La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Jaho: “España mantuvo encendida la llama del arte durante toda la pandemia”

“Yo soy la antidiva”, afirma la soprano albanesa, que encarna a la protagonista de “Adriana Lecouvreur” en el último título de la temporada

Ermonela Jaho, en los pasillos del Campoamor. | Luisma Murias

De la albanesa Ermonela Jaho dicen que es la soprano que mejor representa la muerte en escena. Las tragedias románticas son su fuerte y la crítica opina que en “La Traviata” no tiene competencia. En Oviedo encarnará a la protagonista de “Adriana Lecouvreur”, de Francesco Cilea, y una vez más le tocará morir. El estreno, que tenía que haber sido ayer, se ha retrasado por un brote de covid en el teatro Campoamor y finalmente será el jueves, 27 de enero. La función cancelada se ha trasladado al 4 de febrero, y así, pese a la persistente amenaza, la temporada lírica ovetense ha salido adelante manteniendo todos los títulos y las funciones. “Adriana Lecouvreur” cierra el ciclo, con una protagonista que es un homenaje a los artistas. Jaho la afronta como “una diva que es la vez muy vulnerable, que está arriba y abajo, que disfruta de la vida, que estudia y que trabaja para ser la mejor”. Después de haberse adentrado en el personaje declara: “Adriana Lecouvreur soy yo”. También ella empezó a estudiar música desde muy niña y habla de cómo sobre el escenario siente que siente que su “alma es libre y se desnuda”.

La soprano pasó el covid en Madrid, donde interpretó a Mimi en “La Bohème” en el Teatro Real hasta que la enfermedad la obligó a cancelar las últimas funciones. Jaho, una de las intérpretes de bel canto más importantes del mundo, cuenta que ni vacunada y tomando todas las precauciones le ha sido posible librarse del covid, que no deja de desbaratar programaciones. Jaho, que precisamente por prevención atiende a LA NUEVA ESPAÑA telefónicamente y solo sale para asistir a los ensayos, se disculpa con el público asturiano y le agradece su comprensión por el cambio de fechas.

“Lo más difícil en escena es ser real, creíble; no soy solo una cantante, soy una actriz”, explica la artista, una de las estrellas de la lírica actual

decoration

En su segunda estancia en Oviedo, Ermonela Jaho sigue admirada de “la buena energía que hay en el teatro”. “España ha sido un ejemplo de continuidad, el único país que no cerró sus teatros y que mantuvo encendida la llama del arte durante toda la pandemia”, comenta, recordando una de sus actuaciones en Barcelona, cuando en el resto de Europa los teatros estaban cerrados.

Ermonela Jaho (Tirana, Albania; 1974) considera que en la vulnerabilidad del artista radica “la magia”, eso es lo que “conecta inmediatamente con el público” hasta llegar a una “catarsis” compartida por el artista y sus espectadores. Sobre el escenario Ermonela Jaho se siente “feliz”, aunque matiza que ser artista es difícil, “es duro y exige sacrificio; no es un trabajo, es algo que llega al alma”, explica.

“Adriana es una diva, una mujer fuerte, pero su historia es romántica y pasa por encima de su divismo”, cuenta sobre su personaje. Jaho cree que las divas son cosa del pasado, al menos en el sentido tradicional de la palabra. “Si ser diva quiere decir que soy una artista que aspira a hacer algo que permanezca en el tiempo y ser la mejor, sí, pero nada más. Eso es algo que hoy tenemos que hacer entre todos. Si quieres que una producción tenga éxito no puedes volar solo, tenemos que hacerlo todos juntos”, señala. La soprano está en contra de cualquier otra forma de divismo: “Yo soy la antidiva”. “El artista necesita transmitir sentimientos y humanidad al público”, añade, y eso es imposible, a su juicio, sin honestidad artística.

Técnicamente, al interpretar a Adriana Lecouvreur o a cualquier otro personaje, para Ermonela Jaho lo más difícil “es ser real, creíble”. La cantante tiene presente algo importante cuando sale a las tablas: “No soy solo una cantante, soy una actriz”.

A veces, se sincera, la mayor dificultad es contenerse en la interpretación. “A veces no puedo, me dejo llevar”, confiesa. No es fácil mantener esa actitud durante las tres horas que dura la ópera. “Adriana Lecouvreur”, observa, es una obra para sopranos experimentadas y con una larga carrera.

Ella tiene como premisa vital “vivir día a día, y cada día como si fuera el último”. Pese a ello su futuro está repleto de proyectos. Cuando acabe con las funciones en Oviedo, le espera una grabación en Italia, en la Academia de Santa Cecilia en Roma, de “Turandot”, con el sello Sony; luego interpretará en la Staatsoper de Hamburgo “Madame Butterfly”, un papel que hizo en Oviedo la pasada temporada; viajará a París, al teatro de los Campos Elíseos, con “Thaïs” y a Londres, a la Royal Opera House, con “Pagliacci”.

Compartir el artículo

stats