El Sporting saltó al campo con la intención de meter presión a sus rivales por el ascenso directo y cayó víctima de sus propias urgencias. Un gran Barcelona B se convirtió ayer en el primer equipo en ganar en El Molinón desde la llegada de Baraja en diciembre, jugando con los nervios rivales a través del control del balón y rematándolo al contragolpe. Los gijoneses pagaron su juego atropellado tras volver a recibir dos goles cuando apenas se había superado la media hora de encuentro. La desesperación se reflejó en su entrenador, expulsado tras agarrar a un rival para evitar que sacara rápido de banda y se aprovechara de un desorden que acabaría castigado sin remedio. Si esta tarde gana el Huesca, el tren directo a Primera se escapará a seis puntos a falta de nueve por disputarse.

La teoría era aprovechar que se jugaba antes que el rival a cazar: el Huesca. El caso era sumar la undécima victoria consecutiva en casa ante un rival ahogado en el descenso tras encadenar siete derrotas y así dormir en ascenso directo, mientras los nervios viajaban hacia El Alcoraz. Santos estrelló un balón en el larguero a los cuatro minutos que invitaba a confiar en el partido esperado. El rival, lejos de achicarse, propuso lo que se esperaba de quien aspira a cosas grandes y juega en casa. La pausa del gijonés y exrojiblanco Cristian Rivera, Aleñá, Marc Cardona y compañía fue la respuesta. El control era culé y tardó once minutos en reflejarse en el marcador.

Los rojiblancos respondieron a base de corazón y desorden. Sirvió para igualar el partido por dos veces, pero no para arrebatar el mando en un encuentro vital para el futuro de ambos. Los gijoneses frenan sus esperanzas de ascenso tras dos derrotas consecutivas que detienen en seco la remontada.

Las urgencias parecían que sólo eran cosa del Sporting. Los rojiblancos daban la sensación de tener la imperiosa necesidad de hacer visible, desde el primer minuto, que tenían que ganar el partido a toda costa. El Barcelona B fue el ejemplo contrario partiendo de una situación más comprometida. Los culés llegaron a El Molinón con el deber de recortar el doble de puntos que los gijoneses para alcanzar un objetivo bien diferente: la permanencia. Vieron reforzada su propuesta a través de las imprecisiones que acumulaban los de Baraja.

El primer gol visitante acabaría resumiendo el partido. Diez minutos de juego y el Sporting tiene a su favor una falta en el centro del campo. El deseo de Jony por sacar rápido hace que el cangués termine entregando el balón al rival. Los rojiblancos acaban resarciéndose, recuperando un cuero que Rubén García regalaría, nuevamente, al contrario. Aleñá ya no perdonó. Tuvo el temple de tirar un caño al valenciano y abrir a la banda izquierda para que Cucurella terminara devolviéndosela y estrenara el marcador.

Rubén García vengó su fallo un cuarto de hora después. El rojiblanco respondió con un zurdazo desde la frontal del área en el primero de los grandes goles que trajo el partido en El Molinón. Todo volvía a estar como al principio, pero el problema es que el Sporting no había aprendido todavía de sus errores. El rival continuó con el balón y volvió a ponerse por delante ayudado por las prisas de los de Baraja. A la media hora de encuentro, con los rojiblancos volcados arriba en busca del segundo, el Barcelona B inició un contragolpe que puso de manifiesto el desorden general. Sergio adelantó demasiado la presión con Carmona, Jony, Santos y Rubén García por detrás del balón. Bergantiños acompañó el movimiento del avilesino, y los culés se plantaron en el área de Mariño con casi tres pases. Aleñá abrió de nuevo a la izquierda y Nahuel, en esta ocasión, sirvió en bandeja el segundo a Marc Cardona.

El Sporting se fue al descanso por detrás en el marcador y estuvo cerca de ver aumentada la diferencia al poco de iniciarse la segunda parte. Mariño salvó ante Cardona un balón en largo que se había comido Barba y el Sporting inició entonces sus mejores minutos. Más a base de casta para interrumpir la salida de balón rival que de otra cosa, pero se volvió a meter en el partido. Ortolá devolvió entonces el regalo con un balón largo que cazó Bergantiños y dio a Santos para que el uruguayo sentara a Costas y Cristian Rivera e hiciera el empate.

El Sporting, con otro golazo, se ganó entonces el calor de El Molinón, nervioso en el inicio por las sensaciones que transmitía el equipo. El público se decidió entonces a apretar en el día en el que la presencia de "Siete pulmones" Mesa en la grada añadía fuelle para la remontada. El efecto, sin embargo, no fue el esperado. Volvieron a acentuarse las prisas en un equipo con dos delanteros después de que Jony dejara su puesto a Nano. Baraja tuvo incluso que echar un cable para detener a Palencia cuando el lateral barcelonista iniciaba un rápido saque de banda que olía a peligro. El Pipo resultó expulsado. Nahuel, aspiración sportinguista en veranos pasados, castigó cualquier opción de levantar el partido. Armó un cañonazo con pierna derecha desde el carril zurdo que terminó en la escuadra dando aire al Barça B, minando las opciones de ascenso directo del Sporting y haciendo visibles las consecuencias de quien nunca debió agobiarse.