Aunque amagó con lanzársela a los periodistas, Paco Herrera agradeció de buen grado la tarta que le entregaron sus futbolistas por su cumpleaños antes de la última sesión preparatoria. Incluso en los peores momentos, en los que se acrecientan las dudas en torno a su equipo, Paco Herrera muestra buen encaje y conserva el buen humor. La experiencia es precisamente el mejor aval del entrenador del Sporting que ya se ha visto muchas veces en trances similares al que tiene que lidiar estos días en Gijón. "Felicidades Paco", reza el pastel que sus futbolistas le entregador debajo de un gran escudo rojiblanco. El regalo que el técnico espera de sus futbolistas es la victoria ante el Zaragoza para que la fiesta sea completa y no termine aguada.

El entrenador rojiblanco vivió ayer un día muy especial, en el que recibió la visita de su gran amigo en el mundo del fútbol Manolo González, con el que ya coincidió en varios equipos como jugador, incluido el Sporting. Ambos ficharon por el club rojiblanco en 1974 y ayer compartieron con sus familias la celebración por el 64.º cumpleaños del preparador rojiblanco.

Más allá de la celebración, Herrera mantuvo ayer el tono serio y concentrado de toda la semana. El técnico viene haciendo un trabajo psicológico con varios de sus futbolistas para llegar en las mejores condiciones al encuentro ante el Zaragoza. A Herrera siempre le ha preocupado la falta de carácter de su equipo.

Ayer comenzó el entrenamiento con una conversación con Juan Rodríguez y lo terminó con una larga charla con Rachid en la que le iba dando evidentes indicaciones de distintos conceptos defensivos. La última sesión preparatoria no dio pistas sobre los planes del técnico. Pedro Díaz, que luego no entraría en la lista definitiva, se ejercitó también con el primer equipo. El trabajo consistió en un partidillo a campo reducido y concluyó con el habitual trabajo de las jugadas de estrategia ofensivas.

Herrera ya ha advertido sobre el peligro de un Zaragoza al que la clasificación no le hace justicia al fútbol desplegado. El técnico ha solicitado el apoyo de la grada para tener la fiesta en paz, pero la victoria parece el único camino que garantizaría la tranquilidad al término de la jornada. Herrera no quiere que le amarguen el día.