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Un encuentro con huella

Rodado se ensaña

El Sporting empató en Éibar en 2004, tras un cruel arbitraje con dos penaltis en contra y tres expulsiones que truncó el sueño del ascenso

Rodado Rodríguez, al término del partido, con un asiento tirado al campo en la mano, se dirige al jugador rojiblanco Iruzurn. MARCOS LEÓN

El 23 de mayo de 2004 es una fecha que quedó clavada durante cerca de cuatro años para el sportinguismo. Aquel día, con un cruel arbitraje de Rodado Rodríguez, el Sporting empataba en Éibar en el último suspiro del partido, pero pagaba un caro peaje, ya que las tres expulsiones iban a mermar a un equipo exhausto en su carrera por subir. Una semana después el Sporting, plagado de bajas, caía en casa con el Tenerife y se despedía del sueño del ascenso directo. Los más de 3.500 seguidores rojiblancos que estuvieron en Ipurúa tardaron casi cuatro años en desquitarse de aquel sabor amargo, hasta el ascenso con Preciado en el banquillo un 15 de junio de 2008, y causalmente frente al equipo armero.

Aquella visita del Sporitng a Ipurua de 2004, a falta de cinco jornadas para el final de Liga, se saldó con un empate a dos goles. Por el Eibar marcó por partida doble desde el punto de penalty Brit, mientras que para el Sporting lo hizo primero Borreguero y en el descuento Rubén en un saque de esquina en el que llegó a subir incluso Roberto a rematar.

La crónica de LA NUEVA ESPAÑA del partido fue "Cantó Rodado", en referencia al árbitro balear Rodado Rodríguez, protagonista por sus decisiones, al expulsar a tres jugadores rojiblancos, los defensas Yago y Cristian Díaz y el centrocampista David Bauzá. "Más de 3.500 sportinguistas bramaron de impotencia ante el atropello al que vieron sometido a su equipo. Dos penalties más que dudosos, cuatro tarjetas rojas (una de ellas al masajista Lobelle) y toda una colección de esas pequeñas cosas que sacan de quicio a un equipo y a su afición fueron el legado de Rodado Rodríguez", cuenta la crónica del periódico, en laque también se hace referencia a que "la rabia contenida se desató cuando pasaban cuatro minutos del tiempo reglamentado y Rubén -cuya entrada al campo había sido aclamada como la del nuevo ídolo rojiblanco- emergió de la nada para poner un poco de justicia".

El once rojiblanco, a las órdenes de Marcelino García Toral, fue el formado por Roberto; Sastre, Cristian Díaz, Yago, Dorado; Ismael, Dani Borreguero, Samuel, David Bauzá; Bilic y Miguel. En la segunda mitad entraron Rubén, Samuel y Segovia.

"Fue un atraco a mano armada", comentó cabreado al término del partido Marcelino. "Si después de este arbitraje sigue pitando en Segunda, que no se quejen si los profesionales hablan mal de ellos. Espero no encontrarme más con él ni como entrenador ni como persona", añadió. Al cabrero del técnico se sumó también las lágrimas de rabia e impotencia de Quini al término del partido, por la incomprensible labor arbitral, según recogió también este periódico en su análisis del encuentro.

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