La Fundación Selgas-Fagalde se resiste a enviar a la consejería de Cultura del Principado las actas en las que el patronato de la entidad reconoce que el cuadro de Goya vendido a la Asociación de Amigos del Prado no se puede enajenar ya que formar parte de la colección de la entidad y la fundación fue creada precisamente para mantener la integridad de todo el patrimonio acumulado por los Selgas en torno la Quinta de El Pito (Cudillero)

La consejera de Cultura, Berta Piñán, aseguró ayer que los responsables de la entidad les siguen “negando” o “alargando” la entrega de la documentación que continuamente solicita el Principado. La consejería está elaborando un expediente de declaración de la colección como Bien de Interés Cultural (BIC) para evitar la venta de nuevas obras. La Fundación Selgas vendió por 3,3 millones del cuadro de Goya “Aníbal vencedor” a la Asociación de Amigos del Prado y ahora el lienzo, catalogado dentro de la colección Selgas desde 1927, cuelga en el Prado. También intentaron vender otra obra capital, una Inmaculada Concepción del Greco, con destino al museo de arte de Budapest. El Ministerio de Cultura abortó la operación. La Fundación Selgas argumenta que ha acudido a estas ventas en busca de financiación con la que aliviar sus problemas económicos. Podemos y Foro han denunciado el caso ante la fiscalía, que ha abierto diligencias.

Piñán aseguró ayer que su departamento no va a “quitar el dedo de la ringlera” y seguirá porfiando para conseguir toda la documentación, pese a que mantiene una relación “no fluida” con la Fundación, “que esgrime sus propias razones jurídicas, de administración y política interna” para demorar la entrega de documentos y actas requeridas. La consejera insistió en que ella, como patrona, y la administración del Principado tienen “toda la legitimidad” para obtener esos papeles.

La consejería asegura que sólo tienes las actas de la Fundación de los últimos dos años. LA NUEVA ESPAÑA ha desvelado algunas de ellas donde, ya en 1994, se reconocía que el “Aníbal vencedor” forma parte de la colección adscrita a una fundación creada exclusivamente para preservar su integridad. No fue sólo una vez, si no varias veces. Por ejemplo, entre los últimos papeles a los que ha tenido acceso este periódico –el acta del 25 de junio de 1994– se indica que el presidente de la entidad, el abogado Gregorio Peña Varona, da cuenta de que el Museo del Prado ha entregado el estudio “de investigación y presentación” del Goya que les encargó la Fundación. También Peña Varona informa de que “continúa pendiente de formalizar el préstamo temporal de dicho cuadro de Goya a la Academia de Bellas Artes de Parma, en los términos en que se expusieron en la anterior reunión del patronato”.

Piñán hizo estas declaraciones sobre la Fundación a preguntas de este periódico durante la visita a las obras de conservación que se desarrollan en la iglesia prerrománica de San Miguel de Lillo, un acto que compartió con el alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli. Las obras tienen por objeto mejorar la estanqueidad de las fachadas y corregir las humedades detectadas en el edificio, protegiendo de este modo las pinturas murales del ábside del templo, descubiertas durante las últimas labores de restauración que se llevaron a cabo con la colaboración del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCA).

Alfredo Canteli, el alcalde que “emburria pallá”


La visita de ayer de Berta Piñán a San Miguel de Lillo sirvió para que la consejera y el alcalde de Oviedo subrayaran que están en perfecta sintonía en asuntos de conservación del patrimonio. Canteli llegó a asegurar que Piñán está haciendo con el Prerrománico “lo que no se hizo anteriormente y se tendría que haber hecho”. Ya en el interior del templo surgió, siempre muy cortesmente, una pequeña discrepanca. Canteli le explicó a Piñán, la gran defensora de la coficialidad del asturiano, que él si que hablaba de verdad asturiano, “y no ese bable inventado” que, según él, usaba Piñán, quien replicó que ella hablaba “el auténticu”. Como muestra de pericia lingüística, Canteli aclaró que él cuando quiere agilizar un obra, dice a los técnicos: “Emburrie pallá ese expediente”.