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Crisis planetaria

Inundaciones, incendios y tiempo de extremos: el caos climático era esto

Tras un mes marcado por los extremos climáticos, un manifiesto firmado por 14.000 científicos de 158 países constata un auge de fenómenos meteorológicos extremos

Destrozos causados por el temporal en el distrito de Rhein-Erft-Kreis, al oeste del estado federal de Renania del Norte-Westfalia, en Alemania. EFE

La crisis climática ya está aquí. Solo hace falta ver qué ha ocurrido en el último mes en el planeta para ponerle cara a este problema de alcance global. Una ola de calor sin precedentes marcó máximas de 49 grados en Canadá y provocó más de 500 muertes repentinas. Poco después, unas devastadoras inundaciones en Alemania y Bélgica le costaron la vida a 200 ciudadanos y causaron daños valorados en 2.000 millones de euros. En China, el tifón In-Fa desbordó 14 embalses, provocó innumerables inundaciones y desplazó a más de 300.000 evacuados. Un incendio en Oregón calcinó 160.000 hectáreas en una semana y otro en Cerdeña arrasó con al menos 20.000 más. Todos estos sucesos muestran que la crisis climática, lejos de ser un problema que nos afectará en un futuro, es algo que está ocurriendo ya. El caos climático del que alertaron científicos y activistas era esto

"Vamos hacia un escenario donde los fenómenos meteorológicos extremos serán más frecuentes y más intensos", resume Francisco Doblas-Reyes, experto en predicciones climáticas y director del departamento de ciencias de la Tierra del Barcelona Supercomputing Center (BSC-CNS). "No podemos decir con total seguridad que las inundaciones de Alemania, por ejemplo, son fruto directo del cambio climático. Pero sí podemos decir que en un contexto de cambio climático será más habitual que haya fenómenos extremos de este tipo", comenta el científico.

"Vamos hacia un escenario donde los fenómenos meteorológicos extremos serán más frecuentes y más intensos"

Francisco Doblas-Reyes, experto en predicciones climáticas

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En un mundo inmerso en una crisis climática y ecológica sin precedentes no solo preocupa que un temporal se vuelva más feroz de lo habitual, como en Alemania o China. También inquieta que los extremos climáticos lleguen de improviso donde no se les espera. El calor extremo en Canadá, por ejemplo, era algo impensable en esa zona. De hecho, según apunta un reciente análisis del World Weather Attribution (WWA), esta ola de calor hubiera sido "casi imposible" en un mundo sin crisis climática. "Algunas de las previsiones que creíamos que llegarían a final de siglo están llegando ahora. Ya no hablamos de estos escenarios en clave de futuro. Son problemas que ya están afectando a nuestro presente", comenta Doblas-Reyes.  

"Las constantes vitales de la Tierra están empeorando"

Hace 20 meses, más de 11.000 científicos lanzaron un manifiesto para declarar la emergencia climática. Un año y medio más tarde, la comunidad científica se ha vuelto a unir para alertar, de nuevo, del estado del planeta. "Las constantes vitales de la Tierra están empeorando", sentencian más de 14.000 firmantes de 158 países en un artículo publicado esta misma semana en la revista 'BioScience'. Los expertos corroboran que estamos viviendo un auge de fenómenos meteorológicos extremos. Y que cabe actuar "inmediatamente" y aplicar "soluciones drásticas" para frenar el avance de esta crisis ecológica. 

La comunidad científica denuncia que las "constantes vitales" de la Tierra empeoran año tras año. En 2020, por ejemplo, se batieron récords tanto de calor como de concentración atmosférica de gases de efecto invernadero. Ese mismo año, la deforestación del Amazonas brasileño alcanzó su máximo histórico con más de un millón de hectáreas taladas en tan solo un año, el deshielo de Groenlandia y el Ártico marcó mínimos históricos en verano y los niveles de acidificación del océano alcanzaron cifras sin precedentes. Este 2021 también ha arrancado con los niveles de dióxido de carbono más altos jamás registrados. Las temperaturas están alcanzando tales extremos que hasta los meteorólogos alertan de que se están quedando sin colores para ilustrar el aumento de temperatura en los mapas. En estos momentos, preocupa especialmente que la ‘salida’ de la pandemia se convierta en una nueva válvula de escape que provoque un repunte en todos estos indicadores.

"Los eventos climáticos extremos que hemos presenciado en los últimos años destacan la urgencia con la que debemos abordar la crisis climática", señala Philip Duffy, uno de los impulsores del manifiesto y director ejecutivo del Woodwell Climate Research Center. "Sin un plan para la descarbonización rápida y las inversiones a gran escala en soluciones climáticas naturales, estos indicadores de cambio climático continuarán empeorando y empujando nuestros ecosistemas esenciales más allá del punto de recuperación", señala el experto. 

El impacto de la crisis climática ya está dejando un balance desolador. Según estima el Índice de Riesgo Climático Global de la oenegé ecologista Germanwatch, en los últimos 20 años el mundo ha vivido al menos 11.000 fenómenos meteorológicos extremos. Entre el año 2000 y el 2019, estos eventos desencadenados por la crisis climática le han costado la vida a al menos 475.000 personas y han causado daños por el valor de 2,56 billones de dólares. Los países más afectados por la crisis climática en las últimas dos décadas han sido Puerto Rico, Myanmar y Haití. En España, según recoge este informe, los eventos extremos como el temporal Gloria, la tormenta Filomena o las olas de calor extremo ya causan alrededor de 700 muertes al año y pérdidas de hasta 900 millones de euros. 

Hora de cambiarlo todo

"El cambio climático no es algo que nos coja desprevenidos. Está ocurriendo justo lo que plantearon los modelos climáticos planteados entre los ochenta y los noventa", comenta Andreu Escrivà, ambientólogo y doctor en Biodiversidad en una entrevista con este diario. "Necesitamos asumir ya la realidad y la urgencia de esta crisis. Los eventos meteorológicos extremos nos muestran qué tipo de futuro nos espera si seguimos por este camino", reflexiona el divulgador científico. 

"Necesitamos asumir ya la realidad y la urgencia de esta crisis. Los eventos extremos nos muestran qué tipo de futuro nos espera si seguimos por este camino"

Andreu Escrivà, ambientólogo y doctor en Biodiversidad

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El ambientólogo, autor de 'Y ahora yo qué hago: cómo evitar la culpa climática y pasar a la acción' (Capitán Swing, 2020), reclama convertir estas "señales de alarma" en "acciones concretas". "Necesitamos una respuesta colectiva, un cambio sistémico. Y esto empieza entendiendo que el sistema lo formamos todos nosotros", comenta Escrivà. La fórmula para frenar la crisis climática, argumenta, implica cambios estructurales tanto en nuestro día a día como en la política, la economía y en los sistemas de valores que rigen en la sociedad.

Hay quien argumenta que la batalla contra la crisis climática empieza con 'pequeños gestos' como reciclar o beber agua del grifo. Pero también hay quien señala que de poco sirven estos detalles si los grandes contaminantes siguen actuando como hasta ahora. "No podemos quedarnos solo en las soluciones individuales porque eso significa fomentar la culpabilidad individual y no atacar la raíz del problema. Pero tampoco podemos quedarnos con la idea de que la responsabilidad solo está en manos de grandes gobiernos y corporaciones porque eso sigue justificando el no hacer nada, la inacción", reflexiona Escrivà.

"La lucha contra la crisis climática empieza con el voto, con exigir a los políticos que apliquen políticas contundentes para frenar esta crisis. La acción individual siempre suma, pero lo que transforma es la acción colectiva", comenta el ambientólogo. La crisis climática, pues, demanda llegar al mayor acuerdo en la historia de la humanidad en el menor tiempo posible. Y pide hacerlo ya. 

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