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José Mario Díaz, durante su discurso. Detrás, por la izquierda, Borja Sánchez, Julio Bobes y Leopoldo Tolivar.

Mario Díaz urge a que la sociedad contribuya a forjar un buen sistema de ciencia y tecnología

El nuevo miembro de número de la Academia científica asturiana detalla los desafíos de un mundo global y los objetivos de sostenibilidad

El catedrático de Ingeniería Química José Mario Díaz Fernández es desde ayer académico de número de la Academia Asturiana de Ciencia e Ingeniería, de reciente creación, y que celebró su primera sesión en el paraninfo del Edificio Histórico de la Universidad de Oviedo. Buena compañía: el consejero de Ciencia, Innovación y Universidad, Borja Sánchez; el rector Ignacio Villaverde; Julio Bobes, presidente de la Academia de Medicina de Asturias y Leopoldo Tolivar Alas, que preside la Academia Asturiana de Jurisprudencia, además de un nutrido grupo de compañeros y amigos que no quisieron perderse un momento "especial". El discurso de Díaz Fernández, al que respondió Borja Sánchez, fue didáctico en muchos momentos sin que faltaran pespuntes de humor y amor por sus orígenes, y de agradecimientos a sus maestros, se planteó: en un mundo global, ¿cómo y en qué contribuir?

Contribución, compromiso, ciencia. Palabras mayores. Tengamos en cuenta que "en un mundo global los cambios son muy rápidos, la competencia se vuelve creciente y debemos estar buscando esa adaptación de forma continua. Se necesitan instituciones que, con flexibilidad, puedan dar opiniones e información del interés de la ciencia y la ingeniería".

Un destello emotivo: "Mi abuela materna había quedado viuda con dos niños menores de tres años y esperando otro. Tuvo capacidad para criarlos, en base a su única actividad familiar agrícola, y en la que resultaba importante la existencia del mercado de la Pola y la plaza de Noreña". Vivió el académico esa economía de proximidad y con fuertes relaciones familiares y de vecinos. "Después nos empezamos a globalizar personalmente. En los años 60 se abrieron institutos y los amigos estudiamos en Noreña y en Gijón". A finales de los años 70 eran conscientes de "la necesidad y posibilidad de poder contribuir con trabajos científicos, aunque los resultados eran escasos". Trazó Díaz con claridad y precisión una férrea línea histórica de la globalización hasta la última década, cuando "se han plasmado de forma clara los objetivos de sostenibilidad que van a modular la competencia en la globalización y que para nosotros puede resultar negativo si no hay un acompasamiento de medidas en el proceso". Y destacó que "la importancia de que un país disponga de un buen sistema de ciencia y tecnología es tan crítica para su buen desarrollo que precisa de la participación de muchos, de casi toda la sociedad". Y es que, como recalcó el consejero Sánchez, se precisa una fórmula equilibrada entre "docencia, investigación y compromiso de acercar la ciencia a la sociedad".

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