Violencia machista

El asesino machista de Valencia utilizó a su hija como cebo para conseguir que la madre fuera a casa

Fátima abandonó precipitadamente el trabajo, llorando, al temer por la vida de la niña, después de que la pequeña, de 13 años y que permanece hospitalizada en estado grave, la llamara atemorizada porque su padre estaba en casa amenazándola

Protesta en repulsa del último asesinato machista perpetrado en Sagunt.

Protesta en repulsa del último asesinato machista perpetrado en Sagunt. / DANIEL TORTAJADA

Teresa Domínguez

Abdellah K., el asesino machista confeso de Sagunt (Valencia), utilizó al parecer a su hija mayor, de 13 años, como cebo para conseguir que su exmujer, Fátima, acudiese a casa en su ayuda, consiguiendo así su objetivo: tenerla a solas dentro del domicilio para poder matarla sin testigos. Tal como ha publicado Levante-EMV, de Prensa Ibérica, el asesinato de Fátima, de 34 años, se produjo en el domicilio donde vivía con sus dos hijas de 4 y 13 años, en el número 10 de la avenida Sants de la Pedra de la capital del Camp de Morvedre.

En principio, esa habría sido la forma en que el asesino confeso se habría colado en la casa, según se desprende de las manifestaciones de una amiga de Fátima y de las investigaciones que está realizando el grupo de Homicidios de la Policía Nacional, cuyos agentes están tratando de encajar todas las piezas de este nuevo crimen machista, el sexto que se produce este año en la Comunidad Valenciana y el que hace 54 en España, lo que denota una preocupante subida de los crímenes de género tanto respecto de 2022 como de los cuatro años precedentes.

Una mujer muestra su indignación en la concentración de repulsa del asesinato de Fátima en Sagunt.

Una mujer muestra su indignación en la concentración de repulsa del asesinato de Fátima en Sagunt. / DANIEL TORTAJADA

La niña la llamó atemorizada

Así, según ha podido saber Levante-EMV de fuentes de toda solvencia, Abdellah K., que ya había sido condenado por una agresión machista a Fátima en 2016, momento en que la mujer se separó de su maltratador, habría logrado entrar el miércoles en el domicilio engañando a su hija de 13 años, la única que estaba en casa en ese momento, ya que su madre estaba trabajando, como cada día, y su hermana menor, de 4 años, en la guardería. Eran poco más de las cuatro de la tarde.

Fátima se encontraba en el trabajo, una industria cárnica especializada en pollos, cuando su hija de 13 años la llamó por teléfono muy asustada porque su padre había entrado en el piso y la estaba amenazando fuera de sí, según ha relatado a este diario una amiga de la víctima.

La mujer pidió permiso y salió precipitadamente de su trabajo. Se subió a su coche y recorrió a toda velocidad el trayecto hasta su domicilio. Al ver que su hija ya no le cogía el teléfono, temiendo que su exmarido y padre de la menor le hubiera hecho algo, llamó a la trabajadora social del Ayuntamiento de Sagunt que llevaba su caso para pedir ayuda.

La Policía Nacional investiga la llamada de la trabajadora social

La llamada, al parecer, se cortó bruscamente cuando Fátima accedió a la vivienda, lo que hizo que la trabajadora social, según declararía esta misma tras presentarse voluntariamente en la comisaría del Port de Sagunt apenas unos minutos después, llamase a la Policía Local para informar de lo sucedido, extremo que está investigando la Policía Nacional.

Lo cierto es que Fátima llegó a entrar en el piso y que Abdellah K. la mató, tras lo cual huyó de la vivienda dejando cerrada la puerta de principal.

La consternación y la indignación dominaron la concentración de repulsa por el asesinato machista de Fátima en Sagunt.

La consternación y la indignación dominaron la concentración de repulsa por el asesinato machista de Fátima en Sagunt. / DANIEL TORTAJADA

Para entonces, la niña, que se había encerrado en un cuarto -aún se desconoce si antes de la legada de su madre o después, cuando la estaba matando-, acababa de caerse al patio interior al intentar escapar para pedir ayuda y ponerse a salvo.

La vecina del piso de la planta primera desde el que se accede a ese patio escuchó el sonido de la caída y, al ver a la pequeña tendida en el suelo, quejándose de dolor, llamó al 112, lo que puso en marcha la operación de auxilio a la menor.

Nadie entró en el piso hasta que llamó la vecina

Un equipo sanitario del SAMU estabilizó sus constantes vitales y la evacuó al Hospital de Sagunt, aunque inmediatamente después fue trasladada a un hospital en València dada la gravedad de las lesiones. Según la consellera de Igualdad, Susana Camarero, la niña "está en coma y luchando por su vida" en el centro hospitalario. Fuentes consultadas por este diario han confirmado que los médicos temen seriamente por su vida debido a las gravísimas lesiones sufridas en la caída.

Solo entonces, cuando los agentes de la Policía Nacional desplazados al lugar por la llamada de la caída de la niña decidieron entrar en el piso del que se había precipitado, fue cuando se descubrió el cuerpo sin vida de Fátima, con una profunda herida en el cuello infligida con un cuchillo de cocina. Hasta ese momento, ni el teléfono de Emergencias 112, ni el Centro de Información y Coordinación de Urgencias (CICU) de Sanidad ni la Policía Nacional tenían constancia ni aviso alguno de la agresión machista que se había producido en la vivienda.

¿Agresión previa o solo caída?

La pequeña, según las fuentes consultadas por este diario, sufre numerosas fracturas por todo el cuerpo, principalmente en la cabeza -las más críticas-, las costillas y la cadera.

Aunque existe compatibilidad entre esa lesiones y una caída accidental, se trata de muchas fracturas, por lo que el grupo de Homicidios está a la espera del informe médico y de tomarle declaración al asesino confeso para determinar si realmente la niña se cayó sola cuando trataba de huir de la casa por la ventana o si antes de eso fue golpeada por su padre y parte de las lesiones obedecen a esa agresión previa.

Abdellah K., que es natural de Marruecos al igual que su víctima, aunque él llevaba en Sagunt desde niño, fue detenido poco antes de las cinco de la tarde del miércoles, después de presentarse en la comisaría de la Policía Nacional, con las manos y la ropa aún ensangrentadas, para entregarse y confesar que acababa de matar a su mujer en el domicilio de ella.