Movilidad reducida

Discapacidad y transporte: "Está usted cometiendo un fraude. Se tiene que bajar del tren"

Una mujer con una discapacidad del 65% denuncia que tras un error suyo en la compra de un billete fue expulsada de un convoy

Esther, el pasado jueves, en la estación de trenes de Málaga. Esta vez sí, con su vehículo

Esther, el pasado jueves, en la estación de trenes de Málaga. Esta vez sí, con su vehículo / EPC

Carlos Márquez Daniel

El día a día de Esther Acosta volvió a empezar el 8 de agosto de 2001, cuando sufrió un ictus isquémico a los 24 años. Recién licenciada en Bellas Artes, y una vez superado el primer golpe, tuvo que adaptarse a los problemas asociados a la discapacidad, que no siempre son físicos y mentales: también sociales. El pasado sábado 10 de febrero estaba montada en un tren Iryo que iba de Málaga a Córdoba. La echaron, asegura, tras acusarla de estar cometiendo un fraude. La empresa, sin embargo, lo niega.

Esther Acosta, son su bastón, su vehículo y su perro, por las calles de Nerja, el pasado domingo.

Esther Acosta, son su bastón, su vehículo y su perro, por las calles de Nerja, el pasado domingo. / EPC

Esther Acosta vive en Nerja, el pueblo más famoso de España durante la década de los años 80 gracias a la serie 'Verano azul'. Tanto ella como sus hermanos y la pandilla de amigos eran los auténticos Pancho, Javi, Tito o Bea. Pero esa es otra historia. Tras vivir en Córdoba, decidió instalarse en esta localidad costera, donde también reside su madre. Aquí se dedica a la restauración de muebles y también da clases de lo suyo. Todo, adaptado a una discapacidad reconocida del 65%.

Problemas con el bus

Para moverse usa un vehículo de movilidad personal, un triciclo eléctrico. Puede andar con la ayuda de un bastón, pero distancias cortas, sin demasiados obstáculos; suelos lisos, sin sorpresas, y si puede ser, con alguien a su lado.

El 10 de febrero decidió dejar su particular silla de ruedas en casa. "Estoy ya muy escarmentada por los problemas que me ponen en el autobús de Nerja a Málaga. Hay que meter el triciclo en el maletero y el conductor, que si me duele la espalda, que si tengo una hernia, y siempre tengo que terminar pidiendo ayuda a los otros viajeros". Decidió andar, porque total, tenía por delante escaso trayecto a pie, y en Córdoba tenía previsto moverse en taxi.

El vehículo de movilidad personal que Esther usa para desplazarse, pero que ese día se quedó en Nerja

El vehículo de movilidad personal que Esther usa para desplazarse, pero que ese día se quedó en Nerja / EPC

La estación de tren está al lado de la de autobuses. "Bajé y me tomé un café. Crucé la calle, entré en la estación y fui al servicio Acerca", relata, en referencia al personal de Adif que presta asistencia a las personas con problemas de movilidad para que puedan acceder a los trenes. También pasó por la oficina de Iryo para que le imprimieran el billete. Nada le dijeron.

La llevaron en silla de ruedas hasta su convoy, tras pasar el control de billetes (sin sobresaltos), y se acomodó en el asiento. Poco antes de partir, un trabajador de Iryo se le acercó y le solicitó el bono. Según el relato de Esther, el empleado le dijo: "Está usted cometiendo un fraude. Se tiene que bajar del tren".

La letra pequeña

Ahí es donde ella se dio cuenta de su error, puesto que el asiento H que compró, con tarifa reducida de ocho euros, está reservado para personas que sí llevan su silla de ruedas. Su triciclo se había quedado en Nerja. A partir de este punto de la historia, las versiones de Esther y de Iryo van por vías muy distintas.

Ella asegura que propuso pagar un billete nuevo, incluso una sanción, para no tener que bajar del tren. Admitió que no había leído la letra pequeña y que pensó que el precio aplicaba a todas las personas con una discapacidad reconocida. "Me dijo 'no tengo tiempo de discutir con usted' y me insistió en que era un fraude. El ictus te deja muy sensible ante situaciones de cansancio y estrés, el frío o el calor. También la sensibilidad emocional queda afectada. Por eso me quedé casi en blanco. En estado de 'shock'. No podía casi ni andar". 

Esther, en los 90, unos años antes de sufrir el ictus.

Esther, en los 90, unos años antes de sufrir el ictus. / EPC

La compañía dice, en cambio, que sí se le ofreció otro billete. "Iryo niega cualquier acusación de maltrato hacia la pasajera, a quien se ofreció ubicación en otro asiento del mismo tren, como consta en el informe interno de incidencias a bordo. La pasajera se negó a ocupar el asiento ofrecido y se bajó del tren", argumenta la empresa.

Esther responde: "Es totalmente falso. ¿Cómo iba a rechazar otro billete si es precisamente lo que pedí, pagando lo que fuera, para no tener que bajarme del tren? ¿Qué sentido tiene salir, si te ofrecen quedarte, y volver a comprar otro billete para un tren que sale tres horas más tarde? Es absurdo... Y es mentira. Recuerdo lo que pasó".

Una viajera "hostil"

De nuevo en tierra, y de nuevo en la silla del servicio Acerca, Esther tuvo que adquirir un nuevo boleto. Según Iryo, que en ningún caso admite los hechos ni se disculpa, la cosa fue así: "Se dirigió a nuestras oficinas, donde, mostrando abierta hostilidad hacia los asistentes, interpuso tres denuncias: por denegación de embarque, porque no funcionaba el código QR en su dispositivo y, según su perspectiva, porque no le estaban explicando suficientemente el proceso. Acto seguido, compró otro billete y se marchó en el siguiente tren Iryo". Es decir, la empresa sí admite que adquirió un nuevo ticket para un convoy que salía tres horas más tarde. El dinero del billete perdido no se le reembolsó.

Trenes de Iryo.

Trenes de Iryo. / EPC

Iryo explica que desde que se habilitó la tarifa de ocho euros, "la ocupación fraudulenta de la plaza H es, lamentablemente, muy frecuente". "Cada semana -prosigue en su argumentación- hay una media de 30 intentos de fraude de pasajeros que quieren viajar en esos asientos sin tener derecho a ello. Para evitar que las personas que necesitan esa plaza se queden sin poder viajar, los asistentes están advertidos y son rigurosos en este punto durante los minutos de embarque y desembarque".

Sin explicación

Esther no niega su error. Lo asume. "¿Pero fraude? Me hizo especial daño que me acusaran de tramposa cuando constantemente, en todas partes, estoy defendiendo los derechos de las personas con discapacidad, ya sea por las plazas de aparcamiento reservadas a nuestro colectivo o por la accesibilidad en los espacios públicos". E insiste: "No tiene sentido que digan que me negué a otro billete en el mismo tren cuando luego compré otro. Me echaron y no me dieron más explicación que las prisas por salir a la hora. Y en cualquier caso, de habérmelo ofrecido, en ningún caso me habría dado tiempo de ir y volver a la oficina de Iryo".

Esther, el domingo, de vuelta a la estación de Málaga. Esta vez, con su vehículo.

Esther, el domingo, de vuelta a la estación de Málaga. Esta vez, con su vehículo. / EPC

Óscar Moral, asesor jurídico del Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI), comparte su punto de vista en base al testimonio de Esther. "Es indudable que se equivocó por desconocimiento, pero es un fallo que el revisor podría haber subsanado tras comprobar, cosa que no hizo, que tenía una discapacidad reconocida".

"Lo que puede denunciar -relata este experto- es un trato inadecuado. Lo fácil quizás sea pedir disculpas y las cosas se quedarían ahí. Todos podemos cometer errores". Moral cree fundamental "atajar el fraude en el transporte público", pero también considera que el trato fue muy desafortunado, y la respuesta de Iryo, poco inteligente, al insistir en el tema del fraude".

Rutina y bienestar

El caso de Esther puede considerarse aislado, pero no es una anécdota. "Es importante -señala el representante del CERMI- dar a conocer estas situaciones, porque en el ámbito del transporte es muy habitual que las personas con discapacidad tengan problemas. Puede que sea anecdótico para los operadores, pero para el que lo vive supone un quebranto en su rutina y, sobre todo, en su bienestar".

Todo esto sucede la misma semana en la que el rey Felipe VI ha sancionado (aprobado) la reforma del artículo 49 de la Constitución, que, entre otras cosas, reza lo siguiente: "Se atenderán particularmente las necesidades específicas de las mujeres y los menores con discapacidad».

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