Los afectados por VIH exigen paliar la soledad no deseada y el desempleo

El Comité Antisida recuerda a las víctimas del virus y pide un plan "integral" de cuidados

Un momento de la ofrenda floral por las víctimas del sida, ayer, en el parque gijonés de Los Pericones.

Un momento de la ofrenda floral por las víctimas del sida, ayer, en el parque gijonés de Los Pericones. / S. F. L.

S. F. L.

Pese a la lluvia, la celebración del Día Mundial de Acción y Respuesta al VIH y el SIDA reunió ayer en Gijón a decenas de afectados y familiares en una cita marcada esta vez por la necesidad de implantar métodos de atención más individualizados que permitan atajar problemas asociados al virus como la soledad no deseada y el aún difícil acceso al mercado laboral. "Los avances sociales deben estar alineados de una vez por todas con los avances médicos y científicos", reclamaron ayer los afectados durante la lectura de su manifiesto.

La cita, organizada como cada año por el Comité Antisida de Asturias, inició la jornada con una ofrenda floral en el parque de Los Pericones, que cuenta con un monolito de homenaje a las víctimas que han fallecido por sida. Durante gran parte del día, además, varios voluntarios instalaron carpas por la zona centro de la ciudad para repartir folletines informativos y donde se pudieron realizar pruebas orales rápidas para la detección del VIH. El cierre, como manda la tradición, se celebró ya al anochecer con una cadena humana que deambuló desde el paseo del Muro de San Lorenzo –que se decoró con lazos rojos– y hasta la plaza del Ayuntamiento, donde se leyó un manifiesto consensuado por todos los socios. "Nuestra historia es un testimonio de coraje que no habría sido posible sin muchas de las personas que ya no están y a las que queremos recordar", señaló ayer Loli Fernández, presidenta del comité organizador.

El colectivo reivindicó la necesidad de "avanzar hacia un modelo de cuidados más integral y centrado en las necesidades individuales, no solo las médicas", un paso adelante que permitiría atajar el doble estigma que sufren las mujeres y las personas migrantes, por ejemplo. El VIH, que hoy ya no supone la sentencia de muerte que fue durante décadas, implica que los afectados conviven ahora con una enfermedad crónica que, defienden, debe tratarse como tal: "Disfrutamos de vernos y tocarnos y sentirnos viejas, porque muchas de nosotras jamás pensamos que fuéramos a hacernos mayores".