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Javier Manjarín: “El inicio demuestra que Mareo sigue funcionando”

“Con mi hermano estuve a prueba en el Atlético antes de fichar por el Sporting; la emoción del debut nunca se olvida”, afirma

Manjarín, en su casa de La Coruña, con su camiseta de la selección asturiana. Victor Echade / La Opinión A Coruña

En tiempos en los que los equipos de fútbol del Colegio Inmaculada tuteaban a la cantera del Sporting, los hermanos Manjarín llamaban la atención en Mareo. Carlos y Javier siguieron “en el cole” hasta juveniles, cuando Isidro del Río, responsable de los conjuntos del centro escolar gijonés, decidió cambiar la sede, iniciando un litigio con la comunidad educativa. Isidro se fue por un lado y ellos cogieron un autobús a Leorio sin saber que el pequeño de la familia abrió entonces un capítulo que le llevaría a ser referencia en El Molinón, lograr el oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona y protagonizar uno de los traspasos del momento pagando el Dépor su cláusula (1,3 millones de euros). “Jugar en el Sporting es a lo que aspira cualquier niño de Gijón”, subraya Javi desde La Coruña, el lugar donde se consagró y formó familia.

Javier Manjarín Pereda (Gijón, 31-12-1969) pudo abrirse carrera de rojiblanco, pero lejos de Gijón. “Cuando se fueron los equipos del colegio, mi hermano y yo fuimos a probar al Atlético de Madrid. Estuvimos una semana allí y no pudimos hacer nada, porque el Inmaculada no nos daba la baja federativa. Volvimos y después de seis meses sin entrenarnos, todo se solucionó y fichamos por el Sporting”. Arturo, Monchu o Guti fueron algunos de los primeros compañeros de Manjarín en el juvenil del Sporting, dirigido por Ciriaco. “Fue duro acostumbrarnos al exigente ritmo de los entrenamientos”, recuerda.

Aquel chiquillo criado en la calle gijonesa de Uría subió escalones rápidamente. Acostumbrado a jugar entre compañeros al menos un año mayores que él, tras “un ascenso a Segunda B y otros tres o cuatro partidos en el Sporting Atlético”, Aranguren le metió en el primer equipo. “Debutaron primero Luis Enrique, Abelardo y a mí me tocó ante el Athletic, en El Molinón. La emoción del primer día nunca se olvida”, comenta el gijonés sobre aquel partido de octubre de 1989, que terminó “con sabor agridulce”. El Sporting perdió (0-1) y García Cuervo tomó las riendas del equipo. “Gracias a él, que me conocía bien del filial, muchos de los canteranos nos asentamos”, dice Manjarín.

La explosión definitiva llegó poco después, con el oro de Barcelona, “el único en fútbol ganado por España hasta el momento”. “No paramos de ir a actos de reconocimiento”, señala. A los 23 años tomó una decisión que marcó su vida. “Era mi último año de contrato, el Sporting tenía una colaboración con el Barça y se rumoreaba que iría para allí. Al final fue Iván (Iglesias) y apareció el Dépor pagando mi cláusula. Era la primera vez que salía de Gijón. Fue un adiós difícil”, recuerda. En La Coruña levantó una Copa del Rey y una Supercopa de España. También se casó y tuvo dos hijos. Su carrera continuó en el Racing de Santander antes de vivir dos años en México. “En el Celaya coincidí con Bango, con el que curiosamente no había compartido vestuario desde que dieciséis años atrás jugáramos juntos en el Inmaculada”, relata. Vistió después la camiseta del Santos Laguna antes de volver a España, al Arteixo coruñés, donde colgó las botas en 2005.

“Me gusta que este Sporting haya empezado tan bien en una liga tan competitiva con protagonismo de gente de la casa. Eso muestra que Mareo sigue funcionando. Lo importante es que los que lleguen lo hagan por méritos propios, que no se regale nada ni se pretenda coleccionar nombres”, dice Manjarín del equipo de la quinta de La Asunción. Sigue ligado al fútbol, de la mano del exoviedista Cristóbal. Fue su segundo entrenador en Primera con el Dépor, también en Alcorcón y Racing. “Ahora estamos a la espera de nuevos proyectos”, resume Javi desde su residencia en la localidad coruñesa de Miño, donde espera celebrar a final de temporada un ascenso rojiblanco.

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