Cannes 2024 (día 8): Vinel y Poggi, Sorrentino y Sean Baker

En el octavo día de Cannes coinciden «Eat the night», «Parthenope», y «Anora», tres películas que contrastan la realidad de sus personajes con visiones idealizadas.

Fotograma de la película de Paolo Sorrentino. Celeste Dalla Porta y Stefania Sandrelli, en un momento de la película.

Fotograma de la película de Paolo Sorrentino. Celeste Dalla Porta y Stefania Sandrelli, en un momento de la película. / Gianni Fiorito

Pablo Álvarez-Hornia

Pablo Álvarez-Hornia

El anuncio del cierre de un videojuego multijugador online es el punto de partida de «Eat the night», la nueva película de Caroline Poggi y Jonathan Vinel que se ha proyectado en la Quinzaine. Subtramas románticas y de enfrentamientos entre bandas locales se entremezclan con el mundo virtual del videojuego al que escapan sus protagonistas, en un relato estructurado a través de la cuenta atrás hasta su desaparición.

Sin embargo, y como viene siendo habitual en el cine de esta pareja creativa, el mundo virtual no representa exclusivamente una forma de escapismo (de hecho, para reforzar esto mismo, los rasgos de los actores acaban por mezclarse con los de sus personajes animados). La mezcla de ambas realidades tiene usos expresivos: entre ellos, algunas explosiones puntuales de emoción que se representan visualmente en el videojuego sin necesidad de romper la coherencia del enfoque más descarnadamente realista (a pesar de tener tintes melodramáticos) de la mayor parte del relato. Con todo, la fórmula se agota con más rapidez que en proyectos anteriores, quizás por la forma en que se reiteran ciertos puntos para compensar la mayor duración de este largometraje.

"Eat the night"

"Eat the night" / .

Sorrentino vuelve a Nápoles tras «Fue la mano de Dios» con «Parthenope», película en la que la ciudad está presente ya desde el título y que da nombre también a su protagonista, planteada como encarnación de la ciudad. En esta última cinta no hay la sensación de concreción que poblaba las imágenes y personajes de la anterior, y la película deriva en su segunda mitad en una colección de escenas conectadas sólo superficialmente, guiadas por la fascinación de Sorrentino por el viaje a ninguna parte de su actriz.

Hay similitudes en algún punto con la «Gertrud» de Dreyer, en la insatisfacción permanente y el camino que siguen sus protagonistas en el último tramo, pero en la de Sorrentino la pretendida transgresión anula poder llevar esa comparación a término. Trata de reunir tantas cualidades en la figura de su protagonista que la indefinición acaba siendo total; todos los hombres de la película le preguntan qué está pensando, pero cuando la película llega a su fin el misterio se ha disuelto por completo.

Fotograma de "Anora"

Fotograma de "Anora" / .

En «Anora», Sean Baker parte de otro retrato del mundo de la prostitución, esta vez derivado en una comedia oscura (y mayormente trágica) cuando su protagonista conoce al hijo de un multimillonario ruso que desencadena una trama que apunta a la comedia romántica.

La mezcla de géneros llega hasta los personajes, que transitan desde aquellos escritos desde un punto de vista más ‘realista’ hasta aquellos que aparecen directamente como estereotipos, siguiendo estrictamente los tiempos de la comedia y todos y cada uno de los clichés imaginables. Lo interesante es la combinación de todo ello en una misma película, aunque formalmente sea probablemente la menos transgresora: todo en ella supone suavizar la agresividad de sus anteriores proyectos.