En la segunda parte llegaron dos arias de ópera barroca. “Piangeró la sorte mia” de Händel fue muy emocionante con una proyección vocal que impresiona. De Hasse interpretó “Morte col fiero aspetto” (“Marco Antonio y Cleopatra”), un aria muy complicada con muchas agilidades y cambio de registros que resolvió de forma brillante.

Pasó a “Les Troyens” de Berlioz, un cambio total de estilo con un color distinto, muy expresivo, de una gran dominadora de la escena con un carisma magnético a la hora de expresar gestualmente la música y la riqueza de los personajes. Terry, un apoyo constante de DiDonato, tomó protagonismo en las canciones que llegaron luego, con arreglos suyos. El aria mítica “Caro mio ben” de Giordani fue prologada por la mezzo como homenaje a todos los estudiantes de canto, recordando sus tiempos de cantante joven. Fusiona la canción con ritmos de jazz y blues, aportando un toque muy novedoso, lo que el público agradeció especialmente. De pronto, los espectadores empezaron a silbar como acompañamiento como si fuera un concierto pop y DiDonato pidió un poco de calma, entre risas. “My solitude” de Duke Ellington y “La vie en rose”, de Édith Piaf, cerraron a lo grande el programa mostrando la pericia para encontrar el color vocal que exige cada canción.

DiDonato entregó cuatro propinas al público, sumándose a Terry en el piano en “Startdust piano duet” de Hoagy Carmichael. Especial resonancia emotiva tuvieron “Somewhere over the rainbow”, como recuerdo a su Kansas natal; “Voi che sapete”, de “Las bodas de Fígaro” mozartianas, y “I love a piano”, de Irving Berlin.

Y el público entró en éxtasis.