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Un final con la firma de Torrecilla

La llegada sobre la bocina de Murilo, apuesta del director deportivo, repite la estrategia de hace un año en el que puede ser su último servicio al Sporting

Miguel Torrecilla. ÁNGEL GONZÁLEZ

Misma estrategia, menos movimientos. El Sporting repitió por segundo año consecutivo su manera de intentar sacar rendimiento al mercado de invierno. Si la pasada campaña fue para firmar a Ivi López, Álex Alegría y Aitor García en el último día abierto para la inscripción, en esta ocasión hubo un único elegido: Murilo de Souza. El club apuró hasta el 31 de enero para encontrar en el Sporting de Braga portugués el extremo al que aspiraba. Las dos salidas registradas, Isma Cerro (Badajoz) y Neftali (Valencia B), dieron poco margen para hacer hueco en un límite salarial exprimido en junio. Miguel Torrecilla volvió a toparse con la negativa a salir de Hernán Santana, tercer descarte de Djukic, en la que pudo ser su última labor de mercado como director deportivo rojiblanco.

La llegada de Murilo de Souza lleva la firma inequívoca de Miguel Torrecilla. La carrera del director deportivo del Sporting empezó a coger fama por su habilidad para cazar talentos en el fútbol portugués, con una relación calidad-precio extraordinaria. Allí, a tierras lusas, ha vuelto a acudir como alternativa a una liga española con inflación y a los pocos recursos de un conjunto rojiblanco que se lo gastó casi todo en verano, pagando el traspaso más alto de toda su historia. El salmantino ya deslizó en la presentación de Murilo que llevaba sobre su pista desde hace años, incluso antes de que aterrizara en tierras lusas, cuando empezaba a destacar en Brasil. Esta apuesta personal llega después de un verano en el que su papel en las contrataciones fue secundario en comparación a las dos campañas anteriores.

La prioridad de firmar un extremo venía acompañada del deseo de que fuera un jugador que llegara del fútbol español. Partiendo de esta demarcación, el Sporting había tocado a casi todos los futbolistas de Primera candidatos a salir en el mercado invernal, como fue el caso de Aitor Ruibal (Leganés), uno de los primeros de la lista, e incluso el de alguno de Segunda División, como ocurrió con Gallar (Girona). La búsqueda llevaba el trabajo paralelo de liberar contratos para tener capacidad para asumir las fichas importantes que, presumiblemente, acompañarían a los jugadores deseados. Esta última parte requería que el club rompiera alguno de los contratos más abultados en la actual plantilla. Había que esperar a ver qué intenciones tenían los futbolistas con menos minutos y cuál era el examen final de Djukic en materia de descartes.

El entrenador del Sporting dejó claro, a mediados del mes de enero, que Neftali, Isma Cerro y Hernán Santana iban a tener poca cabida en sus planes. La derrota en el amistoso disputado ante el Sporting B, a la vuelta de caer en Zaragoza, fue clave. Despejó las últimas dudas. Los tres empezaron ya a quedarse fuera de las convocatorias de manera repetida. Neftali e Isma Cerro asumieron la situación y se movieron en el mercado. Hernán Santana, como ya hiciera el pasado verano y también en el anterior mercado invernal, insistió en su interés de continuar en Gijón y ganarse un sitio. A su vez, alguno de los habituales titulares ordenó a su agente buscar alternativas.

El Sporting llegó a la última semana con más dudas que certezas. La situación llevó a pensar dentro de la entidad que lo mejor, a esas alturas, era dejarlo todo como estaba. El club no quiso escuchar tentativas de última hora, ni dejar abierta la puerta de salida más allá de lo referido a Hernán Santana: "Si el Eibar quiere a Aitor García, que pague la cláusula de rescisión". A Djukic le tocó hablar el día antes del cierre del mercado, en la previa de la visita a Tenerife. El serbio se reunió primero con Miguel Torrecilla para unificar ideas y mensajes: "No hemos visto en el mercado nada que pudiera mejorar la plantilla. La posición de extremo está bien cubierta". Doble intención: poner la venda antes de la herida y a la vez, enviar un mensaje de rendición para intentar sorprender al contragolpe. El director deportivo se guardaba un último as en la manga: el efecto dominó de las últimas horas del mercado abriría alguna opción. Apareció Murilo de Souza.

La estrategia portuguesa justifica, a su vez, uno de los mercados sobre los que más ha trabajado la dirección deportiva rojiblanca. Es habitual ver en campos lusos a Tomás Hervás, antes, y a Isma Piñera, ahora, tomando nota de posibles candidatos. Al "informe Murilo" también le acompañó vídeos, muchos vídeos: Así se gestó el último intento de Miguel Torrecilla para firmar al extremo que no encontró los últimos dos años y enderezar la peor temporada tras su llegada a Gijón. El refuerzo número 36 en tres años pudo ser, a su vez, un punto y final, salvo que un milagroso ascenso diga lo contrario.

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