La "remontada" comenzó en los vestuarios de La Romareda: de la charla de Guerra y Ramírez al vídeo de los "guajes" de Mareo

Algunos mensajes desde la capital aumentaron la sed por ganar en los futbolistas del Sporting

Aficionados del Sporting en la grada de El Molinón durante el derbi frente al Oviedo.

Aficionados del Sporting en la grada de El Molinón durante el derbi frente al Oviedo. / Ángel González

Andrés Menéndez

Andrés Menéndez

Hotel Artiem. Unas horas antes del inicio del derbi en El Molinón. Va a comenzar la última charla. Las caras de los jugadores son de concentración. También de nervios, claro. El partido, un derbi, aprieta. El entorno del estadio es desde hace horas una caldera, y la afición prepara un recibimiento histórico. ¿Pero cómo dar el penúltimo empujón? A unos 25 kilómetros, Miguel Ángel Ramírez enciende un monitor en una de las habitaciones del hotel reservadas para el Sporting. Los futbolistas rojiblancos toman asiento. Y en la pantalla comienzan a aparecer "guajes" del fútbol base de Mareo. Jugadores y jugadoras de todas las categorías: desde alevín hasta juvenil que sueñan con un día hacer lo que ellos precisamente están a minutos de conseguir.

Los críos y crías de la cantera sportinguista brindan a sus ídolos las últimas palabras previas al encuentro. Les dicen lo mucho que significa lo que están logrando este año. Les cuentan cómo han logrado recuperar la ilusión de El Molinón. El vídeo en seguida toca la fibra a los futbolistas, que minutos después encaran el autobús con la adrenalina disparada. La expedición está con la energía por las nubes. De golpe, las últimas dos derrotas han dejado de pesar. Los primeros minutos de encuentro confirman que a la plantilla no le invade el miedo escénico.

La plantilla rojiblanca ya sintió en el derbi en el Tartiere que estuvo cerca del triunfo

En dos minutos, el Sporting ya gana 1-0. El vídeo de los "guajes" es uno de los elementos que ha provocado ese "reset", que, en realidad, comenzó mucho antes: el mismo lunes, en las entrañas del vestuario visitante, en La Romareda, se produce ya el primer movimiento para la "remontada". Muchos jugadores están hundidos. Por la goleada encajada, por la pérdida de un pilar como Yáñez, por el susto de Hassan, por la frustración que siente "Cote" tras ver la quinta amarilla. Algunos de los "pesos pesados" toman la palabra. Miguel Ángel y Guerra insisten en trasladar un mensaje de refuerzo. No se escucha ni un grito.

Ni un reproche. Nada. Todas las palabras se dedican a reforzar el ánimo, a recalcar lo mucho que se ha hecho bien esta temporada. Y, sobre todo, a incidir en lo que se viene: "El derbi llega en el mejor momento", dicen. Ramírez repite una y otra vez esa frase durante toda la semana en Mareo. Es una semana cortísima, de apenas cuatro días, lo que propicia que el grupo no tenga tiempo a pensar demasiado. Observan todos rápido que el derbi está ya ahí, encima.

El 93% de los abonados pagaron su suplemento para acudir a la cita de El Molinón

Crece en el vestuario una sed de venganza. No por nada personal, sino porque a los que llevan tiempo aquí les duele en el orgullo el dato, que muestra un abrumador dominio azul desde el reencuentro. Los de la casa tienen una espina clavada. Los que llevan menos tiempo no cargan con esa mochila. Pero también comparten la misma sed de victoria. En el vestuario se habla de lo sucedido en la ida, en el Tartiere. Se cree que en ese partido se dejó "vivo" al Oviedo. Aquel empate fue ya la primera piedra en la victoria del pasado domingo. Porque unido al primer derbi de Ramírez, –otro empate, en la temporada 2022-2023–, son ya dos resultados seguidos sin perder, algo a lo que agarrarse.

La semana se hace muy rápida. Las ganas de los futbolistas crecen: no hace gracia en Mareo que desde la capital algunas voces den la victoria por hecho. Hay frases de jugadores del Oviedo que molestan. Eso les provoca salir al césped con una pizca de extramotivación, algo que quizás no se tuvo en otros derbis, donde eran los azules los que añadían más dimensión al partido, y los rojiblancos los que parecían relativizar el resultado. También suma mucho lo que observan fuera: los futbolistas son conscientes de que se agota el papel, de que El Molinón estará lleno (en la 2017-2018 hubo 27.506 seguidores, pero los abonados no pagaron, mientras que en el duelo del domingo un 93% de los 15.000 que tenían que abonar el suplemento decidieron pasar por la caja). Están agradecidos a ese brutal apoyo, que llega justo con el equipo fuera del play off tras tres meses dentro, y dos derrotas seguidas. El ambientazo del recibimiento, el rugir de la grada durante los 90 y 7 minutos de partido... Todo suma. La victoria se celebra con una emoción que no se recuerda. Algunos jugadores se emocionan.

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