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¿Es negativa la jornada escolar continua? Esto es lo que dice un estudio

Una investigación advierte que las clases matinales provocan pérdidas económicas a las familias y que agrava la brecha de género

Alumnos en un aula del Colegio San Ignacio de Oviedo. | | SERGIO VEGA / CEDIDA A LNE Elena CaseroElena Casero

La jornada escolar continua implantada en muchos colegios de España –en concreto, en la mayoría de los centros públicos de Asturias– está conllevando una pérdida de 8.048 millones de euros a las familias, ya que otorga la función de custodia o cuidado fundamental de los alumnos a sus padres o parientes en horas laborables. Además, aumenta la brecha de género ya que el 66,4% de este impacto del cuidado extraescolar lo asumen las mujeres.

Es el dato que se ha puesto de relieve en el informe “Jornada escolar continua: Cómo la pandemia está acelerando un modelo social y educativo regresivo”, elaborado por el Centro de Políticas Económicas EsadeEcPol.

El estudio parte de la base de que en la jornada continua se ha extendido por toda España en los últimos 30 años. En Asturias de forma especialmente llamativa y desigual: es una de las comunidades con más centros con ese tipo de jornada en la red pública, cerca del 90%, y con bajísima implantación en la red concertada.

Dice el estudio que la pandemia está acelerando esta modalidad y se ha abierto el debate del cambio en muchos centros. En Asturias, de hecho, en los últimos meses se han abierto las votaciones para el cambio en varios centros, entre ellos uno de Colombres y otro de Luanco.

El estudio recalca que es el profesorado “el colectivo que más se beneficia de una jornada matinal (continua), tanto en bienestar como en posibilidades de conciliación; y son los que mayoritariamente quieren ese tipo de horario”. En el caso de los alumnos, “no existe evidencia rigurosa sobre el efecto de la modalidad de jornada sobre el rendimiento académico” aunque hay estudios que apuntan a que la jornada completa (o partida) está asociada a mejores resultados. Y lo que sí existe es la evidencia abundante y robusta sobre cómo el tiempo (lectivo y no lectivo) en la escuela supone un impacto positivo en los alumnos en términos académicos y socioemocionales; también que la jornada partida (de 9.00/ 9.30 a 16.00/ 16.30) con un almuerzo temprano (12.30 o 13.00) y un descanso en alumnado de 3 a 12 años, se adapta mejor a los biorritmos de los alumnos y mejora su salud y sus ciclos de sueño y bienestar”.

Lucas Gortázar, responsable del estudio, indica que las jornadas escolares comprimidas repercuten en que “las familias ingresan menos, trabajan menos, sobre todo las madres, y esto agrava la brecha de género”, ha resaltado.

La opinión de un experto asturiano

A ese estudio le pone muchas pegas David Méndez, vicedecano de Ordenación Académica de la Facultad Padre Ossó y experto en organización escolar. “Soy un absoluto defensor de la jornada continua tanto en Infantil como en Primaria porque la experiencia me dice que es la que mejor atiende el objetivo central y básico de la escuela, que no es otro que beneficiar los procesos de enseñanza-aprendizaje. El objetivo de la escuela no puede ser la conciliación, ni debe recaer sobre ella cuestionamientos económicos de otro tipo”, expone.

Dice Méndez que, si bien es cierto que no hay estudios definitivos sobre cómo impacta el tipo de jornada en el rendimiento académico, el hecho de que en Asturias haya un 90% de centros con jornada continua y “logremos buenos indicadores en los rankings educativos” debería dar una pista. Sobre si es se trata de una jornada que, de alguna manera, se cambia por la influencia y las preferencias del profesorado, Méndez advierte que “no es así, ya que quienes votan el cambio a jornada continua son los padres, y son ellos los que en Asturias han ido decidiendo lo que más les convenía”. De hecho, explica el experto, la normativa en la región es bastante dura y “solo contempla el cambio de jornada partida a continua con una votación muy alta de las familias. Si no se da ese alto nivel de participación no hay cambio”.

El profesor de la Facultad Padre Ossó sostiene que la realidad de la vida de los niños en España es que “todos añaden alguna actividad deportiva y extraescolar a su tiempo en la escuela y sin una jornada continuada los niños saldrían del colegio a las cinco de la tarde, tendrían deporte, otras clases, y no llegarían a casa para hacer sus deberes hasta las 9 de la noche”. “Eso para un niño no es ni educativo ni sano. No les podemos pedir jornadas que son más largas que las de los adultos”, concluye.

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