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La cara y la cruz de Tino: de debutar a estar apartado

“Jugar en el Sporting fue la mayor alegría que me dio el fútbol, pero estar al margen en el equipo de tu vida es muy duro”, señala

Tino García, con el Suárez Puerta de Avilés a su espalda, posa con una camiseta del Sporting. | Ricardo Solís

Es un año especial para Tino García. “Cumplo 50 años de socio. Entrar en ese grupo de honor me hace mucha ilusión”, cuenta. Nacido en Jove, en 1982 Boskov le dio la oportunidad de debutar en el primer equipo del Sporting. Estuvo cuatro temporadas, hasta que se fue el Hércules. Y con ese gran recuerdo se queda. “Para un chaval de Gijón es un sueño llegar a jugar en el Sporting, fue la mayor alegría que me pudo dar el fútbol”, rememora.

Aunque su paso por el primer equipo le dejó también un sentimiento que aún le duele. “Viví lo peor que le puede pasar a un futbolista, que es estar apartado. Y si además te pasa en el equipo de tu vida es mucho más duro”, confiesa sobre la parte final de su etapa en Gijón, en la que le tocó trabajar al margen de sus compañeros justo a Campuzano y Rinaldi.

Tino García llegó casi sobre la bocina al Sporting. Creció y se formó en el Gijón Industrial, con el que estuvo en Tercera, cuando los asturianos jugaban con equipos de otras comunidades. Con 19 años aterrizó en Mareo. Y tres años después le llegó la oportunidad de debutar con el primer equipo, en septiembre de 1982, en un partido de Copa del Rey ante el Titánico. “Mi valedor fue Tati Valdés, que estaba de ayudante de Boskov. Nos tranquilizaba y nos decía que jugásemos como sabíamos”, afirma. “La anécdota fue que juegue de central en vez de centrocampista”, desvela. Su debut en Liga llegó un par de meses después, ante Osasuna.

Le tocó como a muchos canteranos dar el salto en una época en la que el Sporting peleaba en lo más alto. “Por defecto profesional siempre te fijas en los que juegan en tu posición. Joaquín era una referencia para mí, igual que Ciriaco, Uría, Mesa o David. En aquella plantilla había un gran nivel. Era harto difícil que los chavales de Segunda B nos hiciéramos un hueco, y aún más que nos pudiéramos consolidar”, relata, antes de incidir en la grandeza de aquel equipo: “Los centrocampistas de aquella eran verdaderos peloteros. Hoy en día estarían jugando en equipos de gran nivel”.

Tino García vive ahora en Avilés, muy cerca del estadio de Suárez Puerta. Una circunstancia que le permite seguir ligado al fútbol, al igual que en su vida profesional. Ha trabajado vendiendo material deportivo o en una consultoría de metodología deportiva. El covid-19 le afectó en su entorno más cercano, con la pérdida de un familiar, por eso, aunque le gustaría que por sus 50 años de socio le regalasen un ascenso, marca antes el fin de la pandemia como deseo. Pero aún así, espera que haya un proyecto que se consolide: “Me fijo el centro del campo, me encanta Gragera, Pedro Díaz, Manu García y Nacho Méndez. Hay que sentar unas bases con esta gente, que el equipo tenga una base sólida y solo tener que darle retoques cuando den el salto a Primera. Me gustaría ver una apuesta clara y convencida por Mareo, no solo por obligación”.

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