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Covadonga, tesoros al descubierto

Las coronas de la Virgen y el Niño, el cuadro del rey Pelayo, varias estampas y esculturas, dos regalos reales y un antiguo reloj de sol, entre las piezas más destacadas de la colección del real sitio

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Así es la colección del Museo de Covadonga

El Museo de Covadonga está a un paso de someterse a un "lifting", que lo convertirá en un espacio moderno, adaptado a criterios museográficos modernos y que permitirá a los visitantes conocer el verdadero significado histórico, cultural, religioso y paisajístico del santuario. Aunque no llegarán piezas nuevas –salvo adquisiciones de última hora– la "refundación" permitirá ver muchas más de las que se exponían hasta ahora. Porque el museo tiene miles. Solo una donación, la del sacerdote Manuel Martínez, que fuera párroco de Logrezana (Carreño), fallecido en 2008, superó las 600 piezas.

El punto de partida del proyecto para "refundar" el edificio fue, en 2018, la elaboración de la obra "Museo de Covadonga. Catálogo de sus colecciones", que contextualiza e interpreta los acontecimientos históricos celebrados hace cuatro años (primer centenario de la coronación canónica de la Santina y de la creación del parque nacional de la Montaña de Covadonga y 1.300.º aniversario de los orígenes del Reino de Asturias) y cataloga las principales piezas que conforman las colecciones del centro. El documento, con más de 430 páginas y 300 ilustraciones, es la herramienta fundamental para la reinterpretación del proyecto museológico y museográfico que ahora se va a desarrollar.

Porque, aunque todas las piezas existentes tienen su valor y su significado –cultural, histórico, religioso, sentimental…–, hay algunas que destacan sobremanera. Las principales, las 134 que analiza e interpreta el Catálogo, promovido y editado por la Fundación María Cristina Masaveu Peterson, en virtud de un convenio de colaboración suscrito con el Arzobispado de Oviedo, y fruto del trabajo de investigación realizado bajo la dirección científica de Vidal de la Madrid Álvarez, catedrático de Historia del Arte, por los máximos expertos en la materia, los doctores miembros del grupo de investigación "Ceán Bermúdez" de la Universidad de Oviedo y el doctor en Historia y en Historia de la Iglesia, Juan José Tuñón Escalada, anterior abad del santuario.

Entre las 134 los objetos catalogados figuran pinturas (31 piezas), esculturas (8), dibujos (4), estampas (2), fotograbados, (5) textiles (12), metales (10), mobiliario (1) y piezas de orfebrería (55), relojería (4) y numismática (2).

Pelayo, rey de Asturias, en los pinceles de Luis de Madrazo

Entre los objetos más destacados de la colección del Museo de Covadonga están las coronas para las imágenes de Nuestra Señora de Covadonga y Jesús Niño. Fueron fabricadas por el orfebre asturiano Félix Granda Buylla, con motivo de la coronación de la Virgen en 1918. La de la Santina incluye 551 gramos de oro, 232 gramos de platino, 2.046 rosas, 32 perlas, 983 rubíes y 2.572 zafiros; la del Niño, 114 gramos de oro, 85 gramos de platino, 52 brillantes, 759 rosas y 25 perlas. Fueron donadas por suscripción popular. Las dos coronas fueron objeto de un robo por parte de un ciudadano alemán en el año 1923, aunque se recuperaron sin sufrir grandes daños. El propio autor las reparó y en junio de 1929 volvieron al santuario. La corona de la Virgen es de carácter historicista, y la del Niño, de inspiración medieval, pero "con sentido estético renovador", como se explica en el Catálogo.

Otro de los grandes atractivos del Museo de Covadonga es la colección de pinturas de 17 reyes y reinas de Asturias, alrededor de la cual ha girado hasta ahora la exposición. Son propiedad del Museo del Prado y están en depósito en el santuario. La obra más destacada del conjunto es "Don Pelayo, rey de Asturias" (óleo sobre lienzo), de Luis de Madrazo, de 1856 y que permanece depositada en Covadonga ya desde 1877. El cuadro ganó la primera medalla en las I Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, celebradas en 1856, en Madrid. Fue Luis de Madrazo, precisamente, el que impulsó la colección, que se le encargó en 1853, y de la que existen en la actualidad 87 obras. La serie cronológica de los Reyes de Asturias incluye otras dos obras relevantes desde el punto de vista histórico, las de las reinas Adosinda y Ermesinda, que interesaron mucho en su día a Isabel II, pues consideraba que eran parte de su legitimación como reina.

Entre las pinturas destaca también la de Fray Ramón Martínez Vigil, óleo sobre lienzo del asturiano Dionisio Fierros de 1893, una figura entera y de tamaño natural. La obra tiene una trascendencia extraordinaria para Covadonga, porque fue el obispo que protagonizó la recuperación del santuario e impulsó la construcción de la basílica. Además, tanto la cruz pastoral como el anillo de obispo que aparecen en el cuadro se conservan también en el Museo de Covadonga.

Otra pintura sobresaliente es la titulada "Verdadero retrato de Nuestra Señora y sitio de Covadonga", óleo sobre lienzo de Francisco Antonio Martínez Bustamante y realizada en torno a 1744. Es una reproducción del real sitio antes del pavoroso incendio de 1777, que supuso la desaparición del "Templo del milagro", situado en la cueva y que parecía suspendido en el aire. Es una de las mejores representaciones de topografía devota existentes en el santuario.

También lo es la estampa "Puntual diseño del santuario de María Santísima de Covadonga", grabado de 1759 de Jerónimo Antonio Gil Pérez y Antonio Miranda García. Es una donación de Francisco Javier García-Lomas Mata, que la había adquirido en 1956, y la más famosa y reproducida de todas las estampas antiguas de Covadonga. Muestra la exacta disposición de la iglesia rupestre, arrasada por las llamas en 1777. Es una reproducción casi fotográfica del lugar. La edición fue costeada por una congregación madrileña y durante muchos años sirvió para explicar a los devotos y curiosos la singularidad del sitio donde se ubica la santa cueva y la batalla de Covadonga y el milagro allí acaecidos, según la leyenda, en el año 722.

Una tercera estampa, elaborada sobre acero, destaca entre las piezas del Museo. Se titula "Covadonga. Vista interior del santuario, 1877". Fue realizada por Roberto Frassinelli, "El alemán de Corao", y el mallorquín Bartolomé Maura y Montaner. La composición está basada en un dibujo del propio Frassinelli e incluye una panorámica con la reproducción de la cueva de la Santina y del paisaje exterior del abrigo de la Peña.

Entre las esculturas sobresale por su calidad la de "San Miguel Arcángel", elaborada entre 1750 y 1770 y atribuida a la Escuela Madrileña. "Bien concebido y proporcionado, de resuelto dinamismo y monumental efecto, por la exagerada curva de la cerviz de san Miguel, parece que el grupo fue concebido para el ático de un retablo o el remate de un facistol, pues solo así se logra ver el rostro del arcángel", recoge el Catálogo. La obra fue donada por los hermanos Miguel Ángel y Francisco Javier García-Lomas Mata.

Destacan asimismo dos esculturas atribuidas a la Escuela Filipina. De la primera mitad del siglo XVIII, "Crucificado", figura elaborada con tres piezas de marfil ensambladas, que responde al modelo de "Cristo de la expiración", momentos antes de su muerte. Es uno de los mejores "crucificados" de entre los numerosos procedentes de Manila y conservados en España. No ha podido avalarse la tradición de que perteneció a san Francisco de Borja y que fuera donado a Covadonga por Felipe II.

La segunda pieza de la Escuela Filipina es "Inmaculada Concepción", de la primera mitad del siglo XIX, en marfil sobre una base de madera tallada. Fue regalada al santuario en 1986 por la familia del coronel Francisco Álvarez del Manzano y Miranda Grado. Anteriormente perteneció al misionero asturiano san Melchor García Sampedro, quien se la regaló al militar en 1850.

El Museo de Covadonga tiene dos textiles de enorme importancia histórica y religiosa. Una, la casulla elaborada a partir del terno que donó la reina Bárbara de Braganza, esposa de Fernando VI, y que resultó parcialmente destruido en el incendio de 1777. Las partes salvadas se integraron en una nueva casulla, realizada en 1778 o en los años siguientes. Y dos, el terno (una casulla, dos dalmáticas y cinco capas pluviales) de 1858 que donó al santuario el entonces Príncipe de Asturias Alfonso de Borbón, futuro Alfonso XII, con ocasión de la visita al santuario de su madre, Isabel II.

Entre los relojes destaca uno de sol, de 1795 y autor anónimo. Una pieza rara y curiosa, que incluye una inscripción que señala que se hizo para el servicio del coro colegial y los oficiales de la obra y del público. Es probable que se refiera a los oficiales del proyecto diseñado por Ventura Rodríguez para construir un nuevo templo, pues en ese momento aún se trabajaba en él, aunque la actividad ya se había reducido sensiblemente y estaba próxima la suspensión definitiva de las obras, en marzo de 1796. Está labrado en una placa de piedra caliza grisácea y de grano muy fino.

También hay piezas que no aparecen en el Catálogo, pero que relatan hechos singulares. Ejemplo: un libro titulado "La criminología". La particularidad de este libro estriba en que lo iba leyendo un parlamentario cubano de origen asturiano un día que viajaba en tren. Y que, cuando unos forajidos asaltaron el convoy y empezaron a disparar, el diputado, muy devoto de la Santina, se encomendó a ella e imploró su protección. Ocurrió que una bala dirigida directamente a su corazón quedó incrustada en el libro. Aquel "milagro" le salvo la vida. Donó al santuario el libro, aún con la bala doblada en su interior. Escribió de su puño y letra lo ocurrido y entregó también ese testamento, junto con recortes de presa que relatan lo ocurrido aquel día.

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