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Un infartado en los Picos: "En 20 minutos me llevaron de la Vega de Urriellu al HUCA"

Manuel Izquierdo se emociona al recordar los ánimos de los rescatadores: "Ya llegas, me decían"

En el círculo, Manuel Izquierdo. En la imagen, el rescatado a la izquierda, camino del helicóptero, el pasado jueves.

Son la cara y la cruz de una realidad cada vez más frecuente, sobre todo en verano: los accidentes cardiovasculares en las zonas de montaña. El madrileño Manuel Izquierdo Pastor, de 62 años, se recupera en el HUCA del infarto sufrido este jueves mientras subía la Vega de Urriellu desde Pandébano. La llegada del equipo de rescate del SEPA, con un médico, le salvó la vida. "En veinte minutos me había llevado desde la Vega de Urriellu hasta el HUCA", señala desde el hospital. Ese mismo jueves, el equipo de rescate había trasladado a un barranquista que había sufrido otro accidente cardiovascular. La cruz de este fenómeno se vivió este lunes en Las Bobias, cerca de los Lagos de Covadonga, cuando un montañero noruego de 74 años se desvaneció para no levantarse más, tras sufrir también un infarto. Un guía avisó de lo ocurrido. Los rescatadores del SEPA trataron de reanimarle, sin éxito, y la Guardia Civil de Montaña, con un helicóptero de la Benemérita, evacuó el cadáver.

Manuel Izquierdo, investigador del CSIC, no hace más que dar las gracias a todas las personas involucradas en su rescate. Gracias a ellos está vivo. El jueves pasado, sobre las nueve de la mañana, Izquierdo salió con una veintena de amigos y familiares de Pandébano, con el objetivo de llegar a la Vega de Urriellu y luego seguir hasta Fuente Dé. "Subí un poco raro, más lento de lo normal. Yo siempre voy de los primeros, pero esta vez me costaba más", cuenta Izquierdo.

Cuando llegó al refugio del Urriellu comenzó a sentir un fuerte dolor en el pecho. "Pensé: ‘Será el flato’, o que me había sentado mal algo que había comido. Serían las tres y cuarto de la tarde. Una hora después me remitió el dolor. Mi concuñada, que es enfermera de Urgencias, se quedó un poco mosqueada tras examinarme", añade.

Manuel Izquierdo. | MANUEL IZQUIERDO

"A eso de las cinco o las seis me volvió el dolor. No era insoportable, pero era distinto a cualquier otro dolor que hubiese sufrido antes", explica. Su concuñada enfermera volvió a examinarle y esta vez le dijo que deberían plantearse pedir un traslado al hospital, así que habló con el guarda del refugio del Urriellu para pedir ayuda.

"En mi familia tengo antecedentes: mi padre murió con 50 años al sufrir una parada en plena calle. Yo, la verdad, pensé que era un poco exagerado llamar a un helicóptero por un dolor en el pecho. Me daba un poco de cargo de conciencia, teniendo en cuenta además que ha habido accidentes de helicópteros durante rescates en los Picos de Europa", comentó.

Finalmente llamaron, a eso de las siete y cuarto, y "en veinte minutos ya estaba allí el helicóptero, con dos rescatadores, un ATS y un médico con un equipo de cardiología". Le metieron en el interior del refugio para evaluarle. "No les vi buena cara", confiesa Izquierdo. Dada la hora de la tarde, urgía realizar el traslado. "Me dijeron que me iban a llevar al HUCA. Estaba muy asustado mientras me llevaban al helicóptero. La cara que llevaban no era muy halagüeña", añade.

"Fui consciente todo el tiempo, iba hablando con ellos. Fue rapidísimo. Cuando me quise dar cuenta, en veinte minutos me habían llevado desde la Vega de Urriellu hasta el HUCA", comenta. Aún se emociona al recordar cómo el médico de Bomberos le apretó el brazo y le dijo: "Ya estamos". "Aquel apretón me dio la vida", confiesa.

Ahora le da vueltas a lo que vivió. "Me han dicho que lo más seguro es que hubiese sufrido el infarto mientras subía al Urriellu. Tendría que haber pedido ayuda antes. La intervención de los médicos fue crucial para que esté vivo", admite. Ahora está a la espera de una resonancia para saber el alcance del daño sufrido.

"Creo que es un buen momento para pedir más helicópteros medicalizados. Solo hay uno y hacen una labor impresionante. No quiero pensar qué ocurriría si se averiase", dice este madrileño que solo tiene buenas palabras para sus rescatadores: "No se me olvidarán en la vida sus caras, la rapidez con la que acudieron, cómo se coordinaron con el HUCA, para conseguir un acceso rapidísimo a Urgencias y a Cateterismo". Y añade: "Gracias, de corazón, a todos vosotros, trabajadores públicos, desconocidos y, a veces, tan poco reconocidos".

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