Cundi, el porteador de troncos que iba para ciclista e hizo historia en el Sporting

"Cada vez le doy más valor a lo que consiguió", dice Teresa, madre del exrojiblanco, que cumplirá mañana 69 años tras ser el último futbolista en dar nombre a una puerta de El Molinón

Ángel Cabranes

Ángel Cabranes

En la calle Campoamor de la barriada de San Juan en Sotrondio, conocida popularmente como El Serrallo, creció desde los "5 o 6 años" Secundino Suárez Vázquez, tras dar sus primeros pasos en la casa "de los güelos" en La Invernal, en el mismo concejo de San Martín del Rey Aurelio. En el salón de un segundo sin ascensor de una de las humildes casas construidas para los mineros en el siglo pasado, Teresa recibe a LA NUEVA ESPAÑA para hablar de cómo fueron los inicios de quien es leyenda del Sporting y mañana cumple 69 años. Cundi, a quien una enfermedad le ha arrebatado muchos de esos recuerdos, tiene en ella, su madre, de 86 años, la guardiana fiel de la memoria de un guaje que iba para ciclista y acabó dedicándose al fútbol por talento y la fatal consecuencia del accidente de un vecino, Pachón.

Teresa Vázquez López nació en Tapia de Casariego y se mudó a Sotrondio cuando su padre encontró en el pozo Sotón trabajo para alimentar a la familia. Acabó casada con otro minero, Elviro, barrenista y artillero con quien tuvo dos hijos: Cundi y Rubén (dos años menor). "La calle Campoamor estaba entonces cerrada al tráfico y era casi un campo de fútbol. Había cuatro o cinco guajes por piso y montaban ahí unos partidos que les muyeres andaben negres por si les rompían los cristales", recuerda, con una sonrisa, Teresa, sobre la toma de contacto de Cundi con la pelota. "Ya se vio desde muy pequeñín que quería competir en todo, al balón, a salto, a la bicicleta, a lo que fuera...", añade Conchita, una de los cinco hermanos de Teresa (solo quedan con vida ellas y Magdalena). En el colegio de El Serrallo, los profesores hablaban de que "tenía cualidades para el deporte, por agilidad y fuerza"._Un espectacular regalo llegado de Bélgica fabricó el primer sueño.

Su madre le pidió dejar el ciclismo tras la muerte de un vecino: "Ahí agarró más el balón"

"Valentín, su tío, había emigrado y en una de sus visitas le trajo como regalo una bicicletina de carreras, aquello fue...", dice Teresa agitando las manos para darle magnitud a la alegría de Cundi. "Empezó a participar en campeonatos por aquí cerca. Ganaba siempre", apostilla Conchita sobre la energía sobre unos pedales que volaban. El caso es que al chiquillo le pintaba aquello de intentar labrarse un futuro con la bici, pero de la felicidad, al llanto. "Pachón, un ciclista de aquí del barrio, vecino nuestro, de la calle Unamuno, cayó en bicicleta y se mató. Creo recordar que fue en una Vuelta a Asturias. Cundi era todavía un guaje, tenía mucha relación con él, no paraba de llorar. Todavía lu veo llorando aquí donde la habitación. Yo cogí miedo a que pudiera pasarle lo mismo. Fue entonces cuando me planté delante de él y le dije: ‘Haz lo que quieras, pero deja ya la bicicleta’. Hízome casu. Agarró más el balón", detalla.

"Empezó en el equipo de La Amistad de Blimea, luego en el San Martín y de ahí al Ensidesa (por entonces, filial del Sporting)", rememora sobre los primeros y conocidos conjuntos de Cundi. Lo que no se sabe tanto es que, por el medio, el exrojiblanco tuvo que ponerse a trabajar en lo que acabó sirviéndole para acentuar un poderío físico que le llevó a ser un lateral izquierdo diferencial no sólo en Sotrondio, en España. "Fue al instituto un año en El Entrego y otros dos aquí, en Sotrondio. Llegó un momento en el que no quiso seguir y el padre le dijo que no podía andar por ahí estirando solo la pata. Empezó a trabajar cargando troncos de madera en El Entrego para llevarlos a un aserradero, junto a la estación del Norte. Le cosí yo una almohadilla para ponerla al hombro y que no se mancase. Salía de casa con ella, con la comida, y con las botas de fútbol en una bolsa porque cuando acabara ahí tocaba coger el autobús para ir a entrenar con el San Martín", rememora Teresa. Así hasta que hubo un momento en el que, desde el club, "le dijeron a Elviro que dejara al guaje centrarse solo en el fútbol, que apuntaba maneras".

En el colegio "ya nos decían que tenía cualidades para el deporte por fuerza y agilidad"

Cundi, internacional absoluto en nueve ocasiones y primer futbolista asturiano en disputar unos Juegos Olímpicos, los de Montreal, no tenía ni la edad para conducir cuando le fichó el Ensidesa. "Vallina, un compañero, era con el que iba a los entrenamientos en coche", cuenta Teresa de quien jugó también después en el Sporting. Lo que más le duele a la madre es que Elviro no llegó a ver lo mucho que llegaría a conseguir el guaje en el fútbol. "Solo lo vio debutar. Luego enfermó y murió esa misma primera temporada de Cundi como jugador del Sporting. El día de Reyes, con 51 años", apunta, todavía emocionándose. Pasó el luto en casa, escuchando los partidos de su hijo por la radio durante un año. Después, animada "por la peña sportinguista de Laviana", volvió a seguir de cerca a aquel chiquillo que iba para ciclista y acabó como uno de los protagonistas del mejor Sporting de la historia. No fue el único futbolista de la familia. Rubén, su otro hijo, jugó en el Ensidesa y en el San Martín. Rubén, su nieto e hijo de Cundi, fue campeón del mundo sub-20 y militó en el Levante, el Elche y el Almería, además de en el Sporting.

Ahora, el mismo salón donde todo empezó, es escenario de charlas y comidas en familia. A pesar de que Cundi y Rubén, los dos hijos de Teresa, llevan años residiendo en Gijón, son frecuentes las visitas en las que la madre intenta también ayudar al mayor de sus hijos a revivir infancia y juventud. "Pasea con los amigos a diario. Redondo, que es como otro hermano para él, anda siempre pendiente. Cundi está bien físicamente, pero...", apunta antes de que se le haga un nudo en la garganta por las consecuencias del Alzheimer.

"Nunca creí que llegara a ganarse la vida en el fútbol, cuando pasó lo viví con mucha normalidad y es ahora cuando más valor le doy a todo lo que consiguió. Triunfó y nunca se olvidó de Sotrondio, ni de ayudar al pueblo y al San Martín", concluye Teresa, entre lágrimas, orgullosa de quien ha sido el último en dar nombre a una de las puertas de El Molinón. Ferrero apunta a ser el siguiente.

El bautismo de El Florán, aparcado: "No se entiende"

La Asociación de Vecinos de Sotrondio solicitó en marzo del año pasado, al Ayuntamiento de San Martín del Rey Aurelio, rebautizar el campo de El Florán, escenario de los partidos del San Martín, con el nombre de Cundi. En concreto, añadirle "el apellido Secundino Suárez, Cundi. Sin quitar El Florán". Manuel Turrado, presidente de este colectivo, adjuntó un documento con "920 firmas apoyando la iniciativa. 850 de ellas, de vecinos de Sotrondio. Se llevó a Pleno y el partido de Electores por San Martín, lo echó abajo. Al no haber consenso... Fue cuando se decidió nombrarle Hijo predilecto. Un lavado de cara. ¿Cuántos pueblos de España hubieran querido tener una figura como Cundi para darle su nombre a un campo? Estamos hablando de alguien que ye lo máximo en el fútbol en Sotrondio". En casa de Teresa prefieren no hablar del tema, y en la calle, sobre todo entre el sportinguismo, sigue causando sorpresa que la petición de que Cundi dé nombre a El Florán no haya prosperado. "El error fue sacarlo nosotros la petición... Porque para este grupo político que nos lo negó sin dar argumento alguno, todo lo que proponemos, todo nos lo quiere echar abajo", señala Manuel Turrado. El Florán, por el momento, sigue con el bautismo de "la vega que daba nombre a la zona donde se construyó" y que, con la excepción en la que llevó el nombre del exalcalde Godofredo Martínez, no varió. "En Sotrondio tuvimos jugadores del Sporting como Abelardo o Pipi, pero además de que ninguno llegó a las internacionalidades y notoriedad de Cundi, la diferencia está en que ellos no jugaron en el San Martín. Cundi, sí, en el juvenil y en el primer equipo. No se entiende", concluye Turrado, pesimista con la posibilidad de que pueda retomarse un deseo que "compartimos mucha gente".

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