Crítica / Música

OSPA poliédrica y palpitante

La sinceridad de Jaime Martín como director traslada energía a la orquesta

La Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) retomó el viernes su temporada de abono tras una nueva participación en el festival Musika-Música de Bilbao, donde recaló con su titular, Rossen Milanov. En esta ocasión, conocimos el viernes el trabajo de Jaime Martín en el podio. De flautista a director, Martín toma posiciones a la batuta desde 2008, con la pasión del que siente la libertad de la dirección, con sinceridad. Y eso se sintió en el concierto de la OSPA en el Auditorio de Oviedo. Pura energía, para disfrutar de una OSPA palpitante. El público -probablemente, en parte no habitual del Auditorio-, hubo de agarrarse las manos para no aplaudir entre la sucesión de las "Danza eslavas, Op. 46" de Dvorák, con la explosión por ejemplo de la número 5 en su cierre.

Primera parte, pues, para deslumbrar con Dvorák a la sala. La OSPA hizo pleno con esta obra vital y multicolor, originalmente para piano, y que Dvorák orquestó de manera brillante en 1878. Hay que destacar la interpretación de danzas como la número 2, por el manejo de los timbres, el ritmo interno y las texturas de la pieza, siempre con Martín atento a los detalles dentro de verdaderas fiestas sonoras. Como en la danza tercera, con su combinación de ritmos y los giros melódicos, que afloran en la orquesta. Otra danza que recuerdo en especial fue la cuarta, un minueto recurrente, casi como autómata en su efecto, mientras sobresalían las trompetas y las maderas. Realmente, estas "Danzas eslavas" de Dvorák son para centrarse a escuchar sus detalles internos, en los que aflora la personalidad del compositor, tras la influencia que supuso para el checo su encuentro con Brahms.

De especial interés fue la segunda parte del programa, con el "Concierto para orquesta" de Bartók. Se trata de una obra poliédrica, que en cada sección que se yuxtapone, se reinventa, con gran inventiva. El macrocosmos de Bartók. Todo un reto para la orquesta, con dificultades para todos los integrantes y secciones, mientras se reparte el protagonismo. La OSPA, con Martín al frente, superó con éxito el desafío, casi como orfebres, a partir del poder orgánico de la orquesta, con la diversidad de elementos que encierra esta obra, perfectamente integrada en la interpretación del viernes. Bravo. Es difícil para la que escribe destacar un momento de la obra, hasta el vertiginoso movimiento final. Para degustar a cada compás, mientras la OSPA hacía gala de su flexibilidad, hasta en los detalles más sutiles. Baste como ejemplo el arranque del cuarto movimiento, con el repliegue de la cuerda grave, y después de esos cambios de color de contraste, en la "Elegía". Nos quedamos con ganas de más.

La siguiente cita con la OSPA será el próximo viernes, en su Concierto extraordinario de Semana Santa, con un programa especial, "El sueño de Geronte, op. 38" de Elgar, bajo dirección de Milanov, y las voces solistas de Allison Cook, Zach Borichevsky y Nathan Berg, junto al Coro de la Fundación Princesa de Asturias.

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