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Junto a su hijo, que también se llama Alberto.

Del césped al supermercado

Alberto Ruiz, exatacante rojiblanco, es hoy director comercial en Madrid de una cadena de 27 tiendas que cuenta con 1.000 trabajadores

"Con quince años me convertí en máximo goleador de todos los grupos de Tercera en España y empecé a llamar la atención de varios clubes". El Sporting tocó entonces a la puerta de Alberto Ruiz Largo (Madrid, 27-12-1977) y en 1996 hizo que cambiara el equipo de su barrio, Colmenar Viejo, por el filial rojiblanco. Se inició así una etapa de seis años en Gijón en la que conquistó el último título del Sporting B en la división de bronce (1996-97) y llegó a debutar en Primera. Atacante de velocidad y regate, colgó las botas en 2008 en el Elche, por una lesión de rodilla que terminó derivada en "una úlcera en el cartílago". Ahora es director comercial de la cadena de 27 supermercados que tiene la empresa de su familia, Hiber. Ha cambiado el control del balón por el de las ventas de mil trabajadores.

"Disfruto del fútbol ya como un simple aficionado", comenta Alberto con un tono que incluye cierta resignación por la lesión de rodilla que le apartó del deporte. Tras su paso por el Sporting, militó tres campañas en el Getafe, con el que ascendió a Primera de la mano de Josu Uribe. Fue este último el que, después, le llevó al Elche, donde estaría otros tres años. Ahora vive dedicado a maximizar los resultados de la empresa en la que tiene como jefe a su único hermano, Gabriel. Una labor que da continuidad al negocio que ideó su padre y para la que se formó también a través del Sporting. "Cuando me fui a jugar allí empecé la carrera de Empresariales, en Oviedo, en la facultad de El Cristo. Ahora podemos decir que nuestros supermercados se extienden por toda la Comunidad de Madrid", detalla.

Alberto aprovecha los ratos libres "para estar atento a los resultados y ver goles. Sobre todo muchos goles. Sigo atento a cómo le va todo al Sporting. Pensaba que el Huesca iba a desinflarse, pero se mantienen ahí metidos". No tiene duda, en todo caso, de que la "gran segunda vuelta" de los de Baraja acabará teniendo premio. "Han llegado muy fuertes en la última parte del campeonato y eso tiene que notarse al final. Si no es a través del ascenso directo, lo conseguirán en la promoción", destaca confiado en el regreso a Primera.

Alberto es también el padre de Alberto y Daniel. Este último, nacido la semana pasada. El mayor ya ha empezado a darle patadas al balón. "Va a salir futbolista. Le pega que flipas", dice, entre risas, añadiendo que el primogénito sólo tiene dos años para añadir valor al asunto. "En Elche me llamaban el profeta desde que me lesioné, por primera vez, en la rodilla. Dije que el día que volviera a jugar marcaría el gol de la victoria. Estuve un año y una semana de baja y el día que regresé, marqué el gol del triunfo, y de cabeza (no era su mayor virtud). Con lo que digo de mi hijo Alberto no estoy engañando a nadie", asegura. Una teoría con la que quiere dar énfasis a sus acertados pronósticos, particularmente, el del próximo ascenso del Sporting.

El exrojiblanco muestra su interés por cómo le van las cosas a personas vinculadas al club que lleva años sin ver, lamenta el repentino fallecimiento de Quini y confiesa, con rabia, que "desde que jugué en El Molinón con el Elche, en 2006, no he vuelto a entrar en el campo. Voy a Gijón a menudo, en cuanto puedo, pero no todavía para ver un partido allí". Espera no tardar en reaparecer en el escenario en el que se estrenó en Primera División ante un Celta de Vigo liderado por Juan Sánchez, que "terminó regalándome la camiseta". Negocios de Alberto, un jefe de ventas con el instinto intacto de todo buen delantero.

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