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Día mundial de la poesía

Graciano García, en el Día Mundial de la Poesía: “Al mundo le faltan versos y le sobran violencia, terrorismo y dolor”

La crítica a la guerra marca el acto institucional en la Junta General, muy concurrido y con lecturas en español, asturiano, eonaviego y ucraniano

Graciano García, en el Día Mundial de la Poesía: “Al mundo le faltan versos y le sobran violencia, terrorismo y dolor”

“Maldigo la poesía concebida como un lujo / cultural por los neutrales / que, lavándose las manos, se desentienden y evaden. / Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse”. Estos versos de Gabriel Celaya parecieron dominar ayer el ánimo de las numerosas personas que se reunieron en el vestíbulo de la Junta General del Principado para celebrar el acto institucional por el Día Mundial de la Poesía. Una jornada en la que, como postulaba Celaya, la poesía fue efectivamente un arma cargada de futuro, y en la que el idioma ucraniano resonó en los muros de la principal institución asturiana, con la voz del violinista Yuri Nasushkin declamando unos versos de Tarás Shevchenko, poeta mayor de Ucrania.

“Al mundo le falta versos y le sobran violencia, terrorismo y dolor”, aseguró Graciano García, el impulsor de la iniciativa para convertir a Asturias en Capital Mundial de la Poesía. García, a quien se le vio emocionado por el respaldo que está recibiendo la propuesta, había sido precedido, en el uso de la palabra, por Adrián Barbón, presidente del Principado, y al que agradeció su respaldo incondicional a la iniciativa (“Fue el primero en dar su apoyo”, reveló García), y le sucedería Yuri Nasushkin, el violinista afincado en Asturias desde hace más de treinta años, y que comenzó haciendo alusión al singular hermanamiento cromático de las banderas de su Ucrania natal y su Asturias adoptiva. “No puede ser una coincidencia”, señaló Nasushkin, antes de leer los versos poderosos de Shevchencko, primero en ucraniano y luego en español: “Y cuando el río arrastre atravesando Ucrania / hasta la mar azul / tanta sangre adversaria, / entonces dejaré los campos y los montes / y volaré hacia Dios / a alzarle mi plegaria, / pero hasta que ello llegue / de Dios no sabré nada...”

Fue el inicio de una larga sesión en la que resonaron, además del español y el ucraniano, el asturiano y el eonaviego. Porque cada elección tenía algo de reivindicación, de resistencia. Marcelino Marcos Líndez, presidente de la Junta General, que abrió las lecturas, eligió un poema de Ángel González, mientras que Barbón se decantó por unos versos de su consejera de Cultura, Berta Piñán, que a su vez leyó uno de Alejandro Fernández Osorio. Delia Losa, delegada del Gobierno en Asturias, optó por “Nos queda la palabra”, de Blas de Otero, que había sido también la elección del presidente de la Audiencia Provincial, José Antonio Soto-Jove, quien tiró de reflejos y acudió a unos versos de Pedro Salinas. El rector de la Universidad de Oviedo, Ignacio Villaverde, eligió unos versos de Teresa Fernández Lorences, profesora de la universidad. Teresa Sanjurjo, directora de la Fundación Princesa de Asturias, tiró de Albert Camus y su “Un verano invencible”. Xuan Xosé Sánchez Vicente narró en verso el nacimiento del Reino de Asturias. Rafael Palacios, diputado de Podemos, leyó a un Walt Whitman traducido al asturiano. El entrenador del Real Oviedo, el “Cuco” Ziganda, reivindicó el “If...”,de Rudyard Kipling. La regatista y medallista olímpica Ángela Pumariega acudió a Espronceda y su “Canción del Pirata”, y Juan Luis González Martín, delegado de Defensa en Asturias, recurrió a Pedro Calderón de la Barca y su “Soldado de Flandes”. Unos versos, reflexionó el coronel, que retornan a la boca en este tiempo en el que “por desgracia, la guerra hace temblar, otra vez, los cimientos de Europa”.

“El Mejor Poema del Mundo”

En medio del acto, se anunció el ganador del IX Premio Internacional de Poesía Jovellanos, “El Mejor Poema del Mundo”, que recayó en el autor colombiano Óscar Eduardo Soto por su poema “La estatua de Bolívar”. Un texto del que el jurado destacó su “estilo conciso y sintético” y cómo “desmitifica y a la vez humaniza la figura del prócer, recordando que la gloria es otro nombre de la caducidad”. El poema fue leído en el acto por Iván Alonso, de Ediciones Nobel, instantes después de que el jurado firmase el acta.

Así, golpe a golpe, verso a verso, discurrió la mañana, con decenas de personas subiendo al atril a leer poemas propios o ajenos. Escritores como María Esther García, Rodrigo Olay, Virginia Gil Torrijos, Fernando Beltrán o Javier Almuzara, además del director del Ridea, Ramón Rodríguez, se sumaron a la iniciativa. Pero además, entre tanta figura pública, se colaron los escolares del colegio Río Sella de Parres: tiraron de Machado, Alberti, Gloria Fuertes, de nuevo Berta Piñán o Rosario Acuña.

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