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Juan Arango.Ángel González

Juan Arango. Expresidente del Sporting, acaba de cumplir 83 años

Juan Arango: "Fernández puso al menos 600 millones de pesetas de su bolsillo en el Sporting, ha sido injustamente tratado"

“¿Espantada al irme? Vega-Arango tiene que ser un poquitín más humilde y un poquitín más agradecido; él sabe por qué lo digo”

Recibe en el salón de su domicilio, situado a pocos metros de El Molinón. Viste camisa, cárdigan abotonado, pantalón oscuro y zapatillas de andar por casa. “El médico me recomienda andar, pero soy muy vagu”, dice, con descaro, Juan Manuel Pérez Arango (Cadavedo, Valdés, 31-10-1938). El expresidente del Sporting (1999-2002) celebró el domingo 83 años. Hace 20 que pronunció aquel “véndovos Mareo” que marcó su gestión y abrió un antes y un después en la historia del club. En unos meses se cumplirán 30 años de la conversión del Sporting en Sociedad Anónima Deportiva. Habla de todo con esa mirada mordaz de antaño, y entre alguna tos por “la maldita fumadera” se esfuerza en repetir una frase: “Cuando dejé la presidencia, el club no debía un duro a nadie”.

“Ahora solo salgo de casa a comprar tabaco o a comer, alguna vez, a La Pondala”, explica Juan Arango, que no ha pisado El Molinón desde que dejó el Sporting. Anda inquieto porque hoy le toca poner la tercera dosis de la vacuna del covid. “¿Qué me quería preguntar?”, apela. Y el relato fluye. “Conocí a José Fernández cuando yo trabajaba en el Banco Bilbao Vizcaya. Él y su socio, José María Pillo, eran clientes. Me propusieron llevar la contabilidad de su empresa, Ferpi. Al principio trabajé media jornada. Luego, cuando la empresa creció, pedí la excedencia en el banco”, detalla. Fue el origen de su desembarco en el Sporting.

“Entré primero colaborando y luego me nombraron presidente. No había un duro y solicité a Fernández alguna garantía de dinero. Había un crédito firmado y pidieron 400 millones de pesetas (2,4 millones de euros) al Banco Herrero, avalado por todos los consejeros. Ese no se pagó nunca. Fernández se fue arreglando con todos, o con la mayoría, para cambiar la deuda por acciones. Mi gestión de presidente no tuvo mucho mérito. Llegué el primer día con cheques por valor de 400 millones”, señala con media sonrisa.

No olvida cuando “fui a reclamar a Madrid el dinero de la televisión pero los Polanco me dijeron que debíamos 600. En mi etapa de presidente no cobramos un duro de las televisiones”. Es ahí donde pone en valor a José Fernández. “Ya puso para pagar nóminas en la etapa en la que estuvieron Germán Ojeda y Plácido Rodríguez, y después siguió haciéndolo. Que yo sepa, puso de su bolsillo al menos 600 o 700 millones de pesetas (3,6 o 4,2 millones de euros) en el Sporting. Ha sido injustamente tratado”, asegura.

En la conversación aparece entonces el nombre de González de Caldas. “Nos reunimos con él en Madrid y quería ayudar al Sporting. Él llevaba alguna plaza de toros y quería ver si había forma de coger la de Gijón. Firmó algunos pagarés que resultaron impagados y los tuvo que pagar luego Ferpi. No pagó, pero entró en el Sporting. Al final fue haciéndose Fernández con sus acciones. De la misma forma que compró las del Ayuntamiento. Cuando la conversión en SAD, faltaban 60 millones y los puso el Ayuntamiento, pero inmediatamente salieron a la venta porque ellos no las querían. Ahí estuvieron un tiempo, pero fue Fernández el que las pagó”, insiste.

Juan Arango reitera que en su etapa “la deuda desapareció porque se hizo cargo de ella el propio Ayuntamiento como condición de la venta de Mareo” y asume como algo propio de la idiosincrasia del Sporting las periódicas crisis económicas de la entidad. “Si miras la historia, el Sporting siempre ha tenido problemas económicos, desde su fundación”, justifica antes de adentrarse en el detalle del “véndovos Mareo”. “Fue una idea mía. Llevábamos varias horas en el Ayuntamiento sin acuerdo. Se levantó la sesión y fuimos a tomar unas cervezas. Estaba desesperado. Camino al bar, ella (Paz Fernández Felgueroso) y yo. Le dije: ‘Maripaz, véndovos Mareo’. ‘Coño, pues eso podía ser una solución’, me respondió. Fue madurando la cosa y empezaron ya las tasaciones. Un arquitecto me lo valoró en 2.000 millones de pesetas (12 millones de euros) y los técnicos del Ayuntamiento dijeron que 1.500 (9 millones de euros). por eso le añadimos los 500 millones de pesetas (3 millones de euros) de las marcas, que fue más un préstamo hipotecándolas ocho años”, detalla.

Tras todo aquello, Juan Arango “cansó”. “Dimití porque estaba amargado”, afirma. Dice que un día antes de anunciar su salida, citó en su despacho a Manuel Vega-Arango. “Nos conocemos desde los 7 años. Estudiamos juntos en los Jesuitas. Le dije: ‘Manolo, quiero que seas tú ahora el presidente’. Por eso no entiendo lo que dijo el otro día en LA NUEVA ESPAÑA”, explica. Se refiere a la entrevista en la que Vega-Arango habla de la salida del club de Juan Arango señalando que “acabé de presidente cuando un día, de repente, Juan Arango desapareció”. “¿Espantada al irme? Vega-Arango tiene que ser un poquitín más humilde y un poquitín más agradecido. Él saber por qué lo digo”, responde sin querer añadir más.

También responde a la reflexión de Vega-Arango comparando la situación económica de aquel Sporting con el Titanic. “Eso es totalmente falso. Cero deudas y 600 millones de pesetas en caja por el traspaso de Pablo Amo. Y además, ya empezó a poder cobrar del convenio de la televisión”, sentencia. Defiende a García Amado, “un gran gerente”, al igual que la labor del actual presidente, Javier Fernández. “Lo está haciendo bien”. No cambiaría nada, tampoco la imagen y lo que reveló aquella cámara oculta en la que se vio cómo negociaban la venta del Sporting. “Fue una encerrona, cosas del fútbol”, dice, tras tomarse un tiempo para responder, Juan Arango.

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